Verdades en la pancita

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Increíblemente ya estaba en la última fase de todo este proceso, mi vientre era tan enorme que ya no me dejaba ver mis pies o por lo menos  bajar las escaleras sin ayuda de alguno de los chicos.

 Jimin, ese lindo niño estaba muy animado tras conocer a una amable mexicana poco antes de su ruptura oficial con Jungkook hablaba tanto de ella que me hacía sentir como si la conociera de toda la vida, aunque jamás la había visto en persona pero ya le tenía un aprecio muy grande por devolverle el brillo a los ojos de mi amigo.

Su nombre era Aloani, tenía veinticuatro años y era una estudiante de intercambio en un doctorado en pedagogía, se decía que su cabello era hermoso del color de la noche. Era dulce, amable, bondadosa, era la persona perfecta para él.

Hoy iba a presentarla, aunque me sentía nervioso porque me la vivía en pijama desde los siete meses y medio, así que no sabía si algo decente en mi closet me cerraría con tremenda barriga.
Kimmie se había vuelto más inactivo también en ese penúltimo mes ya que aparentemente no tenía tanto espacio (a pesar de que soy alto) como al principio, tal como había dicho el ginecólogo.

Mis ojeras también crecieron junto a mi vientre, al principio porque el bebé no paraba de moverse durante las noches y ahora porque ya ninguno de los dos se acomodaba al momento de dormir, nadie más que yo conocía eso...ni su sexo, pretendía revelarlo esa noche dado a que Jimin presentaría a su persona especial, yo también revelaría a la mía.

A veces, Taehyung me mimaba con masajes en mis pies hinchados o cumpliendo mis antojos junto a Hoseok y Yoongi; realmente sentía cosas por ese muchacho, nuestros encuentros íntimos se hicieron más frecuentes tras la noche en que lo penetré, él moría por algo más, pero yo no estaba listo para una relación a tan poco tiempo de tener a mi hijo sobre los brazos, era muy difícil elegir entre él y mi vida amorosa.

Sería mal padre si no lo eligiera a él.

Comencé a ir a clases de natación durante las tardes, debía bajar un poco mi peso para que no me costara tanto recuperar mi antiguo cuerpo una vez que el bebé saliera de ahí, mi trabajo dependía tanto de mi imagen como de mi talento. Sin una buena imagen, no habría trabajo, sin trabajo, no habría cómo mantener a mi hijo, era algo inevitable a fin de cuentas.

Algo curioso es que en las primeras clases tenía la sensación y leve temor de hundirme por el peso extra, la entrenadora me explicó que eso no pasaría, al contrario, sería más fácil puesto que me facilitaría el flotar dentro del agua porque sería liviano como una pluma, lo cual fue cierto, ahora ya sabía nadar por lo que solamente iba a la alberca a terminar mi ocio por un rato, mi bebé lo disfrutaba ya que también se removía cuando nadábamos, así que me liberaba un rato del tenso ambiente en la casa.

En fin, finalmente escogí un conjunto informal (pero cómodo) conformado por una camisa desabotonada de tono violáceo , una camiseta color blanca debajo, unos pantalones de mezclilla con una bolsa parecida a la de los canguros donde perfectamente encajaba mi vientre y unos tenis blancos con velcro para cerrarlos, mi cuerpo ya no estaba en condiciones para amarrar agujetas.

Me miré en el espejo para arreglar un poco mis cabellos descoloridos, el tinte grisáceo se había caído hace mucho y me recomendaron no volver a teñirlo de nuevo por que podría afectar al bebé, así que ahora estaba un poco largo con su castaño natural. 

Hoseok se asomó hacia la madriguera asegurándose que todo estuviera en orden -Se ve muy tierno, hyung. Ya sé que Tae se lo dice a menudo, pero creo que nunca viene de más un halago- Sus manos delgadas masajearon la parte donde se percibía el movimiento brusco de Kimmie, haciéndolo sonreír al mismo tiempo que yo soltaba un pequeño quejido por la presión sobre mi vejiga- ¿le duele algo?

El vientre de NamjoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora