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En una noche desolada, las estrellas se escondían bajos las ligeras nubes, cubriendo la luz tenue de la luna, una luna tan roja como la sangre.

Una mujer iba corriendo a rastras, su rostro era manchado por los grandes rastros de sangre, sus piernas pedían parar, pero su cerebro se lo impedía, cojeaba con dolor en su vientre, lágrimas pidiendo ayuda le suplicaban, necesitaba parar.

Sus brazos cargaban el peso de otra vida en juego, el llanto de aquel individuo no saciaba, conforme los minutos pasaban, su lágrimas mojaban la pequeña manta que cubría su cuerpo.
Y en un segundo, su llanto se dejo de escuchar, y los ojos de aquella mujer se cerraron cayendo al suelo.

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Calor, una inmarcesible ráfaga de calor recorrió sus sentidos, sus ojos se abrieron lentamente, observando el lugar poco inusual en el que se encontraba, pero relativamente conocido

Frunció su ceño, levantando se con cuidado del suelo, teniendo su mirar fijo en sus heridas abiertas y la alfombra roja con dorado que adornaba el suelo

Y levantó su mirada.

Un atractivo hombre yacía mirando la fijamente, su mirada seductora la atacaba como si de espadas en su abdomen le clavarán.

Su falta de ropa, dejaba ver con libertad su abdomen marcado, su facciones faciales eran simplemente perfectas y atractivas. Sin dejar atrás que su pierna estaba encimada sobre la otra, mientras que con su mano sobaba su labio, mirando la sin pudor alguno

Una sonrisa ladeada se estableció en su rostro, al ver a la indefensa mujer

— Mei, ¿A qué se debe tu visita tan inesperada? — su voz era tan profunda como los gritos que se escuchaban a su alrededor

— M-mi Señor, mi querido Señor celestial — tartamudeo, se inclinó completamente hacia él, haciendo una reverencia, — Y-yo, yo he tenido la vulgaridad de venir hacia su honrado reino, a pedirle un favor desde mi más profunda alma — su voz temblaba, pero su mirar seguía en la alfombra

— Adelante, dilo.

Sonrió — Mi familia es tan pequeña como un grano de arroz, aún así, yo como su servidora desde mi nacimiento, soy su más fiel seguidora y leal humana. Me haría tan feliz, que bendice a mi hija recién nacida.

Sus suplicas eran abiertamente escuchadas, y la bendición hacía su hija, solamente le estaba rogando que tomé su vida y alma, que la haga suya con todo el orgullo de su ser.

— Mei — río — ¿Me estas pidiendo que tomé la vida y el alma de tu hija? — su sonrisa no abandonaba su rostro 

— Si, mi señor  — afirmó

— ¿A si?, ¿Qué es lo que quiere a cambio, para tan honrada petición hacía Lucifer? — se levantó de su trono lleno de calaveras y cráneos de lo que alguna vez fueron humanos

— Mi señor, estamos en la época de sequía y escasez de comida, me honraría tanto que nos dé el privilegio de darnos un ganado, cultivos y agua suficiente para sobrevivir durante este periodo — rogó, mientras Lucifer sonreía con victoria 

៚нεℓℓ¡รн ℓ๏vε❜ ↬ʟɪᴢᴋᴏᴏᴋDonde viven las historias. Descúbrelo ahora