9. Al extremo

349 46 1
                                    

Un cielo azulado, muy azulado, era lo único que podría verse desde muy lejos. Estaba algo nerviosa, aunque la de la idea hubiera sido yo.

Pedimos un taxi, y ambos estábamos sentados en el puesto de atrás, aunque cada uno en una ventana.

De vez en cuando nuestras miradas se cruzaban, y Keisuke sonreía levemente, aunque en parte creía que era porque lo obligue a quedarse fuera del taxi hasta que le dijera la dirrección al hombre que nos llevaba.

En una media hora estábamos frente a un bar, pero somos unos adolescentes, veníamos por la playa detrás del bar.

—¿Quieres tomar? —Preguntó Baji cuando nos bajamos del auto con una mueca confusa.

—Mi padre tiene hombres por toda la cuidad, créeme que lo último que haría sería eso —Dije, arrepiendome de no ponerme un abrigo. Pase mis manos por mis brazos tratando de calmar el escalofrío que acababa de darme.

—Si tuviera un abrigo y no tuviera frío también, te lo daría sin duda —Comento riendo —Ven aquí.

Abrió sus brazos y fui hasta donde estaba, Baji paso un brazo por mis hombros, y tal vez era la temperatura, pero se sentía muy cálido.

—Entonces, pequeña Maki, ¿Que haremos?

—Vamos a la playa —Le respondí sonriendo.

Camine y lo lleve conmigo, tratando de no salir de debajo de su brazo.

—Nunca he ido a la playa —Dijo Baji de pronto.

Pare en seco.

—¿Qué? —Dije alargando.

—Me escuchaste.

—Si, pero eso es raro.

—En Tokio no hay muchas playas. Solo fui una vez con los chicos, hace unos años, y fue realmente increíble.

Me quedé callada un momento, en realidad, si habían algunas playas, pero decidí no decir nada. Me límite a sonreírle y preguntarle cosas sobre ese viaje.

Caminamos unos 10 minutos, y estábamos frente a la playa.

—Makima —Me tense un momento al escucharlo llamarme por mi nombre completo, y creo que lo noto porque carraspeó luego —Maki, esto es un parque de atracciones.

—¡Frente a una playa! —Exclamé.

—¡Tenemos pijamas!

—¿Y qué?

—Estas loca —Dijo riendo y tapando su rostro.

—¡Corre!

Y así fue, corrimos hasta el no tan grande, parque.

Llegamos algo cansados, y nos colamos la fila para entrar más rápido, pague entradas, y caminamos dentro.

—¿Me creerías si te digo que jamás habia visitado uno de estos? —Preguntó Baji observando todo con una sonrisa, se veía realmente feliz.

—Acabas de decirme que solo haz ido una vez a una playa, te creeré lo que sea. ¿A dónde quieres subir?

Paso su mirada por cada juego, cada máquina, cada puesto, y no podía parar su mirada, con una sonrisa macabra, en otra cosa que no sea "El brazo de la muerte".

Es un brazo mecánico con unos 275 metros de altura, que pone los asiento en un ángulo de 90°. Esto último, deja al cuerpo boca abajo, contra la ciudad, y a Baji no dejaban de brillarle los ojos con ese juego.

—Ese —Maldición.

—¿Estás seguro? Es tu primer juego, podríamos empezar con los carro chocones o-

Tear | Tokyo RevengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora