Mí Zorro Feroz VI

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Aclaración: Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Masashi Kishimoto. La historia de caperucita, obviamente, no me pertenece, pero si las locas cosas que pasan por aquí.

Advertencia: Escenas violentas, lenguaje soez, posible sexo explícito (que sé que les gusta cochinillos XD) y si hay algo más, iré avisando.

Historia corta (creo), Algunos personajes OoC.

Mi Zorro Feroz

§

Hinata respiró hondo cuando estaba a punto de salir de una de otra de las secciones de la cueva. Ella se asombró de encontrar una especie de baño, si bien no tenía letrina, era algo parecido. Lo que más le fascinaba era el agua que caía en una de las esquinas, era una pequeñísima cascada que corría constante. Ella se había acercado lo suficiente, cuando se lavó la cara y la boca, para ver una rajadura en la roca. El agua era fresca, incolora y sin olor. Agua pura. Ella se animó a tomar un poco y fue algo tan refrescante que tomó hasta sentirse saciada.

Movió la piel a un lado para salir de la recámara de baño y otra sección más grande le recibió. El chico zorro la había llevado al baño después que habían estado un buen rato abrazados. Ella se sintió reconfortada por él, aunque no había dicho ni una palabra. Simples gemidos lastimeros, mientras acariciaba su hombro con la mejilla, luego también lo hizo con su cabeza. Él fue asombrosamente delicado con ella. Ya no le temía, si él habría querido hacerle algo, lo habría hecho ya.

Cuando sintió el olor a comida, recordó a Kurama y a su abuela Kaguya. Hinata tenía que ir a su cabaña y llevarle la medicina. Ella buscó con la mirada al chico zorro y lo encontró encorvado justo sobre una pequeña olla sobre una pequeña fogata. Hinata se movió a él, con un paso apurado, pero se detuvo antes de llegar. Se mordió las uñas, pensando en la forma de decirle que tenía que irse. Pero tenía miedo a andar por el bosque...

Se le ocurrió que podría pedirle ayuda, tal vez.

Sin ganas de querer asustarlo, se movió lentamente hacía él. Mucho antes de que llegará, el chico rubio levantó la cabeza y la miró para sonreírle. Hinata se detuvo, sonrojada. El chico zorro era muy apuesto, pensó cuando él volvió a hacer ese movimiento de salto para pararse. Él movió su mano, instándole a que se acercara.

—Ven—, pidió con un leve gruñido.

Hinata lo observó, preguntándose el por qué no hablaba normal. Ella dió unos pasos hasta que estuvo al alcance de la mano del rubio. El chico zorro volvió a mostrarle sus dientes en una sonrisa brillosa y tomó su mano para que se sentara, empujándola levemente para que lo hiciera a su lado. Ella lo hizo, escondiendo sus piernas debajo, sintiéndose algo cohibida al notar que su mirada celeste miraba sus rodillas desnudas. Su rostro prácticamente quemaba, mientras su mirada subía por su regazo, por su estómago y se detenía unos segundos de más en sus pechos. Hinata estaba bien cubierta con la camisa y era lo suficientemente holgada para que no se notará sus pezones, pero se sentía desnuda de todos modos. Cuando su intensa mirada llegó a su rostro, sus pupilas estaban algo dilatadas. Hinata sintió un extraño cosquilleo en su cuerpo.

—¿Comida?— preguntó de repente.

Ella miró la olla en el fuego, sin saber qué carne estaba hirviendo. Sus ojos se agrandaron al tener una idea asquerosa. El chico zorro no estaría cocinando a A¿no? Ella hizo una mueca.

—¿Qué carne es?— preguntó volviendo su mirada a él.

El rubio ladeó el rostro y miró sus labios, cómo si no hubiera entendido. Ella volvió a repetirlo, lentamente esta vez. Él asintió, supuso que era para que Hinata supiera que había entendido. El chico zorro adoptó una cara pensativa, y frunció el ceño.

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