dieciséis

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— ¡kyo! — al escuchar como el menor lo llamaba desde el salón, suspiró levantándose de la cama para dirigirse hasta allá, arrastrando los pies con cansancio. — ¡hermanito!

— ¿qué pasa, sota? — una vez estando afuera se detuvo en seco al ver al pequeño peligris a un lado de la puerta, junto a un invitado que realmente no esperaba ver más ese día. — ¿qué...?

— ¡miyamura, sí viniste! — ni siquiera pudo preguntarle apropiadamente qué estaba haciendo ahí cuando una quizás demasiado entusiasmada kyoko lo empujó a un lado después de haber salido de su habitación al oír la puerta principal abrirse. — te estaba esperando.

— ¿esperando? ¿para qué?...¿a dónde van? — finalmente le preguntó al ver como la castaña se ponía un saco y tomaba su bolsa, colgándosela en uno de sus hombros antes de posarse a un lado del pelinegro, el cual estaba a punto de hablar antes de que kyoko respondiese en cambio.

— vamos al cine...por cierto, ya es tarde. mejor vámonos, no me esperen para cenar, llego tarde. — y, casi arrastrando a miyamura detrás suya, finalmente cerró la puerta. dejando un silencio sepulcral en toda la casa.

— ¿por qué me llamaste a mí si venía por kyoko? — el menor frunció un poco el ceño al escuchar su pregunta.

— miyamura preguntó por ti apenas llegó...no dijo nada de kyoko. — murmuró encogiéndose de hombros sin darle mucha importancia a ello. — por cierto, kyo, ¿me ayudas con mi tarea?

rió.

— ¿te ayudo o te la hago? — el más pequeño sonrió con inocencia, siempre era así. kyoko nunca haría eso ni lo permitiría, pero kyouka era su cómplice en ese tipo de pequeñas faltas.

— sí, sí. tengo mucho que hacer, así que siéntate. — le ordenó mientras corría a buscar su mochila y tomaba asiento frente a él en la mesa.

— sota, ¿tú crees que kyoko sea capaz de pedirle a miyamura que sea su novio? — mientras coloreaba uno de los dibujos que había hecho el más pequeño, le preguntó con simpleza sin despegar sus ojos de la hoja frente a él.

— uhm...creo que sí. sabes que nuestra hermanita es un poco loca. — no pudo evitar reír al escuchar que la llamaba así, apodo que él también usaba en muchas ocasiones. aunque honestamente prefería más el "vieja bruja". sólo que este era un poco muy agresivo para sota. — ¿por?

negó.

— por nada...— sin embargo, esta respuesta vaga no convenció del todo al menor.

— hm... ¿hermanito, crees que sea algo de familia? — su pregunta hizo que se desconcertara un poco, más no dejó de colorear sin muchas ganas uno de los árboles del dibujo de su hermano.

— ¿qué cosa, sota? — y simplemente esperó un momento por su respuesta, la cual llegó rápidamente a golpearlo.

— gustar de miyamura...— finalmente, levantó la mirada hacia él, el cual se mantenía escribiendo tranquilamente algo sobre uno de sus cuadernos. — aunque a mí no me podría gustar nunca...porque es un chico...

estaba a punto de murmurar algo cuando la voz del más pequeño volvió a hacer presencia en el salón y le obligó a callar.

» pero tú eres un chico...y aun así te gusta. — dejó el lápiz en el medio del cuaderno, se levantó del piso y señaló con uno de sus dedos al castaño para seguidamente hablarle con un tono parecido al de esas caricaturas que él solía ver siempre al llegar a casa de la escuela. — ¡y tú le gustas a él!

— ¿qué rayos te hace pensar eso? — le preguntó con el ceño fruncido, provocando que el más pequeño bajara su mano y se volviera a sentar, algo desmotivado.

hori ☆ miyamuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora