6- Juegos

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"Quién sabe, quizás creas una nueva moda".

Su respuesta me llegó al día siguiente. Dependiendo de las asignaturas que tuviéramos y lo que hiciéramos en ellas, nos contestábamos con mayor o menor constancia.

"Lo dudo, ahora no es que tenga mucha influencia sobre la gente".

Un sentimiento amargo recorrió mi cuerpo. Ser «la bipolar» era algo que tenía que aprender a llevar.

"Vamos, no pienses en eso. Yo llevo siendo ignorado toda mi vida, no está tan mal".

Me di cuenta de que mi situación ahora era muy parecida a la de Aitor, solo que nuestras personalidades eran distintas, y por lo tanto, nuestras formas de lidiar con el problema también. A él parecía no afectarle, probablemente en consecuencia del hábito.

"Supongo que soy una novata en el tema. Pronto me acostumbraré".

"Si quieres te puedo hacer una máster class".

Nuestros mensajes tenían un tono bromista, pero ambos sabíamos la realidad que se escondía detrás de ellos.

"No sé, creo que no te veo como profesor".

"¿Y de qué me ves?"

Lo pensé unos segundos, dudando en si hacer una broma o decir lo que de verdad pensaba. Opté por lo segundo, puesto que tenía curiosidad por su respuesta.

"Diría que te gustaría hacer algo relacionado con el dibujo".

"Tengo miedo, Salma Hera, espero que no me hayas estado espiando".

Un ligero rubor surcó mis mejillas, no sé si por la mención de mi nombre y apellido o por la acusación de sus palabras.

"Bueno, Aitor Ibáñez, soy curiosa por naturaleza" contesté, siguiéndole el juego.

Así seguimos hablando durante días. Conversábamos sobre cosas de clases o cualquier tema que se nos ocurriera.

Eso me permitió saber más de Aitor, ya que por su forma de ser retraída era difícil conocerlo.

Me contó lo mucho que le gustaban los cómics, que su estación favorita del año era el otoño y que prefería el frío y la lluvia antes que el calor y el sol. Vivía en un piso pequeño él solo, manteniéndose gracias a su trabajo de camarero en el Vidal. No le pregunté sobre sus padres y él tampoco me habló de ellos.

Yo le dije que mi color favorito era el azul verdoso, que me encantaba leer y que a veces me animaba a escribir, hobby que nunca había compartido con nadie hasta el momento. Además de que dormir no me gustaba, sino que desearía poder aprovechar las horas de sueño, lo que procedía de mi amor por la noche.

—¿Qué es lo que pasa entre Aitor y tú? —me preguntó un día Lisa.

Me puse nerviosa. Si bien sabía que mi amiga se había dado cuenta de nuestras conversaciones mediante papel, creía que lo ignoraría.

—Nada, solo somos amigos —indiqué, esperando que no indagara en mi respuesta.

—Es guapo, no lo voy a negar. El aire misterioso que tiene da algo de morbo, pero no pensé que a ti, la chica colores y happy flower, te fuera a gustar.

«Es que la chica colores también tiene su lado en blanco y negro» pensé.

—¡Yo no he dicho que me gustara! —repuse.

—Lo sé, es un presentimiento mío. Lo seguirás negando, así que pasemos a hablar de los planes de Halloween.

—¿Qué pasa con eso?

Gracias a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora