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Misión•

La situación actual era ¿Incómoda?, el castaño no sabía como definirla exactamente. Luego de la extraña presentación de la pequeña criatura, había quedado la habitación en total silencio.

Binnie y el pequeño se miraban mutuamente, uno tratando de procesar la información y otro con una mirada llena de alegría. Moonbin cerro los ojos por unos segundos y volvió a abrirlos, deseando que esa adorable criatura frente a él sea un simple producto de su imaginación, creado por su falta de sueño.

Lamentablemente, el pequeño seguía ahí, esperando por alguna acción del contrario. El castaño, cansado de la extraña situación, se alejó de su ventana y fue directo a su cama, recostandose sobre ella, cerrando los ojos.

-Tranquilo Bin, no ha pasado nada, solo son tonterías tuyas... solo duerme un rato y cuando despiertes nada de esto será real...- Susurraba tratando de convencerse a si mismo.

No obstante, no pudo siquiera poner en marcha su plan, pues unos suaves toques en su mejilla lo trajeron nuevamente a su realidad, abriendo los ojos para encontrar al pequeño frente a su rostro, luciendo un tanto avergonzado.

-Yo... se que tal vez sea extraño para ti, pero por favor no me ignores...- Su tono de voz era sumamente bajo. Lentamente se acercó un poco más al castaño.- Yo soy un hada guardián, cada uno de nosotros es asignado a un humano que realmente nos necesite.- Se sentó en la almohada donde Moonbin reposaba su cabeza, estirando su manita para dejar caricias sobre el cabello del recién nombrado.- Tu no eres feliz Binnie, y mi deber es ayudarte a que lo seas, no se exactamente como, pero de eso se trata, de ayudar a buscar tu felicidad... Luego de eso yo me iré y podrás pretender que nada ha pasado.

Moonbin se incorporó sobre la cama, acomodándose para tener una mejor vista de la dulce hada. A decir verdad, era un pequeñín bastante tierno. Su cabello era rubio y llevaba consigo un pequeño sombrerito, tenía una camisa color crema y unos pantalones bastantes peluditos color ocre. Y por supuesto, no olvidemos sus alas, eran de un color bronce, parecían degradadas desde su nacimiento hasta el final, donde aparentaban perderse en el aire, haciéndolas ver totalmente mágicas y a la vez muy frágiles y delicadas.

Era realmente muy bonito.

-Creo... creo que está bien.- Moonbin no sabía como contestar a las palabras del bonito ser delante de él, era una experiencia completamente nueva, que hace solo un día atrás creía totalmente inimaginable.

Eunwoo sonrió comprensivo, entendía completamente a Moon. Sabía que era algo nuevo para el chico y que tardaría unos días en acostumbrarse con totalidad. Fregó con cuidado sus ojos y miró hacia el reloj en la mesa de noche, ya era bastante tarde, por lo que decidió hablar.

-Binnie, se que tu idea es estudiar, pero tus ojeras son demasiado oscuras y se nota demasiado lo cansado que estás... Ya es tarde, ¿No crees que lo mejor es dormir?- hablo al ver al chico tomando uno de sus libros, e intentando leer sobre su cama. Los ojos de este apenas se podían mantener abiertos.

Moonbin al escuchar a Eunwoo, lo pensó por un instante. Sabía que debía estudiar, pero también era consiente de que últimamente apenas había podido dormir y eso no era nada bueno para su salud.

Lentamente asintió y cerró su libro, dejándolo a un lado. Con cuidado volvió a recostarse, tapándose con una manta para evitar sentir frío en la noche. Cerrando sus ojos pudo sentir como el pequeñín apagaba las luces y unos segundos después, como este se acomodaba a un lado suyo, sobre una almohada.

Unos minutos después, volvió a abrir sus ojos para poder admirar al hada totalmente dormida. Estiró uno de sus brazos para alcanzar una bufanda que tenía colgada en una silla cerca de su cama, y con cuidado la colocó sobre el chiquito que estaba en el mundo de los sueños.

Luego, simplemente cayó dormido producto del cansancio.


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Moonbin sentía ruidos lejanos, no sabía de dónde era exactamente pues aún permanecía levemente dormido. Ignorando el sonido, optó por acurrucarse más en su lugar, para poder seguir durmiendo entre las cálidas mantas.

O bien, ese era el plan, pues fue interrumpido por un estruendo que parecía venir de la cocina.

De un salto salió de su cómoda cama y sin preocuparse por estar descalzo corrió hasta donde oyó el fuerte golpe.

Al llegar pudo divisar al pequeño Eunwoo con un gran mohín en sus labios y sus bracitos cruzados, si, estaba haciendo un lindo berrinche. Y la escena podría parecer tierna, pero era imposible al ver el desastre que había en el lugar.

La canilla y heladera abiertas, ollas, tazas, platos y cubiertos esparcidos por el mesón. Había harina en el suelo y ni hablar del humo el cual Moonbin no tenía idea de cómo había aparecido.

A pasos rápidos se acercó a Eunwoo, frunciendo el ceño al ver toda su ropita sucia. Suspiró y resignado cerró la canilla y la heladera. No podía enojarse con esa criaturita, era demasiado adorable para su bienestar.

-¿Que ha pasado aquí, Eunwoo?.- Tomó asiento frente al hada, quien se sonrojo completamente por haber sido capturado en el peor momento.- Vamos, no te regañare...

El  pequeño bajó su cabecita, moviendo sus piecitos para evitar la mirada del castaño.

-E-es que... Yo solo quería hacer un lindo desayuno para ti, mi deber es hacerte feliz y esto me parecía una linda forma de comenzar.- Su voz era tan suave y baja que Moonbin apenas podía oírla.- Prometo ser más cuidadoso la próxima vez... Es mi primer misión y no se hacer muchas cosas.

Moonbin solo pudo sonreír levemente, levantándose de su lugar.

Caminó hasta el mesón y tomó una taza llenándola de lo que parecía ser un café- Bastante mal hecho- y a su lado unas tostadas un poco quemadas.

Caminó devuelta a su lugar, acomodándose frente a Eunwoo nuevamente. Sin importarle lo mal que debía saber el café- Y si que lo hacía- Moonbin bebió de él y comió las tostadas. El pequeño lo miró sorprendido pero con una mirada brillosa, parecía emocionado al ver al humano comiendo su desayuno.

-¡¿Cómo está!?- Preguntó Eunwoo, ansioso por saber si a Binnie le había gustado o no su comida. Sus manitas estaban cerradas en puñitos y sus alitas comenzaron a moverse rápidamente, apenas revoloteando, y sus ojos... Estos tenía ese aura inocente que podría cautivar a más de uno.

Moonbin no quería mentir, estaba asqueroso. Las tostadas tenían un fuerte gusto a quemado y el café demasiado fuerte, amargo y bastante frío. Si fuera otra persona le diría exactamente eso. Pero... al ver el rostro del pequeñín, con sus bellas mejillas sonrojadas, decidió mentir.

-¡Me encanta Eunwonnie, esta delicioso!.- Dio un gran mordisco a su tostada para darle más realismo a su actuación.

Y aunque tenía ganas de lanzar todo a la basura, terminó ese desastroso desayuno al ver la carita de felicidad que portaba el hada, demasiado alegre y orgulloso de que su plan haya salido como quería.

Aunque todos sabemos perfectamente, que esta sería la última vez que tocaría la cocina.


𝐂𝐮𝐞𝐧𝐭𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐇𝐚𝐝𝐚𝐬 || 𝐀𝐝𝐚𝐩𝐭𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora