Harry se despierta en su cuarto, con su madre dormida en una silla a su lado, tomando su mano.
Mira por la ventana, hacia el sol hundiéndose, y entrecierra los ojos.
"Recuérdame," susurra.
Su madre se mueve, abriendo los ojos.
"Hey, pequeño," murmura.
"Hola," dice él, aun mirando a la ventana.
"¿Cómo te sientes?" pregunta su madre.
"Cansado," dice él. "¿Me podrías traer, ah, algo de agua?"
"Claro," le responde. "Ya vuelvo. No te muevas, ¿está bien?"
"Está bien," dice él.
"Oye. Mírame."
Harry arranca su mirada de la ventana de mala gana, mirando a su madre.
"No vayas a ninguna parte," le ordena.
"Está bien," repite, y su madre le da un abrazo antes de irse.
Tan pronto ella cierra la puerta, Harry abre la ventana y baja de la misma forma que Louis solía hacerlo. Corre hacia el bosque, con su piel sintiéndose repentinamente demasiado apretada en su cuerpo.
Sucio. Sucio, sucio, sucio. El tipo de suciedad que Harry puede sentir en su alma, el único lugar que no puede lavar fuertemente con jabón.
Sus pies tienen agua azul-negra, y puede ver todo tornándose azul-negro. Quiere gritarle a Louis, decirle que ahora lo entiende, pero Louis se fue y jamás volverá y Harry cree que sus pulmones explotarán.
"¡Lo siento!" grita él. "¡Ahora lo entiendo!, ¡lo prometo!"
Pero todo se está volviendo más azulado y todo se está volviendo más negro y Harry puede sentir el frío en sus huesos. Se está filtrando por sus ojos, y los intenta cerrar tan fuerte como puede, pero sigue filtrándose. Está temblando, se siente tan, tan sucio.
Harry lentamente se vuelve consciente de que está rogando a Louis que vuelva, que vuelva por él, pero Louis jamás volverá porque él no es real, y Harry es un puto idiota a quien sólo le queda su trastornada mente y se siente tan, tan, tan sucio. Es obsceno y nunca será amado.
"¡Por favor!" solloza, áspera y guturalmente, como si las palabras fuesen arrancadas de su garganta. "¡Oh, por favor!"
Sus palabras hacen eco en el bosque, rebotando de árbol en árbol, y Harry siente sus palabras hundiéndose dentro de él mismo, cubriendo sus huesos, haciéndolos vibrar. "Por favor por favor por favor."
"¿Dónde estás?" grita él. "¡Te necesito!, te necesito conmigo, por favor"
Sus manos están en su cabeza, tirando de su cabello, enterrándose en su piel. Sus uñas pasan por la suave piel de sus mejillas, arrancando, y él siente que el dolor es lo más real que jamás ha sentido. Se sujeta desesperadamente a su propio rostro, su cuello, sus brazos. Duele, duele demasiado, y él está sollozando pero también riendo porque ¿no es esto lo mejor de todo?
"¡Soy real!" grita Harry. Apunta al cielo acusadoramente. "Soy jodidamente real, ¿por qué tú no lo eres?" Colapsa en el frío, frío suelo "¿Por qué tú no eres real?" solloza. "¿Por- qué- no- eres- real?" demanda, azotando su cabeza con el suelo con cada palabra.
Harry se calla cuando se da cuenta de que está tirado frente a la casa del árbol. Su casa del árbol. Cierra los ojos y deja a los recuerdos rondar. Besos, toques, susurros y canciones que nunca fueron reales.
Nunca fue real.
Está oscuro, en silencio. El aire está pesado, y Harry no habla. Se sienta y observa las lágrimas caer sobre el tallado A-T-E-R-R-O-R-I-Z-A-D-O que se encuentra en el piso de madera.
El encendedor de Louis está tirado junto al pie de Harry, y lo toma lentamente, encendiéndolo. La llama brilla en la oscuridad, y Harry se observa a él mismo presiona la llama contra la pared.
La mantiene ahí, mirando la madera volverse negra, carbonizándose. Por un rato, nada más pasa, pero Harry de repente ve la madera encenderse. Apaga el encendedor viendo, paralizado, como la llama crece y crece, alcanzando el techo.
Harry se recuesta y ve la llama apoderarse del techo. La casa del árbol llenándose lentamente de humo.
Algo dentro de él está llamándolo, insistiendo que debe salir de allí antes de ahogarse o quemarse. Pero lo ignora. Ya no le importa.
Harry se queda dormido mientras todo arde a su alrededor.
No le importa.
"¿Cómo te sientes?"
A-T-E-R-R-O-R-I-Z-A-D-O
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