Exactamente igual

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Tic-Tac, Tic-Tac, Tic-Tac, Tic-... ¡Plaf!

Harto del sonido ensordecedor del reloj en la pared de su sala de entretenimiento, Vegeta lo aventó al suelo desquitando sus preocupaciones con el. Porque, sí, luego de días y batallas internas, finalmente aceptaba que estaba preocupado... por ella. Bulma siempre andaba con mucha energía, trabajando, inventando cosas, contándole su día aunque no tuviera interés real, pero le gustaba escuchar la emoción en su voz, era una atrevida, manoseándolo en los entrenamientos, coqueteando mientras comían, una salvaje antes de dormir y... ahora simplemente  lo ignoraba casi como si él no estuviera ahí. 

Primero pensó que ella estaba enojada y lo evitaba por alguna razón, quizás había hecho algo mal o quizás era la sucia presencia de esa sabandija en su casa días atrás en el cumpleaños de Trunks, mientras él y Kakaroto andaban entrenando, pero estaba equivocado, ella jamás volvería con ese Yamcha después de tantos años. Entonces realmente pensó lo peor: la humana estaba llegando a su fin. Es decir, aunque aún se conservaba en forma, sabía que la edad en los terrícolas era menos de 100 años, incluso de 80 años y algunos morían jóvenes por enfermedades incurables... ¿Y si eso lo que la tenía así, una enfermedad rara para la que no había cura?

Horrorizado Vegeta destruyó el primer robot a su paso por el cuarto de entrenamiento.

Odiaba esa sensación.

No podía siquiera imaginar, es decir; él jamás había pensado en eso, simplemente un día habían decidido convertirse en amantes y se habían quedado juntos desde entonces. Ni siquiera recordaba lo que era su vida o si realmente había sentido alguna sensación similar antes de conocerla, antes de llegar a la Tierra o incluso de Namek; donde sin querer había pensado en lo valiente o hueca que había sido por ir a un viaje así de peligroso, pero vamos, esa mujer le gritaba a todo mundo y había abofeteado al mismo señor Bills, Dios de la destrucción. Le había dado un hijo, algo que no creyó posible y mucho menos se lo había imaginado.

Entonces, ¿por qué si era así de fuerte ahora estaba tumbada en su cama, durmiendo profundamente? 

Lentamente salió de la habitación que compartían y que ahora ella ocupaba como si solo fuese suya, parecía una indirecta de que no lo quería con ella a su lado. Era ridículo, es decir, desde hace tiempo siempre dormían juntos, muy juntos y ahora tenía que buscar otra cama, una que estaría fría sin su delicado cuerpo amoldado al suyo. Ya en la mañana hablaría con ella.

En su fuero interno, deseaba que las nuevas reacciones de Bulma fuesen porque estuviera enojada por algo tan estúpido como no darle las gracias o romper su mesita del té y no porque quería dejarlo para volver con... 

¡Agh! 

Prefería mil y una veces que ella estuviese agonizando que verla con ese tipo de nuevo. Ya la había visto sufrir antes por Yamcha y vaya, por él mismo, pero la muerte era mejor opción que verla así de nuevo. Quizás hasta haría que Kakarotolo matara para vivir en ese planetadonde ya no estaría Bulma, su egoísmo aún estaba ahí haciéndose presente, recordándole que era una escoria que no merecía esa pacífica vida; queriendo siempre todo cual malcriado príncipe. 

Mirando hacia el techo, la palabra príncipe resonó en su cabeza; obviamente si había una separación él se llevaría a Trunks y si moría, pues igual se lo quedaría pero cuidaría de él como su padre nunca pudo. Era momento de dejar de ser cobarde.

De un salto salió de la cama y se dirigió a paso firme a la habitación de Bulma, es decir, a la de ambos. Abrió la puerta con brusquedad y la miró ahí, dormida tan tranquila, tan pequeña y frágil. Ya que nadie podía escuchar sus pensamientos, decidió que era hermosa tal como era, arrebatada, rebelde, gritona y demás, Bulma era su todo y no mentía al decir que prefería verla muerta que con otro, porque jamás podría olvidarla ni dejarla ir, primero se la llevaba a un planeta lejano.

—¿Vegeta? —ella se había sentado en la cama y lo miraba con ojos adormilados —¿Qué haces ahí? Ven que tengo frío y cierra la puerta.

La obedeció en silencio pero no se acostó a su lado. Se arrodilló a un lado y sostuvo sus manos.

—Hay algo que quiero saber.

—¿Podrías esperar a mañana? Me siento muy cansada.

—Es urgente —el tono serio de él, la alertó a ella. Prendió el foco de su mesita de noche y se acercó a gatas hasta su esposo.

—¿Qué esta pasando? Tienes una cara de espanto terrible, ¿viene algún enemigo?

—Quiero saber por qué... —de repente se sintió avergonzado. Él, quien presumía ser un príncipe guerrero, de los mejores del universo y estaba celoso de una inmunda cucaracha.

—¿Qué cosa, Vegeta?

—Algo te pasa y quiero saber si estas muriendo.

Bulma abrió los ojos lentamente y parpadeó confundida, echándose atrás. Vegeta la siguió por la cama.

—¿De qué hablas?

—Estas muy rara, todo te molesta, duermes sola en toda la cama, ya no comes ni desayunas conmigo, tu ki se a debilitado, no trabajas en tu laboratorio y no quieres estar conmigo por las noches, ¿es qué acaso quieres a otro? 

Perpleja. Era la palabra que describía la cara de su esposa, al menos hasta que rompió a carcajadas y a él se le hinchó la vena de la frente.

—Vegeta, ¿crees qué tengo un amante? —sus ojos vidriosos por la risa parecían muy divertidos.

—Es eso o estás muriendo.

—¿Esto no te recuerda a algo, cielo? Ya sabes, años atrás, cuando llegaste a mi casa y un tiempo después andaba un mini sayajin corriendo por aquí.

—¡Exacto! Estas actuando como si... ¡Oh!

—¡Oh!

El calor subió desde su pecho, por el cuello, las orejas y hasta la raíz del pelo. Bulma no estaba muriendo y tampoco quería dejarlo por otro. Ella simplemente estaba...

—Felicidades Vegeta, seremos padres de nuevo —ella reía a carcajas y sostenía su vientre aún plano —Ay por Kami creí que los sayajin eran más listos con estas cosas.

—¡Ay Bulma! —como casi nunca, Vegeta había tomado la iniciativa con su esposa y la había abrazado, la había besado y la había puesto sobre sus piernas mientras acariciaba su cabello. —Creí que estabas muriendo.

—Oh Vegeta, créeme que aún estaremos muchísimos años más juntos. —le besó la vena en la frente para que se tranquilizara y luego los labios.

Simplemente Por Ti 》Vegeta y Bulma《Donde viven las historias. Descúbrelo ahora