5- Burlas

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Las siguientes semanas no fueron especialmente buenas.

Al pasear por los pasillos del instituto notaba las miradas de desdén de César, su grupo de colegas y Amy, su nueva novia. Era una chica exageradamente guapa que contaba con un amplio círculo social. Su cabello castaño lucía ondulaciones y cuidaba mucho su imagen.

-¿No es ella la bipolar? -escuché decir a una de sus amigas, mientras yo cogía unos libros de mi taquilla.

Esa era otra, había adquirido un apodo.

-Sí -contestó Amy con desprecio.

-Pensaba que al menos estaría buena, pero ni eso tiene. César antes de salir contigo andaba muy perdido.

Todas se rieron al unísono.

-Seguramente solo la quería utilizar para darte celos, veo díficil que a alguien le guste una chica como ella. ¿Visteis todos sus granos y ese pelo que tiene? -comentó otra.

Cerré la puerta de mi taquilla con fuerza y me alejé de allí. No quería escuchar más.

César era popular y tenía bastante influencia, por lo que no le resultó difícil expandir rumores sobre mí y poner al instituto en mi contra.

Mucha más gente de la que desearía había escuchado nuestra historia, al menos una versión de esta exagerada y manipulada.

Decían que yo había estado obsesionada con él durante meses, insistiéndole para que me diera una oportunidad. Finalmente aceptó por pena y tuvimos una cita en la que acabé besándolo. Me siguió el rollo y, de repente, tomé una actitud agresiva, causando una escena injustificada. Atribuían la razón a que me gustaba provocar a los chicos para dejarlos con el calentón. Me veían como una ridícula.

Yo solo bajaba la cabeza y permitía que especularan lo que quisieran sobre mi persona.

-Oye, si quieres le puedo decir a Mark que hable con él -propuso Lisa al advertir mi situación.

-No importa. Mark no tiene nada que ver con esto y no quiero que tenga problemas por mi culpa. Por cierto, ¿qué tal os va? -intenté cambiar la conversación.

Lisa se quedó en silencio unos segundos. No estaba convencida de que no hacer nada fuera la mejor decisión, pero creyó que tenía que respetarlo si era lo que yo quería. Por eso mismo, acabó cediendo a mis intentos de desviar el tema.

-Bien. Ya sabes, nos estamos conociendo.

-Apuesto a que acabáis siendo novios.

-Me da que no. No me gusta, solo me parece atractivo. Nada más. ¿Está claro? -Había tomado la defensiva, lo que me daba indicios de que no estaba siendo del todo sincera.

-Bueno, pues entonces no te importará aceptar el trato que conlleva invitarme a un helado si tengo razón.

-Sí, claro -aseveró.

-Bien, pues cuando me lo compres quiero que sea de dos bolas y con extra de toppings.

Lisa se alejó y, dándome la espalda, me hizo el corte de manga.

Me alegraba al menos tenerla a ella, ya que me había convertido en una especie de fantasma, alguien con el que los demás no deseaban juntarse para no obtener mala reputación. Por lo tanto, era constantemente ignorada.

No voy a mentir, aquello me sentaba muy mal. A menudo me encontraba sin ganas de ir al instituto por las mañanas o reteniendo las lágrimas que amenazaban con huir de mis ojos en el aula. Siempre me había importado demasiado la opinión de los demás, por mucho que deseara que no fuera así.

Gracias a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora