siete

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— hori... ¿estás bien? — la ojiverde le preguntó al notar como sus manos temblaban mientras sostenía una pequeña carta entre sus manos. carta que antes estaba muy seguro de darle a sakura, pero que ahora no parecía muy amena.

— sí...yo...— maldición. cuando le dijo a kyoko que le haría una carta de confesión a kono no creía que fuera una tarea tan difícil, hasta ella le dijo que estaba genial y lo apoyó mucho. no creyó que se sentiría tan condenadamente nervioso al momento de tener que hacerlo. —...quería darte esto.

— ¿qué es? — ella se quedó observando expectante el exterior de la pequeña carta intentando buscar algo que le diera una pista sobre de qué se trataría esta. salvo que cuando estaba a punto de abrirla fue detenida por las palabras del más pequeño frente a ella.

— no... ¿puedes abrirla más tarde? — la expresión de confusión en su rostro sólo aumentó otro poco, así como el sentimiento creciente de duda que tenía en su cabeza.

— ¿por qué? — al no obtener respuesta de su parte sólo volvió a preguntar. — ¿es tan importante?

— sí...para mí lo es. ¿podrías? — una vez más, un silencio profundo y algo pesado quedó entre ambos hasta que la mayor soltó un suave suspiro.

— está bien. la leeré más tarde si eso es lo que quieres. — guardó con cuidado esta dentro de su bolsa para seguidamente volver a colgársela apropiadamente en uno de sus hombros. — ¿me ayudarás hoy con el papeleo del concejo?

suspiró.

— lo siento, hoy no puedo...tengo un trabajo que hacer en casa. quizás la próxima semana, ¿sí? — aunque era también por evitarla hasta que se sintiera más tranquilo, en parte era cierto, había quedado con yuki, miyamura y su hermana en su casa para acabar un trabajo grupal que tenían pendiente. cosa que en realidad le vino como anillo al dedo.

la contraria sonrió.

— claro. nos vemos luego, entonces. ¡adiós! — se despidió con una de sus manos antes de, finalmente, desaparecer en una esquina lejana entre los pasillos, dejando al castaño completamente solo.

«¿por qué me tengo que arrepentir ahora?» sintiendo el peso del silencio de los pasillos vacíos casi sobre su nuca, decidió irse de allí. hace un par de minutos habían terminado las clases y lo más probable es que kyoko y los demás estuvieran esperándolo afuera.

— hasta que llegas. pensábamos irnos sin ti. — mintió, casi exagerando demasiado y el menor rodó los ojos ante la actitud tonta de su hermana. ellos no se habrían ido, yuki de ninguna manera la habría dejado y de miyamura no podía decir nada. no había hablado con él desde el día del cine y no pensaba hacerlo mientras tuviese la oportunidad. — ¿en dónde estabas?

— hablando con sakura. — murmuró caminando entre la rubia y su hermana, hablando tan bajo que tan sólo la más alta pudo escucharlo.

— ¿eh? ¿le diste la carta? ¿qué te dijo? ¿te aceptó? sabría que te aceptaría, ¿ya son novios? — tuvo que dejar sus preguntas cuando escuchó como el castaño le chisteaba de repente para que se callara.

— no la leyó...— fue todo lo que dijo y kyoko frunció el ceño al oírlo.

— ¿no la...? ¿por qué no?

— yo le dije que no la leyera. — aquella vaga respuesta sólo logró confundir otro poco más a la castaña. preguntándose por qué su hermano, si es que estaba tan profundamente enamorado de sakura como él decía, le habría hecho aquel pedido tan inusual.

— ¿por qué hiciste eso? — sin estar muy consciente de los demás, continuó preguntándole.

— porque tenía miedo. — continuó murmurando, mientras rogaba internamente porque la mayor dejara de hacerle preguntas sobre ese tema. tanto porque se sentía patético por lo que había hecho, y porque ellos no estaban precisamente solos.

hori ☆ miyamuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora