El resto de la semana pasó como siempre. Ellos saliendo y entrando a excepción de Koko, pues él no necesitaba salir para encargarse de sus actividades, las cuales, todas estaban involucradas con el dinero. Por otro lado, yo seguía manteniendo mis encuentros con él de vez en cuando, y nos habíamos vuelto un poco más cercanos.
Mi relación con los hermanos había mejorado bastante, pues éramos como unos niños jugando por toda la casa, peleábamos por cualquier tontería o cuando algo no nos gustaba, y los demás adultos en casa parecían ya estar hartos de nosotros tres.
Kakucho y Takeomi eran los que más salían a resolver ciertos asuntos que aún no me contaban del todo, aunque sabiendo a que se dedicaban, no se necesitaba ser muy listo para poder darse una idea.
Había entendido que Sanzu era el segundo al mando después de Mikey, seguido de Kakucho, mientras que los demás estaban en un rango casi a la par, de igual manera, si algo había aprendido en estos días era que jamás se le debía repelar a Mikey si querías seguir en este plano existencial.
Sanzu los últimos días había llegado bastante tarde y siempre con marcas nuevas en el cuello, dando a entender que había estado con alguien, y por más que yo intentará hablar con él, parecía no escucharme o me contestaba de manera muy cortante como si yo le hubiera hecho algo malo para que ignorara mi presencia.
Mikey seguía vagando por la casa sin poder dormir por las noches, y de vez en cuando se quedaba en mi cuarto haciéndome compañía con el pretexto de que necesitaba cuidarme para que no fuera a huir.
Claro, como si fuera posible.
Era sábado por la tarde y habían decidido que iríamos a la discoteca en celebración por el cumpleaños de Koko, nos iríamos a las nueve de la noche y Sanzu parecía estar decidido a que yo no estuviera lista para esa hora, pues llevaba más de una hora en el baño.
— Sanzu, llevas bañándote más de una hora — grité mientras golpeaba la puerta con mi puño.
— Te recuerdo que el baño del pasillo también tiene bañera —gritó desde el otro lado.
— Y yo te recuerdo que mis artículos de baño están ahí adentro — volví a gritarle, pero ahora con una paciencia menor.
— Pues pasa por ellas, cariño — ante su tono de voz pude darme cuenta que había dibujado una sonrisa en su rostro, y el énfasis en aquella palabra lo había hecho con sarcasmo.
— Tienes diez minutos para salir o te juro que te ahogaré en la bañera — sentencié antes de dirigirme hacía el armario.
Todas mis pertenencias habían llegado ya de México, y aunque se supone que mañana sería el día en que regresaría, era más que obvio que no podría hacerlo. Hablé con mi padre en la mañana diciéndole que había decidido quedarme a vivir un tiempo en Japón pues me había enamorado del país y que quería familiarizarme con la cultura de nuestros ancestros, y que quería aprenderla de primera mano. Él aceptó sin cuestionarme y sin reprochar, y sólo se limitó a decir que luego hablaríamos de ello pues en ese momento tenía mucho trabajo.
Estaba observando toda mi ropa intentando decidir que vestido estaría bien para la ocasión. Miraba de izquierda a derecha con determinación y entonces lo vi, un vestido gris cruzado de cuello V y un escote en la pierna derecha, el cual acompañé con unos tacones blancos y una pequeña bolsa a juego. Definitivamente este sería el outfit perfecto para esta noche.
Habían pasado ya los diez minutos que le había dado a Sanzu y entonces me dirigí a cumplir mi amenaza. Entré sin tocar y él estaba aún dentro de la bañera, a este punto era imposible que su piel aún aguantara el agua que seguramente ya estaba helada. Se encontraba recostado y parecía estar dormido tan pacíficamente que ni siquiera se inmutó ante mi presencia. Tenía su cabeza echada hacía atrás dejando a la vista aquellas marcas en su cuello, y verlo así me invadió de una tremenda rabia.
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❝𝑷𝒂𝒛 𝒅𝒆 𝑷𝒓𝒊𝒎𝒂𝒗𝒆𝒓𝒂❞ ── 𝑩𝒐𝒏𝒕𝒆𝒏 𝒙 𝑶𝑪
Fanfiction● CORRIGIENDO ● ● FINALIZADA ● Aquel viaje que llevaba planeando más de medio año fue estropeado por mi papá, ya que me pidió viajar a Japón y estar presente en una reunión de negocios a la cual él no podía asistir, pensé que nada podía ir peor hast...