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Al levantarse, lo primero que hizo fue examinar a su alrededor, era una pequeña habitación, estaba completamente vacía a excepción del futón en el cuál seguramente durmió. Se levantó con cuidado, pues su cuerpo se encontraba adolorido, especialmente sus piernas.

«¿Dónde estoy?»

Se preguntó tratando de evitar qué el miedo se apoderará de el, necesitabas pensar con claridad, no era el momento indicado para temer.

Se acercó a la puerta corrediza y la abrió lentamente, evitando qué está hiciera ruido. Caminó por los pasillos de la casa, la cuál para su suerte, parecía estar vacía. Ahora con más seguridad comenzó a correr en busca de una salida, necesitaba salir de ahí en cuánto antes.

Sus pasos apresurados era el único sonido que sus oídos lograban percibir, trató de recordar cómo había llegado a ese lugar desconocido pero al intentarlo un fuerte dolor de cabeza lo detenía, comenzaba a frustrarse.

Unas segundas pisadas llegaron a sus oídos, asustado comenzó a caminar con más desesperación en busca de una salida. Aquella persona misteriosa le seguía el pasó, pocos segundos después ya no caminaba, corría con la adrenalina corriendo por sus venas.

—¡Deja de seguirme! —Le grito a la misteriosa figura, pero está no le respondió, por el contrario, aceleró el pasó— ¡Qué miedo!, ¡Qué miedo!, ¡Qué miedo!

Varios minutos huyendo logro dar con la salida, su salvación estaría a tan solo unos metros, unos cuantos pasos más y estaría a salvó de las garras de ese lunático qué le perseguía.

—Estoy en casa.

Un chico azabache abrió sorpresivamente la puerta, dejando al albino estático en su lugar. Sus miradas se encontraron, aquellos intensos ojos negros hicieron al albino estremecer «Huye» fue lo que le gritaba su cerebro, sin embargo sus piernas no le respondían, estaba paralizado.

¿Le harían daño?, ¿Lo vendería?, ¿Sacarían provecho de su cuerpo?, ¿Lo secuestraron, ¡¿Qué pasaría con él?!

Un agudo grito súper masculino se escapó de sus labios cuándo dos pequeños bracitos le rodearon su cintura. Su mente quedó en blanco, se hubiera quedado así de no ser por la suave risa del muchacho misterioso frente a él.

—Déjalo Gin, ya lo asustaste. Mejor ven y dale un abrazo a tu hermano mayor. —Su cintura fue liberada de aquellos brazos, miro con desconfianza a las personas frente a él, esperando una explicación antes de que escape de nuevo— ¿Por qué no vas a sentarte? Todavía estás débil, no quiero pasar otra noche cuidando de ti.

Observó cómo ambos se iban dejándolo solo, le dio una última mirada a la salida y suspiró. Confiaría en esos extraños, ¿Qué es lo peor que le podría pasar?

Siguió el caminó por el cuál se habían ido y los encontró preparando la comida, al menos al chico, la niña estaba jugando con un pedazo de tela en forma de ¿Gato? Negro.

—¿Cuál es tu nombre...? —Preguntó algo inseguro mientras se sentaba a lado de la pequeña Gin— ¿Po-Podría saberlo?

—Akutagawa Ryūnosuke —Dijo dejando un plato de arroz frente a él, pare después tomar asiento— , ella es Gin Akutagawa, no habla mucho. ¿El tuyo?

—¡Yo soy....!

...

¿Quién era? No podía ser posible, ¡¿Cuál era su nombre?!, ¡¿Por qué no lo recordaba?! Definitivamente eso no era normal, ¡Para nada!

—N-No lo recuerdo... No recuerdo cómo llegué aquí, ¿Usted lo sabe?

—Come, necesitas alimentarte. —Tomó los palillos entre sus manos y comenzó a llenar las mejillas del albino con arroz, impidiendo a este seguir hablando— Llegaste anoche, te encontré camino a casa y como buena persona que soy te traje a casa, porqué claramente disfruto traer desconocidos a mi hogar para que me asesinen cuando menos me lo espere.

A M N E S I A                                                          「AkuAtsu」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora