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Rojo Carmesí.
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Sus ojos brillaban fugazmente, miraba deslumbrada a todas aquellas pobres almas, perdiendo se en el gran dolor de las flamas, pagando por sus pecados.

Miyeon chilló de emoción saltando sobre su eje, tomando con rapidez la mano de Lalisa, adentrando la al gran lago que ardía con desesperación, embriagando los con fuego y azufre. Las palabras de la mayor en ese entonces, habían desaparecido, introduciendo se con lentitud hacia una gran orilla, donde podía ver con exactitud un gran pozo sin fondo.

—¿Miras esa montaña?. — la menor señaló con torpeza una gran montaña de donde grandes árboles oscuros cubrían con sus gruesas cortezas los misterios de un interior.

La rubia asintió sin problema, arrugando sus labios con seguridad, — ¿Por qué salen grandes cuervos de su interior?. — cuestionó mirando ingenuamente a las aves salir con desesperación de su interior.

Miyeon sonrió por inercia, dando le inicio a su caminata sobre un camino guiado por piedras, observando como cuerpos sin vida de animales eran regados por su alrededor.

Sin embargo, la menor estaba más que dudando por la pregunta de su amiga, cruzó sus manos sobre su pecho, frunciendo su ceño.

—Supongo que antes de venir, la biblia te había dicho como el Diablo era el malo de la historia — sonrió con arrogancia, escuchando detrás de ella como Lalisa respondía con un ademán. —. Las cosas siempre tienen una versión diferente a la que te cuentan, Lucifer era un ángel, uno de los más fieles. Sin embargo, fue desterrado. Observa bien, como las cosas pueden parecer diferentes a primera vista, pero también llegan a ser de lo más sorprendente.

Orgullosa detuvo sus pasos, volteándose a mirar el rostro de Lalisa, mirando la con su ceño fruncido. Sin embargo, aquel gesto desapareció tan rápido como pudo. Pues los oídos de la rubia se iluminaron sin querer, al escuchar el cantó sinfónico de un ave venir de aquel gran bosque.

—Las cosas son tan diferentes cuando las presientes. El inframundo y el infierno son tan diferentes, como iguales, tienes que explorar mucho más de lo que crees para saber cuantos secretos oculta, no sabes lo que te encontrarás, pero tampoco lo esperes. 

Caminó hacia adelante, escalando con facilidad la montaña antes mencionada, ayudando a su mayor a escalarla, ocasionando que sus vestidos se ensuciarán con la tierra. Aún así se acercaron lentamente hacia al bosque, hasta quedar frente a frente, con los oscuros y largos árboles que con su corteza les mostraría el peor lado de las cosas, salvando de la tentación, al mejor.

Caminaron con lentitud hacia los árboles, cruzando por las grandes cortezas que las rodeaban, mientras la oscuridad parecía más lejana, a la misma vez que pareciera acercar se. Lisa tragó saliva con nerviosismo.

—¿Estás segura de qué sabes por dónde vamos?. — preguntó con timidez, siguiendo los pasos de Miyeon sin sigilo.

Ella asintió segura de sí misma, —¡Por supuesto!, Conozco estos lugares como la palma de mi mano. — respondió con obviedad.

La mayor se quedó en silencio, sin continuar con su cuestionario. Se dedico a observar sus alrededores, mientras miraba con temor su panorama. Grandes cuervos volaban sobre ella, mientras sus cantos rebotaban por sus oídos.

Le ocasionaban un leve escalofrío el saber que sus pies tocaban la tierra mojada, aún sin saber lo que se podía esconder bajo ese suelo. A la vez que el aire inexplicable soplaba con gracia sobre sus mechones.

Los negros cabellos de Miyeon chocaron con dureza contra el rostro de Lalisa, mientras detenía sus pasos, a la misma vez que la rubia ladeaba su cabeza confundida.

៚нεℓℓ¡รн ℓ๏vε❜ ↬ʟɪᴢᴋᴏᴏᴋDonde viven las historias. Descúbrelo ahora