Día 2: Elegancia

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2007.

Taiora de 19 años.

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Un suspiro escapó de mis labios. De nuevo.

Me sentía un poco decepcionada de la noche, pues mis planes no eran el estar recién duchada, en pijama y a punto de irme a la cama a dormir.

Se suponía que estaría en la fiesta de cumpleaños de la abuela Yagami. Pasé días imaginando todo, desde cómo me vería usando el hermoso vestido rosa que había comprado especialmente para la ocasión, y con los zapatos de tacón que mi madre me había regalado en mi cumpleaños.

Ya una vez había visitado el hogar de los abuelos Yagami, gracias a esto, en mi mente guardaba una imagen perfecta del hermoso jardín que rodeaba la terraza de la casa. Probablemente estaría en el verde césped, caminando de la mano de mi novio.

Taichi.

No pude evitar sonreír, pero también sentí una punzada de añoranza. Deseaba estar con él.

Desde hacía tres meses atrás que Taichi nos había invitado a mi madre y a mí, y yo había preparado todo con tanto cuidado, pues no era la primera vez que lo acompañaba a un evento familiar, pero sí la primera vez que lo hacía siendo novios oficialmente.

Era importante para mí que todo saliera bien. Conocía ya a una gran parte de sus familiares, pero incluso así no quería hacer algo que diera una mala imagen de mí.

Pero justo unos días antes, recibí una llamada importante.

Me había postulado como asistente en una importante academia de arte, pero luego de unas semanas me resigné a que no me llamarían. Pero al final lo hicieron. Obtuve el puesto.

Tendría que asistir a un pequeño curso introductorio que se llevaba a cabo el mismo día de la fiesta.

Se lo conté a Taichi, y él fue bastante comprensivo. Ambos sabíamos que era una gran oportunidad para mí y mi carrera profesional.

No hubo discusión.

Así que él se encontraba en la fiesta con su familia, y yo había salido hacía una hora del curso.

No quería seguir pensando en todas las cosas que me estaba perdiendo. La salida con Taichi, convivir en una fiesta familiar, las hermosas platicas que teníamos con sus abuelos... Toda la experiencia de esa salida calaba en mí, pues tenía mucha ilusión de vivirla con Taichi.

—¿Sora?

Mi madre asomó por la puerta de mi habitación, captando toda mi atención.

—Dime, mamá.

—Alguien vino a buscarte.

La sorpresa me invadió, fue como si un balde de agua me hubiera caído encima. Yo no esperaba a nadie, y de hecho habría preferido no tener visitas. Ya estaba en pijama, con el cabello todavía ligeramente húmedo, y casi podría apostar que mis ánimos tampoco estaban dispuestos a tolerar a ningún visitante.

—¿Quién es?

Mi ceño se frunció un poco. No podía creer que había estado tan metida en mis pensamientos que ni siquiera escuché cuando llamaron a la puerta.

—Te espera en la sala. —Mi madre sonrió. Supe enseguida que estaba guardándose algo—. Estaré en mi habitación.

Y se fue.

Ante su misterioso aviso, no lo pensé y simplemente me levanté de la cama. Salí de mi habitación y dejé que mis pies me guiaran, como si un imán estuviera atrayéndome hacia la sala, pues de repente me sentía ansiosa de ver quién se encontraba allí.

Taiora Digimon: Entre Nosotros DosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora