Mí Zorro Feroz IX

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Aclaración: Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Masashi Kishimoto. La historia de caperucita, obviamente, no me pertenece, pero si las locas cosas que pasan por aquí.

Advertencia: Escenas violentas, lenguaje soez, posible sexo explícito (que sé que les gusta cochinillos XD) y si hay algo más, iré avisando.

Historia corta (creo), Algunos personajes OoC.

Mi Zorro Feroz

§

—¡Aléjate de él!— le ordenó su abuela mientras se movía rápido hacia Naruto.

Hinata aún estaba aturdida cuando su abuela se puso entre ella y Naruto, cargando su arma. Su abuela no era mujer de vestidos, generalmente cuando estaba en el bosque le gustaba usar la ropa que había sido de su marido. Así que no le sorprendió a Hinata verla en pantalones, botas y camisas. Hinata hizo un ruido ahogado cuando Kaguya le dió una patada en el torso a Naruto.

Hinata se levantó y la agarró del brazo cuando empezaba a apuntarlo con la escopeta.

—¿Qué haces abuela? ¡No lo hagas!— pidió desesperada intentando sacarle el arma.

Kaguya la miró ceñuda, era una mujer mayor pero seguía manteniendo la fuerza y el cuerpo. Para Hinata, su abuela no había envejecido nada desde que tenía memoria. Su largo cabello gris se agitó cuando ella intentó sacarla del medio.

—¡Basta Hinata!— gritó enojada—. Busca la maldita capa. Mueve el trasero, romperé la cara de Tsunade por esto—, casi gruñó.

Ahí Hinata cayó en cuenta que su abuela no parecía enferma en lo más mínimo. Ambas se detuvieron cuando un ruido amortiguado vino de Naruto que aún seguía en el suelo. Hinata soltó a su abuela y se dejó caer a un lado de Naruto, intentando voltearlo para verlo, pero pesaba en demasía.

—¿Qué mierda haces, niña estúpida?— le preguntó mientras la agarraba del brazo y la levantaba como si fuera una hoja.

Hinata estaba empezando a odiar que todo el mundo pudiera moverla como si no pesará nada y ella no podía hacer nada.

—¿Hay más zorros?— preguntó Kaguya mirando a las diferentes aberturas que tenía la cueva.

—¿Sabes qué son?— preguntó Hinata asombrada.

Kaguya se detuvo cuando se había acercado a una y mirado hacia adentro. Ella le dió una mirada filosa de ojos perlas e inteligentes.

—Vivo desde siempre en esa cabaña, niña. Si no supiera lo que hay en este bosque sería una estúpida.

—¿Por qué nunca me dijiste?— preguntó enojada.

Kaguya se siguió moviendo por la cueva como si le perteneciera, ella salió de la recámara que había estado Hinata con la capa roja en su mano y en la otra la escopeta. Se la lanzó, sin responder a su pregunta.

— Póntelo—, le ordenó mientras caminaba de nuevo a Naruto.

Hinata miró que dejaba el arma a un lado y no se preocupó que quisiera hacerle más daño. Pero su corazón dolía por ver qué un chico tan perfecto como él, tan dulce y joven había perdido la vida. ¿Cómo? ¿Cómo ella podría vivir con la idea de que él había muerto por su culpa?

El shock comenzó a irse de su sistema y empezó a caer en la realidad cuando Kaguya lo volteó. El rostro de Naruto estaba pálido, tan pálido que podría haber compartido con ella. De su pecho había salido mucha sangre y aún seguía saliendo a borbotones. Hinata lloró en silencio mientras su abuela veía las heridas.

—¿Te hizo daño?— preguntó ella suavemente, pero la amenaza estaba de trás de sus palabras.

Hinata apenas pudo negar con la cabeza cuando Kaguya levantó la mirada y ella terminó suspirando. Su abuela tomó la escopeta y pasó por arriba del cuerpo inerte del que había sido su chico zorro. Tomó del brazo a Hinata y la obligó a moverse a la salida.

—Pero.. Naruto—, susurró mirándolo por encima de su hombro.

—No te preocupes por ese muchacho, dentro de un rato estará tan furioso que no podremos controlarlo. Será mejor que nos movamos a la cabaña. Ellos no pueden entrar en mí terreno.

Hinata miró asombrada a Kaguya.

—¿Él no está...?— ella no pudo completar la pregunta.

Kaguya negó.

—El único que puede matarlo es otro cambia formas. No puede morir por métodos normales—, Hinata parpadeó cuando su abuela la tomó de la cintura y la subió al caballo como si no pesará nada (de nuevo)—. Cuando su bestia comience a ayudarlo a recuperarse, toma el control por unos minutos y será imposible detenerlo. Te matará si cree que fuiste la culpable. Créeme. Lo sé—, afirmó mirándola directamente a los ojos desde su posición más baja.

Hinata se asombró al darse cuenta que estaba sobre Kurama, Kaguya pareció darse cuenta de su sorpresa.

—Lo encontré en el bosque—, dijo dándole unos toques en el cuello—. También encontré las armas de ese asqueroso A. ¿Dónde está él?— preguntó mientras se movía al suyo.

—Muerto—, murmuró Hinata con la vista clavada en la puerta de la cueva, quería bajar y correr a ver si lo que decía su abuela era cierto.

—¿Lo hizo el zorro?

Hinata parpadeó y la miró confundida, hasta que comprendió lo que decía.

—Si, fue Naruto.

Kaguya frunció el ceño cuando dijo el nombre, montó a su caballo y se movió para tomar las riendas de Kurama y guiarlos. Ella no pudo evitar murmurar.

— Él y su padre me salvaron cuando papá murió—, la columna de Kaguya se tensó, pero siguió moviéndose—. Ahora él me salvó de A, matándolo.

Eso hizo que ella si se detuviera y la mirará sobre su hombro.

—¿Qué?

Hinata sollozaba, pero logró decirle entre balbuceos lo que había pasado. Cuando llegó a la parte donde le decía que él le dijo que era suya, los ojos de Kaguya se agrandaron.

—Mierda—, dijo para agarrarla y ponerla en su regazo. Hinata odió eso, pero no pudo quejarse cuando Kaguya volvió a hablar—¡Agárrate fuerte!

Esa fue la única advertencia antes de que instara al caballo a galopar rápido. Hinata lo hizo, sintiendo de repente un miedo irracional. Siempre que estaba con su abuela no temía al bosque, pero la mirada nerviosa de su abuela, una que nunca había visto, la asustó.

—¿Que sucede?— preguntó con un leve susurró.

Pensó que su abuela no la había escuchado, pero ella le contestó.

—Estamos en problemas.

Hinata tembló, pero no por sus palabras, sino por el aullido que se escuchó después no muy lejos. Lo que más le hizo sentir temerosa, era que había escuchado los aullidos de Naruto y este no era de él. Era de otra criatura. Una que ya había escuchado antes, en sus pesadillas, pero más el día que su padre había muerto.

Continuará...

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