veintisiete

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— ¿qué estás haciendo aquí? — ni siquiera lo saludó, o incluso se molestó en utilizar un tono mínimamente amable cuando abrió la puerta sólo para encontrarse con el castaño detrás de esta.

esa mañana kyouka y miyamura habían salido más temprano de lo normal del departamento del mayor para dirigirse a la casa de hori, afortunadamente fue ella la que abrió la puerta y no sota.

— vine a hablar contigo. — murmuró apretando ambas asas de su mochila con sus manos, nervioso por la respuesta de la contraria.

su silencio nunca pareció tan escandaloso para él.

— bien...entren. — finalmente se hizo a un lado, y el menor no pudo evitar sonreír ante las palabras de la castaña, justo antes de hacer lo que ella le dijo y adentrarse a la casa.

una vez los tres estuvieron sentados frente a la mesa, un silencio algo incómodo llenó el lugar.

— ¡kyouka! — la voz chillona del más pequeño apareciendo desde el pasillo llamó la atención de todos; y poco después el peligris salió corriendo para lanzarse sobre el mayor, el cual lo recibió gustosamente entre sus brazos. — te extrañé muchísimo.

rió.

— yo también te extrañé muchísimo. — luego de un momento, sota se soltó de su abrazo.

— ¿vas a vivir con miyamura-san ahora que eres su novio? — tragó en seco, algo aterrado al escuchar las palabras del más pequeño; y pronto, ese nerviosismo que desapareció hace un momento, volvió a hacer presencia en él.

— yo no...— pero una tercera voz entre ellos le interrumpió antes de que pudiera siquiera pensarse algo que decirle.

— no vas a vivir con miyamura. — ella murmuró antes de darle un sorbo a su taza de té caliente, haciendo que los tres llevaran su mirada hacia sí. — sota, ve a la habitación un momento.

— pero...quiero hablar con kyouka. — farfulló en desacuerdo con la mayor.

— hazle caso a kyoko. nosotros hablaremos más tarde, ¿sí? — finalmente asintió, no estando muy seguro de aquello. y poco después abandonó el salón, obedeciendo a su hermana, encerrándose en su habitación. — debes estar enojada...

— la verdad...creo que arrepentida sería la palabra correcta. — murmuró aún con la mirada sobre su taza humeante de té. suspiró, levantando los ojos hacia el castaño, el cual se tensó un poco al ver estos cristalizados, casi al borde del llanto. — fui una estúpida y...yo lo hice sin pensar, ¿sí? nunca quise hacerte daño.

suspiró.

— lo único que quiero es que de verdad lo sientas. — recordar aquel momento en que estuvo entre las manos de aquel chico y tuvo sus labios sobre los suyos hizo que se sintiera asqueado y se removiera sobre su lugar, haciendo una mueca antes de volver a hablar. — y saber por qué lo hiciste.

— estaba enojada...celosa...— suspiró reposando su cabeza entre sus manos. — hace un tiempo ya sabía que...que miyamura no sentía nada por mí. y aun así te hice eso, porque no sabía cómo sobrellevarlo.

— ¿y pensabas que haciéndole eso a tu hermano harías que me enamorara de ti? — sin pensárselo mucho, miyamura intervino, recibiendo una mirada tranquila de parte del castaño. «cálmate» y obedeció, reincorporándose en su asiento.

— de hecho, sí. — se levantó y tomó una bocanada de aire antes de levantarse, haciendo una bastante pronunciada reverencia ya estando de pie. — por favor, se los ruego, perdónenme por todo lo que les he hecho.

hori ☆ miyamuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora