Extra. Pasión

132 10 2
                                    

2018.

Taiora de 30 años.

.

Habíamos celebrado el segundo cumpleaños de nuestra pequeña Hanae, y la reunión había sido en casa de los padres de Taichi. Al final del día nuestra hija decidió que quería quedarse a dormir en casa de sus abuelos.

Así que Taichi y yo nos encontrábamos completamente solos en nuestro hogar. El silencio era bastante notorio, pues hacía falta nuestra pequeña Hanae corriendo y riendo por toda la casa.

—Extraño a mi bebé —le dije a Taichi, una vez me hube recostado a su lado en nuestra cama.

—También yo. Me siento extraño sin ir a leerle antes de dormir.

Sonreí cuando lo vi fruncir el ceño. Mi esposo solía ser en ocasiones un papá muy celoso.

Llevé una de mis manos a su mejilla.

Nuestros ojos se encontraron, y nos quedamos mirándonos durante unos momentos.

—Te amo —susurré.

Taichi se acercó todavía más. Sentí su cálido aliento chocar con mi rostro, luego sus suaves labios besándome.

Me besaba con tanta dulzura, que por un instante simplemente me dediqué a disfrutar de cada uno de los movimientos que hacían sus labios sobre los míos.

Lo sentí moverse, y un momento después se encontraba sobre mí, sosteniéndose con sus antebrazos para no lastimarme con su peso.

Comencé a mover mis labios con lentitud, deleitándome de la suavidad de los suyos y de lo que cada roce me hacía sentir.

Se alejó un poco de mí, y abrí mis ojos. El hermoso café de su mirada me observaba.

—Te amo muchísimo —susurró, luego volvió a besarme.

Él únicamente se encontraba en bóxer, así que mis manos viajaban con libertad a través de su abdomen, pasaban por sus brazos, y terminaban acariciando la suave piel de su espalda.

Una de sus manos se metió debajo de la blusa de mi pijama. Disfruté del cálido roce de su mano mientras subía, llegaba a mi pecho y lo acariciaba, pues yo no tenía puesto el sostén.

Sus labios se deslizaron a mi cuello. Dejó un camino de besos hasta que llegó a mi clavícula.

La ausencia de su mano en mi pecho dejó de importar cuando tomó el borde de mi blusa y comenzó a sacarla. Me moví un poco para facilitarle el trabajo, y una vez que la prenda estuvo totalmente fuera, los labios de Taichi volvieron a mi cuerpo.

Pero no fueron mis labios los que lo recibieron.

Mis manos se apretaron en sus brazos cuando sentí su boca sobre uno de mis pechos. Su lengua jugó con mi pezón, y terminó dando una ligera mordida que sacó un gemido de mis labios.

Cerré mis ojos un momento, y cuando volví a abrirlos me encontré con el hermoso café de su mirada.

Su pulgar acarició con dulzura mi mejilla.

—¿Taichi?

—¿Sí?

—Bésame —pedí.

Mi boca lo recibió con urgencia, mordiendo sus labios e introduciendo mi lengua para encontrarse con la suya.

Sentí su sonrisa, y también sonreí en medio de nuestro beso.

Moví mis caderas hacia adelante, pues quería que supiera que estaba desesperada por sentirlo por completo.

Taiora Digimon: Entre Nosotros DosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora