Seguridad

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La palabra seguridad tenía tantos significados que Bulma no podía escoger ninguno, porque en definitiva no sentía nada de eso y la razón era que Yamcha casi nunca la había echo sentir así. La mayor parte del tiempo ella tenía que adaptarse a él, comprender sus situaciones, apoyarlo en sus decisiones y fingir ser una mujer plenamente segura. Claro que era segura de si misma, de sus capacidades y habilidades más no de su cordura y su relación con él. Llevaban tantos años juntos que ya no recordaba porque lo había decidido.

Yamcha siempre había sido ese lobo solitario, un muchacho pobre y para su propia desgracia tímido con las mujeres. Pero eso cambió cuando él se volvió popular en el deporte y fue perdiendo la vergüenza en todo.

Así que tomó una nueva decisión de la cual si estaba segura, si Yamcha volvía a mentirle por mas mínimo que fuera o hacerle cualquier tipo de escena, terminaría definitivamente su relación amorosa. En el fondo sabía que sólo era una triste excusa. Últimamente habían peleado mucho y la razón era una persona y no precisamente una mujer, si no un hombre.

Por primera vez en su larga relación, Yamcha se mostraba celoso e inseguro de sí mismo. El culpable era nada más y nada menos que el mismísimo príncipe de la raza extinta sayajin; Vegeta. Su novio tenía ataques de celos cada vez más seguido y ella estaba segura de que en cuanto salía de su casa, iba y se revolcaba con alguna mujer. Claro que entendía sus celos, Vegeta a pesar de lo gruñón y el mal carácter que lo caracterizaba, era un hombre muy apuesto, tal vez no muy alto pero si muy varonil, con una mirada que solo te daba dos opciones, derretirte o convertirte en piedra. Además, se portaba como un caballero, al menos con ella.

Sin embargo, Yamcha no lo veía así. A él si que le molestaba que Vegeta anduviera por la casa exhibiendo sus grandes músculos, sus palabras hostiles y su fuerte temperamento con todos... excepto con Bulma, su novia. Parecía tener cierto respeto por ella y según las palabras de Puar, la miraba con admiración y adoración cuando creía que nadie lo veía. Eso no le agradaba en lo más mínimo y pensaba decirle a Bulma, que lo sacará de su casa.

Sin embargo la científica tenía otros planes en mente.

—¡Puaj! —Vegeta había dejado con fastidio el último pedazo de carne sobre su plato.

—¿Qué sucede? Tú nunca dejas nada de comida.

—Apesta a sabandija —sonrió con burla dirigiendo su mirada a la puerta —Dime, ¿Quién podría comer así?

—Hola, Bulma —justamente cuando terminó de decir eso, Yamcha entró por la puerta de la cocina y sin querer soltó una pequeña risa.

Vegeta tenía un sentido del humor muy raro, pero lo tenía.

—¡Oh! Hola Vegeta, no te había visto.

—No seas estúpido yo no necesito tus saludos.

—¿Sabes? No tienes que insultarme cada vez que nos veamos —Vegeta rodó los ojos fastidiado —¡Ya no somos enemigos, Vegeta! —el príncipe se puso de pie y avanzó hasta la puerta quedando a centímetros de Yamcha.

—¿En serio? —preguntó con sarcasmo —¡No me digas!

Y luego salió triunfante de la habitación.

—¿Por qué sigues teniendo a ese simio enano en tu casa Bulma?

—Yamcha, ya lo hemos hablado. Prefiero que Vegeta se quede aquí a que ande haciendo destrozos por la Tierra o peor aún, en el espacio.

—Pero Bulma, es que acaso no ves...

—Todos tenemos que hacer algo Yamcha, Gokú no puede ser único salvador siempre y Vegeta es un guerrero muy fuerte que aceptó pelear con los androides para protegernos. —ahí fue como si un clic hubiese sonado en su cabeza.

Simplemente Por Ti 》Vegeta y Bulma《Donde viven las historias. Descúbrelo ahora