Park Chaeyoung, mejor conocida como Rosé, era una chica judía y millonaria, hija de dos padres Gays, dueños de la cadena de centro comerciales, restaurantes y cafeterías Park, pertenece al club glee, el club de perdedores, como solían llamarles los...
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Kim Soo-hyun esperaba impaciente en la mesa de la cocina a que su hija bajara a tomar el desayuno antes de que se fuera al colegio, mientras leía el periódico, su mujer intentaba preparar un improvisado desayuno, ya que por los motivos económicos, se habían vistos en la obligación en despedir a la empleada doméstica.
—Buenos días—entraba a la cocina y le daba un beso en la mejilla a su madre.
—¿Para tu padre no hay beso?—bajo el periódico y se quitó los lentes.
—No creo que sea necesario—lo miro de mala manera y se sentó en una de las sillas.
—Aquí está tu desayuno—su madre le colocaba una bandeja con frutas picadas y un vaso con jugo de naranja.
—Gracias Ma...—le sonreía, si no fuera por ella hace tiempo que se hubiese ido de la casa.
—Creo que ya te he dado el tiempo necesario para pedirle el dinero a esa zo...
—¡Cuidado y como hablas de ella!—con ella podía meterse lo que quisiera, pero con la rubia no, no lo iba a permitir.
—YO HABLO COMO ME DE LA GANA—levantó la voz—Además, ¿desde cuándo acá te importa la niñita esa?—empezó a cuestionarla—Hasta hace unos meses la odiabas, ¿qué cambio ahora?—la miraba desafiante, la pelinegra se quedó en silencio no le iba a decir que estaba enamorada de Rosé, eso podría traerle problemas a ella, como a la rubia.
—Soo-hyun no creo...
—¡Tú cierra la boca!—le dio un golpe a la mesa asustando a la mujer, esta simplemente se quedó callada y bajo la cabeza, no se atrevía a contradecir a su marido, eso molestaba de sobremanera a Jisoo, que no podía creer como su madre fuera tan sumisa y siempre hiciera lo que él quería.
—Me voy—se levantó de la mesa.
—Pero... tu desayuno—le señalaba el plato.
—Se me quito el apetito—se acercaba y le daba un beso en la mejilla.
—Entre más tiempo demores, más rápido alguien pagara las consecuencias Jisoo—la pelinegra volvió a mirar a ese hombre que decía ser su padre y vio como este disimuladamente le señalaba a su madre.
—Lo hare hoy... —respiro pesadamente e intentaba ahogar algunas lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos.
—Así me gusta—sonrió arrogante, la pelinegra solo negó, miro a su madre que la miraba con los ojos llorosos, terminó de salir de la cocina rumbo al único lugar donde se sentía bien y donde podía ver a la única persona que realmente la conocía y la amaba por lo que era, Rosé a quien amaba y a quien podría hacer sufrir al mismo tiempo.
...
—Vamos dime porque estas tan feliz—la tailandesa arrinconaba a la rubia contra su casillero.
