Las tonadas que generaban aquellos instrumentos dejaron embelesados a cada uno de los burgueses, logrando incluso sentir el retumbar de sus corazones complementarse con el temblor de las cuerdas del arpa.
Las mujeres movían sus vestidos al son de la música y los hombres se acercaban atraídos a ellas como abejas a la miel. Sin embargo, con un solo movimiento de manos ellas alejaban a la chusma. ¿Por qué conformarse con un marqués cualquiera cuando podrías tener al verdadero pez gordo?
Aunque aquel "pez gordo" no les prestaba la atención que buscaban.
La mente de Katsuki se encontraba sumergida en lo más profundo de su conciencia, y la causa de ello tenía nombre y apellido. La forma en la que esa hermosa vestimenta se ajustaba de manera perfecta a su cuerpo hacía que todos los demás a su alrededor desaparecieran, que solo él, Izuku Midoriya, fuese lo único que ocupara sus pensamientos; la manera en que tarareaba de forma disimulada las dulces melodías tocadas en el violín, cómo movía su cabeza al ritmo de la orquesta, esa sonrisa que formaban sus delgados labios al cambiar de tonada. Era, tal vez, lo más maravilloso que había presenciado en su vida.
«Maldición, ¿por qué tienes que ser tan perfecto?». El bochorno escaló por su cuello hasta dejarlo con la mejillas rojas.
Se giró un poco al ver que Midoriya se adentraba a la mansión.
Tanteó el bolsillo de su chaleco marrón, inseguro. A pesar del montón de pensamientos que le rogaban detener todo, sus manos lograron moverse solas hasta tomar su sombrero de mosquetero, bajándolo hasta cubrir su sombrío rostro.
Era hora de ejecutar su plan.
Se levantó de su asiento. El viento movió con suavidad la capa de tonalidades rojizas, junto con su pañoleta perlada y la pluma de su sombrero. Tomó con agilidad una de las copas de vino que sus sirvientas repartían e inspeccionó el contenido: el tono rojizo de las uvas se movió de un lado a otro al sacudir un poco su mano, y Katsuki deseó ahogarse en él. Morir entre el alcohol le parecía un mejor destino que hacer lo que planeaba.
Soltó un suspiro, e intentó convencerse de que la acción que estaba a punto de cometer sería su última noche de verdadera felicidad, y que no tenía que sentirse mal por ello.
Sigiloso, sacó un pequeño frasco de vidrio de su chaleco, lo abrió con rapidez y echó dos gotas del contenido en la copa de vino. Luego de eso, siguió los pasos de Midoriya hasta el interior de la mansión.
Las mujeres a su alrededor lo vieron confundidas al dirigirse a la mansión, y aún más al llevar consigo una copa de vino.
A todas en aquel lugar les picó el mosquito de la envidia. ¿Quién había sido la dama afortunada? ¿Quién había conquistado el corazón del gran duque Bakugō Katsuki?
_____El cielo oscurecido contenía en él un montón de estrellas que iluminaban el centenar de árboles que se extendían hasta perderse en el horizonte de los terrenos. Las pequeñas luciérnagas bailaron en la pastura, y sobrevolaron los alrededores con su brillo verde neón, siguiendo el compás de la música que los grillos en el bosque tocaban para ellas.
Midoriya miró al magnífico paisaje con un aire nostálgico. Su mirada se fue hacia la luna, que se levantaba entre las planicies como un ente todopoderoso. Para él, todo se veía igual a la última vez que sus piececitos corretearon esos terrenos boscosos; saltando troncos, esquivando y venciendo villanos imaginarios, y claro, raspándose las rodillas al tropezar con el mismo aire. A pesar de las raspaduras y que vivió su niñez plagado de ungüentos en sus rodillas, brazos y piernas, nunca cambiaría algo de eso, porque todo era importante, cada una de sus experiencias lo hicieron quien es hoy, cada una de las personas que se cruzaron por su camino, por más "insignificantes" que fueran hoy en día, para él alguna vez fueron importantes, alguna vez esas personas compartieron valiosas anécdotas con él, consejos de vida, momentos preciados e historias de héroes que vencen con una gran sonrisa, héroes que nunca le dan la espalda a quienes aman solo por no encajar en su imagen de lo que está bien querer y no querer.
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◤Cantarella◢ [Bakudeku]
FanfictionInglaterra, año 1856. El estatus y la imagen era lo más importante para el hombre británico en la época victoriana, sin lugar a duda. Una esposa e hijos eran lo que un varón debía tener para poseer una buena imagen, más que todo si era de la alta al...