veintitrés

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— ¿cómo puedes dejar que te golpee tan a la ligera? — le regañó una vez más el pelirrojo mientras terminaba de curar los rasguños que había hecho kyoko en el brazo del castaño, el cual sólo se quejaba bajito al sentir la presión en la herida. — eres un idiota.

— me lo merecía. — murmuró observando sus pies bajo la mesa frente a él, y se quejó apenas sintió al mayor haciendo presión sobre su brazo. — ¿por qué hiciste eso?

— no te lo merecías, estúpido. — no contestó nada ante sus palabras poco amables, y lo escuchó suspirar antes de continuar hablando. — kyo, quizás sea la primera y última vez que te diga esto así que será mejor que escuches.

terminó con lo que estaba haciendo y el menor volvió a bajarse la manga del suéter haciendo lo que sengoku le ordenó, simplemente escuchó con atención lo que le tenía por decir.

» soy tu amigo y me preocupo por ti, después de todo. por eso quiero estar seguro que sabes lo que estás haciendo y si de verdad vale la pena. — le cuestionó demostrando una preocupación genuina en sus ojos carmesí. — estás arriesgando mucho.

— kyoko me dijo que era repugnante. — murmuró recordando aquella frase con dolor, después de todo era su hermana y se le hacía imposible sentir rabia hacia ella del todo. — dijo...eso...que era repugnante.

— ¿y tú le crees? — no dijo nada y sengoku entendió, era una respuesta bastante clara para ambos. — puedes quedarte en mi casa si no tienes a dónde más ir.

— ¿en serio? — asintió desinteresado mientras guardaba lo que había usado de vuelta en el botiquín de primeros auxilios que había tomado de la enfermería, y pronto sintió como el menor se abrazaba con fuerza a el pelirrojo. — ¡muchas gracias, sengoku-san! ¡eres el mejor amigo!

— sí, claro. ya déjame. — le obligó a separarse y tomó el botiquín entre sus manos antes de levantarse de su mesa. — ya vuelvo, iré a entregar esto.

— ¿te tardarás mucho? — cuestionó algo preocupado. por alguna razón, siempre que estaba solo, llegaba el susodicho, y ciertamente ahora más que nunca debía evitarlo. o al menos evitar que alguien más los viera juntos.

negó.

— voy y vengo. tú espérame aquí. — asintió y todo lo que hizo fue observar al pelirrojo antes que este desapareciera por completo al pasar la puerta. el silencio en el salón vacío era como volver a aquella dolorosa discusión que tuvo con kyoko hace ya nada.

estuvo sentado sin hacer absolutamente nada hasta que unos pasos resonando desde el pasillo y acercándose cada vez más llamaron su atención.

«debe ser sengoku» pensó aliviado de que nada "malo"hubiera pasado mientras el mayor no estaba. aunque parecía que se había tardado mucho menos de lo que el castaño esperaba.

ciertamente, que sengoku hubiera llegado en ese momento habría sido demasiado bueno para ser verdad.

apenas lo vio sentado solitario en el salón, esbozó una sonrisa tranquila.

— ¿qué haces aquí? — inmediatamente le preguntó en un tono un tanto fuerte y muy poco amable, el cual hizo que la sonrisa en el rostro del pelinegro disminuyera visiblemente.

— ¿qué haces tú aquí? — le interrogó de vuelta sin contestar su pregunta anterior y dando un par de pasos dentro del salón. — se supone que las clases ya terminaron.

— estoy esperando a sengoku. — murmuró cortante, levantando su mirada una vez el contrario se acercó otro poco más. debido a que ya el horario escolar había acabado hace unos minutos (según kyouka) miyamura tenía el cabello atado en una coleta desordenada detrás de la cabeza y traía los lentes sobre esta.

«maldición...es tan lindo. ¿por qué él? ¿por qué kyoko tuvo que enamorarse de él?» vio como asentía lentamente mientras observaba de reojo una de las mesas a su lado y un mechón de su largo cabello azabache le cayó sobre el rostro, sin siquiera darse cuenta de lo ensimismado que kyouka había quedado por él. «claro...es difícil no sentirse mínimamente atraído hacia miyamura».

— ¿te irás con él? — volvió a cuestionarle luego de un largo y muy pesado silencio.

— miyamura, ¿puedo pedirte un favor? — tomó su mochila, colgándosela en uno de sus hombros mientras se levantaba de la silla.

— sí, claro... ¿qué es? — le cuestionó extrañado por su petición repentina mientras lo seguía con la mirada; kyouka pasó por su lado y se detuvo en la puerta antes de marcharse.

tragó en seco. ciertamente, pedirle eso era difícil.

— quiero que dejemos de ser amigos. — sus palabras lo dejaron atónito, por un momento, no supo qué contestar y hasta algún punto creyó que no estaba estaba hablando en serio.

aunque su expresión le decía todo lo contrario a lo que quería creer.

— ¿qué? — rió con nerviosismo intentando aminorar la tensión que se sentía en el ambiente. pero, a diferencia suya, el más pequeño mantenía su semblante completamente serio. — ¿hablas...en serio?

asintió.

— sí, ya no quiero relacionarme contigo. — suspiró mordiendo levemente su labio inferior antes de murmurar. — no quiero tenerte cerca.

— ¿por qué me estás diciendo eso? — una vez más, le preguntó sin recibir más palabras de parte del menor. por ellos, sin esperar que dijera algo más, lo jaló hacia adentro del salón y cerró la puerta de este.

— ¿qué haces? — apretó con sus manos una de las asas de su bolso, intentando con esto mantenerse tranquilo.

— hori habló contigo, ¿no es así? — no dijo nada. él sólo quería irse sin tener que acusar a su hermana con miyamura, pero estaba claro que el azabache ya conocía las intenciones de la chica. — ¿te mencionó...lo de la otra noche?

— sí...— suspiró una vez más y negó suavemente con la cabeza. — pero eso no tiene nada que ver con lo que te acabo de decir.

— mientes. — y así era. pero no podía decírselo tan a la ligera.

— y si lo hago, ¿qué? — calló un momento y agregó. — ¿qué piensas hacer si todo esto lo hago por kyoko?

— supongo que lo mismo que tú...no haré nada. — soltó en un suspiro que enojó un poco al más pequeño. a pesar de que tenía razón y él lo sabía. — voy a terminar con ella.

— no te atrevas.

— ¿crees que lo hago por ti? — tragó en seco. de repente el tono del ojiazul se había vuelto seco, y parecía genuinamente molesto con él. — no todo gira en torno a ti, kyouka.

— entonces no te molestará aceptar lo que te pedí. — él no le contestó. aunque ese silencio fue suficiente como para que supiera lo que en realidad quería decir. kyouka suspiró mientras se volvía a ajustar su mochila sobre uno de sus hombros. — haz lo que quieras. sólo no me involucres.

y finalmente se fue.

hori ☆ miyamuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora