Soy Feliz

101 3 0
                                    

Siempre viví en un lugar lleno de rosas, tulipanes, gardenias y suspiros de gente enamorada. Me ahogué con sonrisas blancas tan resplandecientes como el sol.

Mil vestidos de flores junto con mis pies descalzos y desordenado cabello era todo lo que debería usar. Mi madre decía que era hermosa y mi padre pensaba que yo era una princesa y como tal me enamoré del primer hombre que cruzó por mi cabeza.

Todavía lo recuerdo, él era elegante con su suéter caro y sus pantalones de piel; sin embargo, no tenía un rostro de príncipe y mucho menos los ojos azules que tanto presumían los cuentos de hadas. Era un príncipe imperfecto y esta princesa, sin dinero ni sofisticación, se enamoró sin razón. Las citas fueron hermosas, logré ver un mundo que nunca habría soñado conocer y las personas... todas eran amables ¡ni un solo villano en esta hermosa historia!

Llegó mi boda y con un suspiro enamorado me perdí en sus brillantes ojos achocolatados, mientras él colocaba un brillante anillo en mi dedo blanquecino, por lo que todos aplaudieron, saltaron y se regocijaron. En poco acabó la fiesta y consumió mi matrimonio, no fue lo que pensé porque no estaba feliz, no me sentía completa ni mucho menos derretida en un amor desbordante como se esperaba, pero sus palabras elocuentes y dulces como la más deliciosa miel calmaban mi corazón rimbombante de confusión y desilusión.

Compramos una casa que era algunas miles de veces más grande que la mía y aquí solo viviríamos nosotros dos. Fue difícil vivir con él, era flojo y apestoso, la casa no olía a rosas como en el lugar donde había crecido y yo era esclava de la soledad y enamorada de los libros polvorientos, complicados y llenos de aventuras que jamás me habían contado.

Contraté a una pueblerina para hacer los quehaceres de la mansión mientras yo trabajaba en mi propia aventura ¡tendría reyes! ¡tendría magos, dragones y también ladrones! Me adentré en fantasía y un día después de la cena, habiendo pasado las dos horas que dedicaba en la tarde a trabajar en la biblioteca, lo vi. Aquel que tanto amor me había profesado, el rey que elegí para mí, estaba con la mujer que escuchaba mis locas tretas fantásticas y a quien yo había elegido para trabajar en esta casa. Fue mi culpa, estaba tan metida en los libros que olvidé a mi esposo, olvidé a la persona que amo.

Me enfoqué en él nuevamente y al poco tiempo el fruto de nuestro amor comenzó a crecer en mi vientre.

Oí el sonido de la puerta abriéndose y asustada me aferré al cuchillo sobre mi cama. La delgada sombra forcejeó conmigo y acabé clavándole el cuchillo en el estómago, con pánico corrí a ver a mi marido pero en su lugar encontré una carta con unas cuantas lágrimas frescas, explicaba la partida de la mujer que había estado con mi rey y las constantes amenazas que recibió este por parte de su padre para casarse conmigo (la mujer más bella de todo el pueblo, aquella que lograría darle un hijo bien parecido que por supuesto su esposo no era). Al final, explicaba el trágico suicidio y las últimas palabras de la mujer a la que al parecer mi esposo había amado toda la vida.

Corrí con lágrimas en los ojos y al no encontrarlo volví a mi habitación, destapé el cuerpo que creí era de aquella mujer, encontrando los ojos muertos y desconsolados de mi esposo, aquel que nunca me amó y sufrió una pesadilla por mi propia mano.

En esta historia siempre hubo un villano y ese fui yo. Volví a la ciudad sonriente junto a aquellos que brillaban como el sol y crié a mi bella hija con cuentos de princesas, con ella como protagonista.

Mi Vida FelizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora