La mentira no puede ser mantenida si tus herejes te contradicen

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La oscuridad era abrasadora, con nubes pintando el cielo, anunciando el inicio de una tormenta

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La oscuridad era abrasadora, con nubes pintando el cielo, anunciando el inicio de una tormenta. Un trueno hizo eco en la habitación, y unos segundos después, una lluvia torrencial se lanzó sobre el techo, cubriendo los alrededores con una niebla bastante densa. Casi sin ver nada, ambos amigos se acercaron entre sí, estoicos, aunque el sudor en sus facciones indicaba que estaban alerta.

—Quédate atrás. —Light amenazó al shinigami.

—Oye, ya cálmate —apaciguó el dios de la muerte, limpiándose el polvo que se le había acumulado—. Escuchen, he venido porque hay un inconveniente. —señaló a L.

—Disculpa, creo que te equivocaste —alegó el azabache. Ryuk se quedó sin habla, parpadeando desconcertado—. Por favor, retírate y déjanos en paz; has causado bastantes problemas.

El frío cada vez calaba más profundo en sus huesos, y el aire estaba tan pesado que les costaba respirar. Lawliet se situó delante del shinigami, sin importarle la diferencia de altura. Cualquier frase innecesaria, paso en falso o intento de acabar con su esfuerzo le costaría caro. Él no iba a perder con una leyenda inverosímil, pese a que le inquietara.

Light observó entre ambos, escéptico.

—¿Qué es lo que te pasa? —cuestionó el shinigami.

—¿Cómo dices? —provocó Lawliet, con cierta advertencia en su voz. El shinigami siguió sin comprender.

—¿Por qué actúan así? —Ryuk los apuntó con el dedo.

—¿Cómo más íbamos a actuar? —cuestionó Light, incómodo.

El inglés se dio cuenta de que le faltaba la clave principal del misterio. Ryuk se comportaba como si le hubiera dicho la verdad a Light, lo que era absurdo, ya que eso nunca había pasado, mucho menos en los días que estuvo asustándolos. ¿Acaso se había vuelto loco? Claro, podría ser un problema de memoria, considerando lo idiota que era, pero por lo que sabían, los shinigamis no podían sufrir de algo así.

¿O habría pasado algo antes de que viniera?

—Oh —El shinigami fue alejándose, incómodo—, ya entendí.

—¿Por qué crees que actuaríamos como si te conociéramos? —Light se cruzó de brazos—. Eso no tiene sentido.

El porcentaje de sus sospechas aumentó, aunque estaba convirtiéndose en un hecho a medida que conversaban. ¿Qué le había hecho creer al shinigami que le contó la verdad a Light? O peor aún, ¿quién? Los únicos que conocían a Ryuk eran Watari y él. Era imposible que el anciano fuera el culpable. Tal vez el dios de la muerte se encontró con una persona que comprendió quien era y hubo un malentendido, o algo más complicado.

De la nada, alguien se le vino a la cabeza.

—Olvídalo, esto fue un error —se quejó Ryuk, alzando ambas manos—; no es importante.

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