Capítulo 3: La primera prueba.

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Esa frase por si sola se encargó de carcomer al muchacho de los ojos azul cielo, no dejaba de pensar a que era lo que su peculiar docente se refería y, por más que trataron de buscar una respuesta clara, todos sus pensamientos se consumían en una sola idea que lo aterraba: "La expulsión". 

No era descabellado pensar en esto, teniendo en cuenta la cantidad exagerada de alumnos que ingresaron tan solo en este nuevo ciclo escolar, era normal que quisieran filtrar a aquellos que solo venían a pasar el rato, aquellos que no estaban cien por ciento comprometidos con la carrera del heroísmo, la actitud del docente de ojos color miel hacía sentido bajo éste contexto.

El monólogo anterior de su profesor no había hecho más que mortificarlo: "¿De verdad merezco estar aquí?", "¿Qué le voy a decir a mi ama si me sacan de aquí?" Eran solo algunas de las interrogantes que le atormentaban sin pensar. 

Antes de que el Jesús pudiese echarse a llorar debido a la incertidumbre, un repentino impacto se hizo presente en su espalda, el cual fue precedido por una ligera sensación de dolor que se encargó de traerlo de vuelta al mundo real, sus ojos vagaron unos momentos por el aula que estaba, está ya no era la misma de hacía unos instantes, ahora se redujo de una especie de vestidores en los que él yacía sentado, segundos después de esto, su mirada buscó con extrañeza a quien se había encargado de traerlo de vuelta.

– Ora bato, llevas como diez minutos tieso. Ya todos se fueron, no más faltamos tú y yo.

Aquella voz y tono tan confianzudos no eran de nadie que no fuera el joven Alex, quien ya no portaba aquel descuidado uniforme, si no un vestuario mucho más llamativo. 

Su torso se expuso por completo, dejando ver un físico que había sido sometido a alguna clase de entrenamiento, el vestuario continuaba con unas mallas negras que poseían ciertos detalles blancos y rojos, estando acompañadas por unas botas que se asimilaban bastante a las de un luchador profesional.

– Andabas en la pendeja. – Un comentario bastante acertado salió de la boca del de ojos carmesí, quien sostenía entre sus manos lo que parecía ser un casco que complementa su extraño vestir.

– Algo así. 

Murmuró el moreno de un suspiro, el cual sobresaltó sus pocos ánimos, resultaba extraño verlo así considerando la antes emoción que irradiaba desde su llegada. 

Jesús se levantó de la banca en la que se encontraba, acto seguido posó su mirada sobre uno de los espejos, apreciando al detalle el vestuario por el que había sido opacado su uniforme. Se convirtió ni más ni menos de hoodie oscuro con pequeños tintes de dorado por aquí y allá, un pantalón del mismo color que parecía bastante cómodo en realidad y, un calzado que seguía con el patrón anterior. 

El muchacho suspiró nuevamente con brevedad, antes de recordar las indicaciones que el señor Cuervo les había dado a todos: "Vayan a los vestidores y cambien sus garras por algo más decente", nadie esperaba que aquello fuera ni más ni menos que su primer traje de héroe.

– Se te ve perro. – Comentó D-von para romper el silencio que intentó apoderarse del vestidor.

 Una pequeña sonrisa se dibujó en el rostro del muchacho tras escuchar esto. 

Antes de poder responder, Chuy se miró una última vez en el espejo, para después golpear su rostro levemente, un intento por destruir de todo pensamiento negativo que aún quedaba en él.

– Fuimonos. – Dijo con seguridad el ojiazul antes de caminar junto a su compañero fuera de los vestidores camino hacia una dirección específica.

En la cabeza de ambos se repetían las últimas indicaciones del señor José: "Ultimo piso, no lleguen tarde". Ambos sabían que iban con minutos de retraso, pero se encontraron mucho más concentrados en una discusión acerca de sus respectivos trajes heroicos, la primera pregunta fue escupida por el muchacho Carrillo, quien cuestionó la clara ausencia de prenda superior en su compañero.

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