Dulce realidad

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Tema: compartir cama

Lograr que su bebé recién nacida, Himawari, conciliara el sueño no era una tarea complicada. Pero aún así, a Hinata le gustaba quedarse un rato más a un lado de su cuna tallada en madera de color claro. La simple estampa de su hija plácidamente dormida sin ningún miedo o preocupación le regalaba una paz inmensa.

Estiró su mano para acariciarle la oscura cabellera antes de alejarse unos pasos de la cuna para emprender su camino a su propia habitación. Dio un último vistazo hacia su bebé antes de salir del dormitorio, cuando la escuchó suspirar con tranquilidad entre sueños, se decidió a cruzar el umbral.

Mientras caminaba por el corredor de madera, se aseguraba de apagar las luces que aún seguían encendidas, su último destino antes de llegar a su habitación fue el dormitorio de su hijo mayor, Boruto. Abrió la puerta con sumo cuidado de no hacer ruido, confiada en que su niño ya había caído dormido.

Su corazón solo duró un segundo congelado, el mismo segundo en que activó su byakugan sin dudarlo, cuando se dio cuenta que su pequeño no estaba en su cama y no le respondió en el momento en que lo llamó. Lo encontró de forma tan inmediata que sintió que respiraba de nuevo, el niño deambulaba por los pasillos de la casa tambaleándose a causa de sus torpes piernas que apenas habían aprendido a caminar sin tener que apoyarse en las paredes para no perder el equilibrio.

Hinata relajó las venas alrededor de sus ojos, regresando estos a su estado natural, salió de la habitación en dirección a donde había ubicado a Boruto, estando frente a él en solo un par de minutos.

—Boruto —lo llamó apenas estuvo a unos pasos de él, encendiendo la luz del pasillo para que su hijo pudiera verla con claridad—. Ya es muy tarde para dar un paseo, deberías estar en tu cama.

El profundo azul de los ojos de su hijo se clavó en los suyos, el pequeño parecía confundido y eso de inmediato la alertó. Se arrodilló frente a él para poder estar a su misma altura, llevando su mano derecha hasta su rostro solo para asegurarse que no tuviera fiebre—. ¿Pasa algo?, ¿te sientes bien?

—Estoy bien, kaa-chan —le respondió Boruto balbuceando un poco sus palabras, en un tono típico de un niño de su edad. Hinata retiró su mano de su pequeño rostro y lo vio tallarse el ojo derecho con su mano regordeta, en un claro gesto de cansancio al mismo tiempo que le daba un aspecto de estar triste—. Un malo, kaa-chan.

—¿Un malo? —preguntó Hinata parpadeando un par de veces asimilando lo que su hijo, con su corto vocabulario de dos años, le intentaba decir—. ¿Puedes decirle a Kaa-chan dónde está el malo?

Siguió el pequeño dedo de su hijo cuando señaló su dormitorio. Ella, que recién había salido de ahí, y además no había notado nada extraño al activar su byakugan, supo de inmediato que su pequeño hijo había tenido una pesadilla.

Hinata le sonrió al mismo tiempo que volvía a acercar su mano a su carita, esta vez le acarició maternalmente la mejilla—. Ha sido solo un mal sueño, ¿está bien? Yo estoy aquí, nada va a pasarte —le tranquilizó en un tono suave, Boruto llevó uno de sus dedos a su boca al mismo tiempo que asentía. Hinata lo rodeó con los brazos para después incorporarse llevándolo con ella—. Ahora debes regresar a tu cama.

—Kaa-chan —Boruto la nombró al mismo tiempo que enredaba sus manos llenas de curiosidad en los mechones de su cabello azul oscuro.

—¿Sí? —preguntó atentamente mientras apagaba la luz del pasillo para regresar sobre sus pasos rumbo al dormitorio de su hijo.

—¿Puedo dormir contigo? —pidió el rubio mirando a su madre con una determinación que ella sabía de dónde había heredado y que hizo que su corazón se derritiera.

Se detuvo con su niño en brazos a pensarlo un momento, era obvio que Boruto quería más atención de su parte pero no atrevía a pedirla directamente. Se preguntó si tal vez, por la emoción de la llegada de Himawari a la casa, estaba dedicando todo su tiempo a la recién nacida provocando que su pequeño rubio se sintiera a un lado. Se sintió profundamente culpable.

—Claro que puedes, cariño —le sonrió al mismo tiempo que acercaba su rostro al de él para rozar su nariz con la suya en un gesto amoroso que su hijo correspondió soltando una risa.

El camino rumbo a su habitación fue silencioso, con Boruto acurrucado en su hombro. Hinata abrió la puerta de su dormitorio de la manera más quieta que pudo, la cerró tras ellos y se dirigió a su cama a un paso suave.

—¿Hinata? —escuchó la adormilada voz de Naruto quien se incorporó ligeramente entre las sábanas cuando sintió el paso de la cama aumentar justo a su lado—. ¿Está todo bien?

—Discúlpame, no quería despertarte —le calmó bajando a Boruto de sus brazos para sentarlo justo en medio de su esposo y ella—. Boruto dormirá con nosotros esta noche.

—¿Ah, sí? —preguntó Naruto mucho más despabilado cuando dirigió su mirada hacia su hijo quien lo miraba de vuelta de nuevo con su dedito dentro de su boca. Hinata vio a su esposo sonreírle con alegría a su hijo al mismo tiempo que le despeinaba su cabello tan rubio como el de él—. Eso es genial, ¿no, Boruto?

El pequeño de dos años sonrió de manera muy parecida a su padre al mismo tiempo que asentía entre risas. Hinata sintió su corazón latir con alegría.

—Hora de dormir —anunció metiéndose entre las sábanas.

—Venga —acató Naruto levantando las sábanas cercanas a él para dejar que Boruto, volviendo a reír emocionado, se arropara entre ellas. Apenas se acurrucó entre ellos, el pequeño niño cerró con suavidad sus ojos, soltando un largo suspiro cuando por fin cayó dormido.

Hinata estiró su mano hasta las sábanas que cubrían a su niño solo para asegurarse que estuviera correctamente arropado pero soltó un pequeño jadeo de sorpresa cuando notó la mano de Naruto encontrándose con la suya. Pudo sentir los dedos de su esposo entrelazándose con los de ella en un gesto cariñoso.

Levantó su mirada para encontrarse con la de Naruto, quien le sonrió de una manera que la enterneció.

—Hora de dormir —susurró Naruto imitando sus palabras soltando suavemente su mano para dejarla dormir.

Ella soltó una suave risita al tiempo que asentía.

—Dulces sueños, Boruto, Naruto-kun —les deseó, aunque ahora mismo sentía que ningún sueño se podría comparar con su realidad.

Su dulce realidad.

Ahora y para siempre [NaruHina] #FlufftoverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora