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A la mañana siguiente ambos fueron despertados regados alrededor de el suelo y con un enorme dolor de articulaciones, sumándole el frió que tenían gracias a la pequeña Gin, quién se encargó de despertarlos de la manera más rápida y efectiva que conocía:

Lanzar un chorro de agua directo a sus caras.

La pobre recibió un pequeño regañó pero había valido la pena y si fuera por ella lo haría mil veces más, claro que esto no debían saberlo los mayores.

Después de eso ambos se turnaron para darse un baño rápido, el tobillo del albino estaba en mejor condición que la noche anterior por lo que se podía mover con mayor facilidad.

-¿Gin, podrías acomodar la mesa? -La pequeña azabache asintió y fue rápidamente dejando al mayor solo frente a la puerta de la habitación del albino- ¿Atsushi, puedo pasar?

-¡Pasa!

Deslizó la puerta corrediza y se encontró con el peliblanco terminando de peinar su cabello, sonrió levemente y siguió caminando hasta quedar a su lado.

-¿Quién corto tu cabello?, ¿Un niño? -Con una pizca de maldad en él, despeinó los blancos cabellos de Atsushi mantenimiento aún su sonrisa burlona.

-¿Con que derecho lo dices tú?, ¿Ya viste el tuyo? -Con el ceño fruncido comenzó a cepillar su cabello nuevamente, aunque no estaba molesto le gustaba fingir que lo estaba- Cómo sea, ¿Qué pasa?

El azabache cambió rápidamente su semblante, poniendo nervioso al albino pues intuyo que algo malo pasaba.

-Nos iremos de aquí esta noche, no estamos seguros en este lugar, no ahora que ellos saben nuestra ubicación. No es necesario llevar algo, al lugar dónde vamos hay cosas necesarias para nosotros. -Explicó rápidamente- Por cierto, ¿Ya estás listo para hablar?

El peliblanco dio un pequeño respingo en su lugar, apartó la vista hacia el suelo, dudando si hablar o no. ¿Estaba listo para hacerlo?, ¿Si le decía lo que recordaba lo correría? ¡No!, No sería capaz de algo así, ¿Cierto? Él era amable y no sería capaz de dejar a alguien a su suerte.

-¿Te parece si lo hablamos cuándo estemos en el lugar que mencionaste antes? Te diré lo que recuerdo, lo prometo. -Alzó su mano derecha, dejando sobresalir su meñique, el azabache miró incrédulo a Atsushi- ¡El meñique es sagrado! Si rompo la promesa el dedo se me caerá, ¡No te rías! Es cierto.

-Perdón, perdón. Por el meñique.

Ambos juntaron los meñiques, el albino sonreía complacido mientras que el azabache parecía un tanto divertido por la situación. Pronto los suaves golpes en la puerta los sacó de sus pensamientos, se separaron rápidamente, cómo si lo que acababan de hacer fuerza algo malo. Él Akutagawa mayor carraspeó la garganta y abrió la puerta corrediza, dándole paso a la pequeña Gin.

"La comida esta servida"

Era lo que decía el pequeño cartel que tenía en brazos, ambos hombres asintieron y salieron de cuarto junto a la pequeña. El olor de comida recién hecha llegó a la nariz de el albino, relamió sus labios y corrió junto a la pequeña Gin en una carrera para ver quién llegaba primero a la mesa.

Él la dejo ganar.

-Quédense quietos. -Pidió el pelinegro a los otros dos, éstos se miraron entre sí y sonrieron para después sacarle la lengua al Akutagawa mayor- Ah, groseros.

Ambos rieron y comenzaron a comer, el azabache miraba constantemente la puerta, como si este esperara a alguien. Había logrado despertar la curiosidad de el albino, mas este no se atrevía a preguntar por lo que solo comía en silencio.

A M N E S I A                                                          「AkuAtsu」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora