Montaña rusa

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Estuvimos tres días más en Puerto Vallarta, y el último día decidí que antes de regresas a la ciudad ir a Tequila sería una buena idea, pues ese estado es famoso por los llamados "Cantaritos" y los diversos museos sobre esta bebida.

En los cantaritos que no son nada más y nada menos que una mezcla de tequila, jugo de naranja, toronja, limón, sal, hielo y refresco de toronja los cuales son mortales pues realmente no sabe el tequila y cuando menos te das cuenta, ya estás en el suelo de lo borracho que terminas.

Yo no tomé pues tenía que manejar en dirección al aeropuerto aquella noche, pero ellos, terminaron tomando aproximadamente 8 cantaritos de 6 litros entre ellos y al cuarto cantarito ya estaban "cantando" con los mariachis que ambientaban el lugar.

Pero sin duda lo gracioso de eso fue cuando la banda comenzó a sonar en el lugar y terminaron abrazados a los hombres de la mesa de lado mientras movían su cabeza al clásico ritmo de la música de banda y según ellos cantaban la letra, pero no hacían más que pronunciar palabras al ritmo de la música que ni siquiera existían.

Definitivamente este fue uno de mis destinos favoritos con ellos y ya quiero ver sus caras cuando les enseñe los videos de ellos gritando a todo pulmón palabras que ni siquiera existen.

El día después de aquella legendaria borrachera no quisieron hacer nada así que solo los llevé en la noche al centro de Coyoacán a recorrer el lugar y a comer los famosos elotes que no son más que maíz con mayonesa, queso y chile en polvo, este último a decisión del consumidor, que al único que parecieron no gustarle fue a Koko, pues según él, no quería ensuciarse.
Tomamos chocolate y comimos crepas mientras platicaba con ellos y les contaba que ese lugar se llenaba de infinidad de gente disfrazada por el día de muertos o Halloween que estaba a la vuelta de la esquina.

De ese último tema se me ocurrió que llevarlos a Six Flags aprovechando que estaba el famoso festival del terror, claro, sin decirles esto último. La nena de Rin, a quien definitivamente consideraba más valiente casi no se subió a ningún juego, y los demás había ciertos juegos que evitaban, mis pequeñas princesas, a excepción de Sanzu y Ran, quienes se subieron a todos los que pudimos conmigo.

Y para comenzar a prepararlos para cuando cayera la noche, que es cuando comenzaban a salir los empleados disfrazados, entramos a la casa de terror en donde yo turnaba mi garganta para reírme de ellos y para gritar, pues a pesar de saber más o menos de que iba aquella casa siempre lograban sacarme varios sustos fuertes.

Cuando pasábamos por el cuarto con temática del Exorcista Rin y Koko comenzaron a gritar cual niñas chiquitas y más fuerte que los demás. Ambos del miedo comenzaron a jalarse entre ellos de la ropa y terminaron tirándose al piso, hasta la empleada que estaba disfrazada comenzó a reírse de la situación.

Finalmente, la noche cayó comenzando con lo que sería mi parte favorita de la noche. Por la espalda se acercó un payaso que se veía demasiado terrorífico y les gritó asustando a los siete obligándolos a gritar a todo pulmón que hasta la gente de los alrededores comenzó a reír.

Mikey no soltaba mi mano derecha mientras pegaba su cuerpo al mío y en la mano izquierda Rin me abrazaba con fuerza. Todos me reprendían por no haberles dicho que esto sucedía al anochecer, pero que debían admitir que los disfraces eran bastante buenos y que realmente parecían sacados de películas de terror.

Ese día mi estomago dolió de tanto reír, pero también mi garganta de tanto gritar, ya que, ni yo estuve exenta de aquellos sustos.

El penúltimo día que estaríamos aquí decidimos lanzarnos de paracaídas en Puebla, todos estábamos que moríamos de miedo, pero en el momento fue lo más asombroso del mundo, la adrenalina del momento jamás la cambio por nada y mucho menos sí fue con todos ellos.

❝𝑷𝒂𝒛 𝒅𝒆 𝑷𝒓𝒊𝒎𝒂𝒗𝒆𝒓𝒂❞ ── 𝑩𝒐𝒏𝒕𝒆𝒏 𝒙 𝑶𝑪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora