Capítulo 3

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Presente.

Es un nuevo amanecer en la ciudad, cuyo nombre aún se desconoce en donde se encuentran nuestros protagonistas, pero eso no importa por ahora, lo que si importa es lo que harán este día Lincoln y Lana. Así que vayamos con ellos, nos dirigimos a una casa de dos pisos, la cual se encontraba en una zona que pareciera ser para gente rica, pero no lo es.

Dentro de esa casa, en una de las tantas habitaciones se encontraban durmiendo nuestra pareja de hermanos. Lincoln abrazaba a su bella esposa, pasando un brazo por el abdomen de la rubia. Pocos minutos después se escucha el sonido de un despertador, lo que hace que Lincoln se despierte.

El albino se levanta para así apagar ese molesto ruido, quería seguir durmiendo con su adorable mujer, pero debía de prepararse para ir a trabajar, y también de dejar a sus hijas al jardín de niños. Lincoln estiró sus brazos para poder quitarse un poco el sueño, vio a su esposa, quien se veía hermosa durmiendo, con su cabello suelto, lo cual le daba ese toque único de ella, y que también hace que su amado conejito se enamore más de ella cada día.

Bajó de la cama y fue con rumbo al baño, se dio una ducha donde se le podía escuchar tararear una canción que siempre suele escuchar. Salió del baño y regresó a su habitación, Lana aún seguía durmiendo, Lincoln sabe que su hermana menor duerme mucho, y que no le gusta que la despierten, pero debía de despertarla para que así tengan que ir a trabajar.

_ Lana, ya despierta. Tienes que levantarte.— decía Lincoln a su dormida esposa.

_ Cinco... minutos más.— respondió Lana aún dormida.

_ Por supuesto que no señorita, mueve ese lindo trasero ahora. Tenemos que ir a trabajar.— ordenaba Lincoln a su esposa.

La rubia hizo caso a lo que dijo su esposo peliblanco, por lo que hizo el esfuerzo para poder levantarse. Quería seguir durmiendo, pero era su obligación el tener que ir a trabajar. Ya cuando se levantó de la cama vio a Lincoln, quien estaba en boxers, siempre le gustaba despertar de esa manera, ver el cuerpo semidesnudo o desnudo de su esposo.

_ Ve a darte una ducha, cuando termine de cambiarme haré el desayuno. Y cuando termines de bañarte ve a despertar a las niñas para que se preparen.— dijo Lincoln a su esposa.

_ Está bien, iré en seguida.— dijo Lana ya despierta.

La mecánica dio un bostezo grande, se le notaba que le gustaba dormir de manera prolongada. Bajó de la cama e iría al baño para comenzar este día. Antes de salir le dio una nalgada a su esposo, ya que este se había agachado a recoger su pantalón que se le había caído. Lincoln volteó a ver a su mujer, quien solo le dedicó una mirada picarona.

Cuando terminó de cambiarse bajó al primer piso donde haría el desayuno para su hermosa familia. Y para eso haría panqueques, y no unos cualquiera, sino unos que les encanta a sus hijas y a su mujer. Minutos después se podía ver a Lana bajar las escaleras, junto a ella estaban sus hijas gemelas Lizy y Lops, quienes ya estaban cambiadas y listas para ir al jardín de niños.

_ Buenos días mis pequeñas, ¿Cómo amanecieron las niñas más lindas del universo?— saludaba Lincoln a sus hijas.

_ Buenos días papi, amanecimos muy bien.— dijeron al unísono las niñas.

_ Me alegra escuchar eso, ya terminé de hacer el desayuno. Espero que lo disfruten, hice panqueques que a ustedes les encantan.— dijo Lincoln a su familia.

Dos hermanos, un camino (Lanacoln) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora