♪~Adiciones~♪ {Spartor}{Andri}

♪~VI~♪

El mes más esperado llego, noviembre donde las asignaturas dan por completadas aplicando las vacaciones realmente esperadas por todos. Se aproxima el cumple del joven Andrés, solamente faltan dos días para aquella fecha tan esperada; El 16. Tropezando en un jueves...entre semana, no hay nada peor que un cumpleaños entresemanas, pero eso no es todo. Como ya había dicho, las vacaciones se asoman y con ella los exámenes finales, tanto como Andrés y Gonzalo tienen que poner empeño para poder pasar de nivel. Sin embargo el de cabello shiraz oscura quiere preparar algo especial para su niño, esta vez desea conceder algo realmente fantástico, así que examino cada cosa que le podría gustar al menor de ojos café. Con utilidad de su madres y los de Andrés se ingenio una sorpresa, esperando con anhelo el día.

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~16de noviembre, jueves 6:00. Hogar de Andrés~

Andrés había sido sorprendido con una carta de amor ayer en su casillero, en esta le decía lo mismo que la de hace dos años...era una recreación de su primera cita. Encantado el menor se alisto, procedió en ducharse tan profundamente como en aquella vez, se probo cada ropa de su armarios hasta que eventualmente quedo satisfecho con su vestuario formal: Camisa blanca con una corbata negra; Adornando por arriba un abrigo escudo largo blazer para hombre, de una tonalidad negra; Un Ripped jeans negro combinando con el abrigo, rasgado en ambas rodillas; Botas Timberland oscuras; Embelleciendo sus muñecas, pulseras de cuero anchas. Le gusta vestirse con ropa holgada, ¿Y a quién no?. Se perfumo endulzando su cuello, por detrás de sus orejas y muñecas manifestando ese hermosa fragancia a frutilla, sin más tomo su móvil y billetera y descendió a la planta baja, escuchando el típico sonido del timbre que notificar la llegada de su novio. Con la mayor brevedad abrió la puerta encontrándose con ese joven tan apuesto luciendo tan bien, ruborizando la cara del menor con solo su presencia.

Vestuario de Gonzalo (Formal): Remera manga larga negra con cuello, cubriéndolo un abrigo solapado de lana de un irresistible color marrón tortilla; Un pantalón formal negro, que lleva por debajo un par de zapatos de vestir negros relucientes; Por la muñeca derecha un reloj clásico malla de cuero.

-Buenas noches mi doncel~- Hablo con una voz seductora al manifestar esa peculiar sonrisa de lado, haciendo una pequeña reverencia y extendiendo su mano para que el menor posara la suya. Cuando Andrés aceptó aquel tacto este beso su mano, como si el fuese un plebeyo besando a un superior.

-Buenas noches mi plebeyo~- Expreso con aquel mismo tono de voz, separo su mano de la del joven Gonzalo, para después colocarla en el mentón de mayor y asomarse a el. Ambos se juntaron para dar comienzo a un corto beso, pero que a la vez fue lento en sus movimientos. -¿Quieres pasar a saludar a mis padres?- Pregunto susurrante el de ojos café sin dejar de abrazarlo por detrás del cuello, «Claro» fue lo que tuvo de respuesta para después ambos incorporarse dentro del domicilio.

-Buenas noches señores- Dijo Gonzalo dibujando una sonrisa en sus labios, recibiendo el mismo saludo. -Esto es para usted señorita- Le obsequio un ramos de flores a la mujer de cabellera caramel, la cual lo recibió con felicidad dándole las gracias.

-Ay Gonzalo, tu siempre tan encantador- Elogio el comportamiento del híbrido sacándole una sonrisa, se despidieron y Gonzalo se llevo a Andrés, subiéndose a su carro y marchando a su primer destino, donde había comenzado aquella cita de hace dos años. Un restaurante sofisticado, ahí realizaron su primera cena bajo la luz de la luna y la música extravagante, donde tomaron su primer vino mientras exhibían risas y se miraban con aquellos ojos inundados de amor reflejando ese fulgor tan vivo y centelleante. Van a recrear esa velada, mientras ven el atardecer...uno junto al otro.

-¿Como que esta clausurada por el momento...?- Se quejo Gonzalo al leer aquel papel en la puerta del restaurante, en dicho lugar hay una plaga de roedores; Ratas. -Que fastidio hombre- Murmuro con odio, pues su cena se había arruinado.