Capítulo 20

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—¿Lili? ¿Por qué pones esa cara?

—.....

—¿No me consideras capaz de hacerlo? Puedo hacerlo. Lo haré.

Lillianne miraba a Lucas con los ojos muy abiertos. No podía creer lo que estaba escuchando. Incluso dudó de sus propios oídos. Algo que Lillianne siempre le recordó a Lucas fue que que no debía matar.

—¿Por qué estás callada? ¿Te sorprendí? Te sorprendí, ¿verdad? Si me dejas hacer...

—Lucas.

Lillianne lo llamó por su nombre, algo que siempre le había gustado a él. La sonrisa que se había mantenido en el rostro de Lucas se hizo más radiante, sin embargo no era bella. Justo ahora... la mirada de Lucas no era diferente a la de un loco.

—¡Si! Dime, Lili. Dime lo que quie...

—Vete.

—¿Eh...?

¿Cómo exactamente llegamos a este punto? Toda la existencia de Lucas ha sido torcida. Luego del incidente del incendio, accidentalmente Lucas ha visto a Lillianne matar y torturar. Con el tiempo se fue acostumbrando al punto de ignorar a las víctimas completamente. Sin embargo, es la primera vez que Lucas propone matar a alguien. Le habían dicho tantas veces lo que significaba tomar la vida de alguien... ¿Él solo fingió escuchar? No lo creo.

—Ja ja... Lili... Lillianne... Lili... Me rechazas otra vez. Me estás rechazando. ¿Qué hice mal? Oye, dime. ¿Qué fue lo que hice? ¿Por qué me abandonas ahora.

—Dije que te fueras.

—¿Ves? ¡A eso me refiero! Me estás alejando ahora. ¿Qué debo hacer para que todo sea como antes? Yo...

La boca de Lucas se cerró de golpe al ver la expresión de Lillianne. Era la primera vez que veía ese rostro. Dolor... Lillianne estaba herida. El pecho de Lucas dolió. Esto no era lo que quería ver en Lillianne. Esa cara... fue provocada por su actitud. Él hizo que pusiera ese rostro. Él es el culpable. Él y solo él.

—Ja... Te terminé lastimando. No quiero herirte. Lili, perdón. Perdón...

Lucas se dió la vuelta, listo para salir de aquella habitación. La voz de Lillianne hizo eco en el calabozo, haciendo que el humano se detuviera de golpe.

—Tu madre estaría decepcionada de ti.

—Ah...

Lo sonrisa extraña en el rostro de Lucas desapareció y sus ojos vacíos tomaron vida. Sus manos temblaban. ¿Qué estaba diciendo? ¿Qué estaba haciendo? No podía soportarlo, era demasiado. Aquél miserable humano estaba al borde de las lágrimas, y de un golpe abrió las puertas del calabozo y salió corriendo.

«Todo este tiempo he estado tomando la decisión errónea.»

Lillianne miró al moribundo vampiro retorcerse de dolor y con un movimiento encajó la espada en su cabeza, matándolo. Luego salió para ir detrás de Lucas, dejando aquella arma encajada en la cabeza del vampiro. Cuando estaba a mitad de camino, se encontro con Midna y Elías.

—Señora, ¿ocurre algo?

—Vimos a Lucas.

«Lo perdí de vista. Tal vez... debería darle tiempo para que piense.»

—¿Le hiciste algo, Lillianne?

—Claro que no. Por cierto, ¿qué hacen juntos? Es la primera ves que los veo así. ¿Pasó algo?

—Si. Ha llegado una carta del palacio del príncipe heredero. Midna, dáselo.

—Aquí tiene, señora.

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