Capítulo 3

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                            CAPÍTULO 3.
                      ACTA DE SILENCIO.
                                                                                                                                       
Yo sumaba un nuevo día en el hospital y todo parecía incierto para mí, esa madrugada desperté a las 5:00 Am y llamé a Raquel, le pregunté si ella y mi hijo estaban bien y también pregunté si el Capitán Ronald Flórez le había prestado protección.
Raquel me dijo que Flórez envió un par de hombres para cuidar la casa, según lo dicho por mi esposa, los hombres estaban al pendiente y vigilaban la casa.
Eso me hizo sentir un poco más tranquilo.  Después de hablar con mi esposa, pasé un par de horas despierto.
A las 9 o 10 de la mañana, la enfermera Torres me llevó el desayuno y me informó que el Doctor Alvarado estaba afuera.
En cuanto terminé mi desayuno, conocí al Doctor Alonso Alvarado, «¿Qué podría decir acerca de ese hombre?».
Alvarado era un tipo muy callado, no hacía demasiadas preguntas personales.
Aquel hombre conversó conmigo por un par de minutos, revisó mis piernas y dijo que tal vez necesitaría férulas, o también llamadas «muletas».
Recuerdo que el Doctor Alvarado dijo también en varias ocasiones durante la charla, «Que no se explicaba como pude sobrevivir a la explosión con pocas lesiones de gravedad», aunque yo no supe cómo responder, creo que los únicos que podían dar una respuesta a eso son los de Antiexplosivos.
Alvarado me recetó una serie de fármacos y dijo que debía tomarlos según las indicaciones de la enfermera Torres.
Pasados 15 o 25 minutos, el Doctor Alvarado se fue.
Un tiempo después, la enfermera ingresó en mi habitación y me llevó la comida.
La tarde transcurrió de manera normal, a las 2:00 pm de ese día, llamé a mi madre para preguntar cómo estaban las cosas afuera.
Lastimosamente, las llamadas que intenté realizar en esa tarde, no fueron posibles, por alguna extraña razón en ese momento el teléfono mostraba un extraño mensaje en pantalla:
«NO ES POSIBLE CONECTAR SU LLAMADA».

A las 4:00 pm, la enfermera Torres me visitó nuevamente en  mi habitación, la mujer lucia nerviosa y exaltada, tras acercarse, Ana susurró a mi oído:

— Dos hombre desean verlo, Señor Cardozo. — Dicen que vienen de parte de la OCVN. —¿Les permito ingresar?.


— Si, déjalos ingresar. Ana — Pero por favor, mantente alerta.¬— ¿Los guardias que custodian mi habitación siguen ahí? — Pregunté con mucha curiosidad.


— Sí, señor. —  Replicó Ana.

— Bueno, entonces… no tendremos problemas. — Déjalos entrar. Ana—  Sentencié. 
…                                           
Estaba nervioso aunque no lo demostré, no tenía idea de quienes eran esos hombres, lo único que creía saber o suponía era que tal vez eran los tipos de la OCVN.
Finalmente, dos hombres entraron a mi habitación, ambos muy bien vestidos y aliñados, ambos vestían con trajes finos de colores opacos y zapatos Balistreti, uno de los tipos era muy alto, tal vez media un metro con ochenta centímetros, con cejas pobladas, ojos pequeños, mentón prominente, barbado y con cabello negro. 
El otro era bajo y robusto, tal vez un metro con setenta centímetros, nariz respingada, ojos anchos, pómulos abultados, cabello aliñado, lampiño y en sus manos sostenía una libreta y un esfero Rochester color amarillo oro. 

Yo observé de arriba abajo a los tipos y opté por preguntar:

—¿Quiénes son? Señores. — La enfermera Torres me ha dicho que vienen a verme.


En cuanto terminé de hablar, el más alto de los sujetos, replicó:

— Buenas tardes, fiscal Cardozo. — Espero que no se alarme por nuestra presencia, me gustaría entregarle esto.

Aquel hombre se acercó a mí y me entregó una cuartilla de papel blanco que estaba sujetada en el medio con una grapa.
Tras abrir la cuartilla de papel y echar un vistazo, vi unos números.
«112420»

Era el mismo número que estaba al final de la carta que recibí en el día anterior, en ese momento supe y confirmé que esos tipos eran los agentes enviados por la OCVN.

Sin perder el tiempo, observé a los hombres y dije:

— Son ustedes, ¿No? — Son los tipos de la OCVN.

Tras escucharme, el hombre que me entregó el papel, contestó:

— Si, somos nosotros. Fiscal Cardozo. Es un gusto conocerlo. — Me presento, soy el Agente Gabriel Marín, y el caballero que me acompaña es el Agente Marco Antonio Guerra. — Estamos encargados de realizar la investigación del atentado en el cual usted fue objetivo en fecha 25 de Marzo de 2015.



Estaba impresionado, no sabía que decir… recuerdo que solo me quedé allí sin decir nada, solo los observaba, aunque pasados unos segundos, respondí:

— Exactamente, ¿Qué quieren de mí? Señores. —¿Por qué la OCVN está interesada en investigar mi atentado? — digo a diario hay muchas explosiones en el país, ¿Por qué investigarían la mía? —¿Y cuánto tiempo debo estar aquí? ¿Cuándo podré irme?.

El hombre que se identificó como Gabriel Marín me observó por un momento y respondió con un tono de calma en su voz:

— Sé que tiene muchas preguntas, Cardozo. — No eres el único, nosotros también las tenemos. — empezaré por decirte que la OCVN investiga diferentes tipos de actividades criminales, entre esas, las que afectan o están relacionadas a funcionarios públicos de alto perfil, funcionarios como tú. — Por esa razón, la OCVN en conjunto con la fiscalía Nacional asumirán las investigaciones correspondientes al atentado.

Debo aceptar que estaba confundido y de alguna manera hasta aterrado, todo estaba cambiando tan rápido que no podía siquiera explicármelo a mí mismo.

— Entiendo lo que has dicho, pero la pregunta es ¿Cuánto tiempo estaré en este lugar y para que estoy aquí específicamente?— Cuestioné.


— Cardozo, usted estará aquí hasta que lo desee, nadie lo obliga a estar aquí. ¿Cierto?  — Pero, piense con detenimiento su situación.  Allá afuera usted es alguien muy vulnerable en estos momentos, por otra parte, aquí dentro está y estará seguro. — Si coopera con nosotros, le aseguramos que investigaremos lo sucedido y castigaremos a los culpables, entretanto nosotros realicemos las investigaciones, usted podrá recuperarse en el proceso y luego volverá a ocupar su cargo. —  Es una opción de ganar ganar. — Respondió Marín.

Los sujetos parecían auténticos, el “agente Marín” era muy elocuente, se mostró desde el principio como un hombre persuasivo.
Finalmente, yo tomé la palabra una vez más y con ánimos de esclarecer toda la situación, exclamé:

— Basta de palabrería, Señor Marín. —¿Qué es lo que necesitan de mí? —¿Y qué ganaré yo si coopero con ustedes?.

Marín rascó su cabeza y sonrió, tal como si pensara que aquello que diría no sería cómodo de escuchar para mí.

— lo diré de una manera simple, señor Cardozo. — Necesitamos que usted responda varias preguntas durante los días que le restan en este hospital. — Y en cuanto a su segunda pregunta, ¿Qué puedo decirle?, ganará la tranquilidad que le proporcionara la captura de aquellos que intentaron asesinarlo. Simple como eso — Dijo el agente Marín.


—Puedo responder cualquier pregunta desde otro lugar, incluso desde mi casa, ustedes… su organización puede protegerme fuera. ¿Cierto— Repliqué.

— Si, podríamos protegerlo fuera de estas cuatro paredes. Fiscal — Pero sería mucho más difícil y hasta peligroso para usted y para su familia.  Escuche, no estamos aquí para presionarlo o coaccionarlo, solo queríamos conocerlo y que usted nos conociera, ya sabe… que viera quienes somos y lo que hacemos para la OCVN. — ¿Le digo algo?... creo que nuestra visita debe concluir, lo dejaremos a solas para que piense en lo que le hemos propuesto. Volveremos dentro de dos días y si gusta podrá empezar a cooperar con nosotros. — Que tenga una buena noche, Cardozo. — Dijo el agente Marín mientras preparaba todo junto a su colega para dejar la habitación.

Con esas palabras, los “agentes” dejaron una compleja propuesta para mí, una que me haría pensar con más detenimiento acerca de mi situación.
Después de que aquellos hombres se despidieron, estuve solo, recuerdo que medité por un par de horas.
Pasadas las 7:00 de la noche, la enfermera Torres visitó mi habitación y mantuvimos una extensa conversación.
Ambos hablamos sobre nuestras familias, Ana me confesó que ella era una mujer separada y que tenía un hijo llamado «Sebastián».
La enfermera me preguntó acerca de mi esposa, yo le conté algunas acerca de mi relación con Raquel.
Entre esas que la conocí en la escuela y que prácticamente crecimos juntos. También le conté un par de anécdotas de mi niñez, cosas simples, nada muy personal.
Debo reconocer que la enfermera Torres tenía una habilidad especial para hacerme hablar, esa mujer congeniaba mucho conmigo, diría que más de lo normal.
Ana tenía algo especial en ella, algo que me hacía desear hablarle y saber sobre ella. Era simplemente una de esas personas con las que te sientes bien, a pesar de que no las conozcas de tanto tiempo.
Pasados muchos minutos, el turno laboral de Ana terminó y yo por mi parte me disponía a tomar un baño y dormir.
Antes de que Ana se fuera, aproveché para cenar, aunque en esa noche hubo algo extraño en el sabor de la comida, realmente no era igual, algo era diferente. 
Quise preguntarle a Ana si había sucedido algo en la cocina del hospital, pero no lo hice porque no quería parecer un neurótico.
Después de cenar, apagué las luces de mi habitación y les pedí a los guardias que custodiaban el pasillo que se alejaran un poco de la puerta, lo anterior con la intención de poder llamar a Raquel sin que ellos supieran que estaba hablando por teléfono, aunque dichos sujetos me respondieron con una actitud hostil, los hombres solo dijeron:
«ESTAMOS BIEN, NO SE PREOCUPE».
Antes de dormir, medité por unos minutos, tal vez era una loca idea que se me ocurría pero por aquel entonces empecé a considerar que los guardias que custodiaban mi habitación, estaban allí no para evitar que alguien entrara, sino para evitar que yo saliera.
La noche transcurrió y al día siguiente Ana me despertó temprano, recuerdo que tomé una ducha en el baño de mi habitación y desayuné.
Varios minutos después del desayuno, Ana visitó mi habitación, la enfermera sostenía en sus manos, un par de píldoras de color blanco y vaso con agua.

— Señor, tengo un recado para usted, pero antes necesito que tome estos medicamentos, son los que le ha recetado el Doctor Alvarado. — Dijo la enfermera.

Observando sus manos y su rostro, terminé por preguntarle:

—¿Qué medicamentos son esos? Enfermera

— Analgésicos y un medicamento para la lesión de su pierna, señor. — El Doctor Alvarado me ha dicho que debo suministrárselos después del desayuno. —  Contestó Ana.

Aproximando su mano hacia mí, la enfermera me entregó las píldoras y luego el vaso con agua.

— Está bien, Ana. — Las tomaré,  pero ahora necesito que me digas cual es el recado que tienes para mí. — Dije.

—¿Recuerda los hombres que lo visitaron en el día de ayer? Señor Cardozo. — Agregó la enfermera.

— Si, los recuerdo. Ana— Contesté

—  Han vuelto, señor. — Dicen que necesitan hablar con usted. —¿Les permito ingresar? — Cuestionó Ana.

— Se suponía que volverían en dos días. — Bien. Si, déjalos ingresar, pero mantente alerta, Ana. — Respondí.

— No se preocupe, señor. —  Finiquitó la enfermera.

Debo agregar que las píldoras que Ana me dio, me hicieron sentir muy tranquilo, sentía todos los músculos muy relajados, aunque mi atención estaba un tanto dispersa.
En cuanto la enfermera dejó la habitación, pude escuchar al fondo, los sonidos de unos pasos, dichos pasos se desplazaban con fuerza a través de lo que yo suponía que era el pasillo.
Tiempo después, vi que la puerta de mi habitación se abrió muy lentamente, Ana entró una vez a mi habitación, aunque acompañada de dos hombres.
Eran los mismos hombres que me visitaron en el día anterior… solo que a diferencia de nuestro primer encuentro, en esa ocasión vestían mucho más informal.
El Agente Gabriel Marín usaba una gorra de los Yankees de Nueva York, la cual combinaba con una camisa a cuadros de colores sobrios.
Y en cuanto al Agente Guerra, este solo vestía un suéter negro y unos jeans ordinarios.
Por alguna extraña razón, en ese momento percibí los colores de la camisa de Marín, todo de una manera muy viva, de hecho, sentía que se movían y de la nada solo empecé a reír y por más que quise detenerme, simplemente, no pude.
Gabriel Marín me miró con una expresión de incertidumbre y extendiendo su mano en señal de saludo, exclamó: 

— Fiscal Cardozo. — Buen día, ¿Cómo se encuentra?


Sonriendo y con una extraña sensación de nauseas, contesté:

— Estoy bien, Amigo. —¿Y ustedes?

El agente Marco Antonio Guerra se aproximó hacia mí y me entregó un sobre de papel, en el cual estaban dos hojas de papel, me lo entregó y mientras lo hacía, exclamó una frase:

— Creemos que ha tenido tiempo suficiente para pensar en lo que le hemos propuesto, por esa razón nos tomamos el atrevimiento de traer el acta de cooperación que debe suscribir con nosotros, bueno eso en caso de que decida cooperar en la investigación, Fiscal Cardozo.

Realmente yo no entendía a qué refería el hombre con sus palabras, mi cabeza estaba un tanto nublada… me sentía muy extraño, estaba casi carcajeándome internamente,  pero no podía descifrar el porqué.

Recuerdo que entre risas, le respondí:

—¿De qué hablas?.

El agente Guerra cruzó una mirada de incertidumbre con su compañero y dijo:

— Creo que debería leer el documento que le he entregado, Señor. — ¿Está bien? Fiscal Cardozo. —  Preguntó — Luce distraído, ¿Necesita algo? ¿Agua mineral, tal vez una bebida hidratante o energética SourSprint?

En cuanto al agente Marín, este solo observaba y poniendo su mano sobre su nariz, agregó:

— Fiscal Cardozo, esperamos que se tome su tiempo para leer lo que le hemos dado, recuerde que de esta decisión depende la seguridad de su familia, la estabilidad de su trabajo y su propia seguridad. —  Por esa razón hemos traído el acta con los parámetros de nuestro protocolo a seguir en la investigación, la hemos traído para que usted la lea y despeje sus dudas y así pueda darse cuenta que su cooperación para con nosotros es muy importante, y que nuestra principal intención es protegerlo y esclarecer los hechos del siniestro que casi le quita la vida. — aspiramos a comenzar hoy mismo. Si desea puede firmarla.


Después de que Marín habló, recuerdo haber tomado reposo por 5 o 10 minutos, intenté tranquilizarme porque todo lo que me dijeron aquellos tipos, me alteró un poco.
Pasado un momento, abrí el sobre y empecé a leer el documento:

«Cordial saludo.
Acta  N. 00141641
El presente documento es de carácter confidencial y está certificado por la Oficina Central de Vigilancia Nacional. 
Solo podrá ser leído por el destinatario.
Respetado fiscal Antimafia  asignado al distrito de Nueva Paz.
Damián Cardozo.
Parámetros de la investigación atentado 25—marzo —2015, asunto correspondiente a los agentes de campo: GABRIEL MARÍN  Y  MARCO ANTONIO GUERRA.
El señor Damián Cardozo, fiscal del distrito Nueva Paz, funcionario protegido en investigación No. 00141641  no estará obligado a firmar este documento bajo ninguna amenaza, hostigamiento físico o psicológico, acto de constreñimiento o cualquier otra actuación ilícita o ilegal.
Los agentes asignados por la OCVN solo recibirán la declaraciones y enlaces de cooperación de manera voluntaria, en caso de que esta documento no sea firmado por el fiscal Damián Cardozo, los agentes asignados deberán cesar comunicación con el mismo, dentro las siguientes 24 horas a la recepción de la negativa.

En caso de que no ser logrado un enlace de cooperación, el funcionario Damián Cardozo podrá ser investigado por obstrucción a la justicia, también podrá ser sancionado con diferentes correctivos disciplinarios, todos estos a consideración de los entes de control de asuntos internos y vigilancia pertenecientes a la Fiscalía Nacional.
Por el contrario, si el funcionario consiente la aceptación de lo estipulado en este documento, el cooperante, Damián Cardozo, se obligará a lo siguiente:

PRIMERO: Responderá cualquier cuestionamiento de manera verídica y sin ocultar información, lo anterior con el fin de cooperar en materia de las diferentes investigaciones criminales que ejecuta esta organización.
SEGUNDO: El fiscal Damián Cardozo bajo ninguna circunstancia se verá obligado a responder preguntas de índole personal o que tengan relación directa con sus creencias religiosas, orientación sexual y o practicas personales, además estará prohibido cualquier tipo de hostigamiento físico, moral o psicológico durante el enlace de cooperación.
(Todas estas conductas son reprobadas por los reglamentos internos de la OCVN, y están sujetas a sanciones y penalizaciones para los agentes de campo adscritos a la OCVN)
TERCERO: El cooperante estará temporalmente impedido para recibir visitas de índole personal y/o recibir llamadas telefónicas o mantener conversaciones por otros medios magnéticos, adicional, la OCVN se facultará a remover cualquier tipo de seguridad privada y/o escoltas que presten sus servicios a los consanguíneos del declarante.
(Una vez firmado este documento, la Oficina Central de Vigilancia Nacional se encargará de suministrar protección a los familiares directos del cooperante hasta finalizar la investigación.)

CUARTO: Las horas de visitas de los agentes asignados, Gabriel Marín y Marco Antonio Guerra.
El tiempo de visitas será elegido por el cooperante, lo anterior con el fin de no intervenir directamente en los asuntos de su tratamiento médico y recuperación física. 

Es válido aclarar que si decide firmar este documento, eventualmente no podrá bajo ninguna circunstancia, retractarse de continuar con el enlace de cooperación, dicha conducta estaría sujeta a severas acciones punitivas y procesos disciplinarios.
Recuerde: alterar u omitir información en una investigación judicial es afectar el correcto desarrollo de la justicia y ese es un comportamiento que la OCVN desaprueba totalmente.

Al terminar de leer las palabras impresas sobre ese par de cuartillas de papel blanco, fue cuestión de tiempo para que terminara de entender mi situación, debo decir que experimenté un inquietante escalofrío al comprender que el contenido de esa “acta”, no me dejaba muchas opciones sobre la mesa, de hecho, parecía más un siniestro contrato en el cual tendría que vender mi alma al diablo.
Tras pensar con detenimiento en las implicaciones de firmar o rechazar ese documento, entendí que ya era muy tarde, ya estaba tan adentro de todo esto que solo tenía dos alternativas.
«ERA FIRMAR O FIRMAR».
Nunca tuve otra elección.
Estaba muy nervioso, lo digo porque sabía muy poco acerca de esa organización, y no creo ser el único que tenía poca información sobre ellos, pues eran algo de muy bajo perfil.
Lo cierto es que yo no pertenecía a ellos, lo que yo hacía en mi día a día, era algo muy diferente, yo investigaba actividad criminal ligada al crimen organizado, pero eso suponía algo muy distinto a la clase de actividad criminal que estos hombres parecían investigar.
Estaba de más decir que esa organización estaba instituida para vigilar algunas cosas que no podían vigilar otras organizaciones, como la policía o la fiscalía. Pero, el punto central de todo siempre fue:
«¿Realmente qué vigilaban ellos?»
Parecía que solo me daban una opción en ese cínico documento, firmar y cooperar con ellos, de hecho antes de conocerlos, parecía que mi suerte ya estaba echada.
Fue decepcionante que usaran todo ese lenguaje técnico y “amable” para decir que no me obligarían a firmar con violencia, cuando la realidad que constaba en varios incisos del documento reiteraban la posibilidad de dejarme sin nada si no cooperaba con sus fines, lo anterior refiriéndome a que bien podía negarme, pero y ¿luego?, me iba a quedar sin trabajo y sin reputación.
Por otra parte estaba esa frase de «Podría ser investigado por los delitos» no soy estúpido, sabía exactamente lo que eso significaba, estaba claro que si no los ayudaba, la OCVN presionaría al ministerio público para que me removieran de mi cargo, y me abrirían un expediente para investigarme.
También estaba sobre la mesa la tercera opción, con esto refiero a ingresar en el programa de protección a testigos.  Aunque ¿Qué haría con mi vida?... ¿terminaría mis días dictando clase en una preparatoria?
¿O tal vez tendría que ganarme la vida como investigador privado?  Algo similar a seguir a  una esposa o un marido infiel y concluir el día ganando 40 dólares la hora, «no podía permitirlo, eso sería una manera muy miserable de culminar mi carrera».
Debo decir que estaba contra la espada y la pared, lo único que me hacía pensar en no firmar era el documento era el inciso tercero, si firmaba ese documento, no podría ver nuevamente a mi familia por un periodo de tiempo, que solo Dios sabía si sería largo o corto, pues realmente no tenía idea de cuánto tiempo pasaría dentro de ese hospital.
Pero, ¿Qué más podía hacer?
No quería perder mi trabajo y mucho menos el progreso que había logrado en mis 5 años como fiscal asignado a Nueva Paz.
Aunque, debo ser sincero y decirlo, por más que no quería firmar, una parte de mí si deseaba hacerlo… esa parte ambiciosa que tomaba lugar en mi corazón, por un momento imaginé el fin de toda la situación siendo favorable a mí y a mis intereses.
«Un buen ascenso y muchas condecoraciones». Tal vez hasta una carrera en la política, todo eso a cambio de no ver a mi familia por unos días y de responder unas cuantas preguntas.
Después de todo, no sonaba tan mal como parecía, «¿Que habrías hecho tú en mi situación?»
Con todas las ideas nubladas en mi mente y la fuerte migraña que enfrentaba en ese momento, solo pude mirar a los dos hombres y sonreír nerviosamente.
«Estaba decidido», tras extender mi mano, repliqué:

— ¿Tienen un Bolígrafo? Señores.

El agente Marín sonrió amistosamente y asintiendo con su cabeza, cruzó una mirada con su compañero.
Unos segundos después, el agente Marco Antonio Guerra introdujo su mano dentro del bolsillo de su suéter, y sacó un fino bolígrafo «Rochester» de color amarillo oro.

—  Aquí tiene, Señor Cardozo. —  En este día usted ha tomado la mejor decisión de su vida. —  Será un placer trabajar con usted. —  Recalcó Guerra.


No estaba convencido del todo, pero no tuve otra opción, tuve que firmar el acta de cooperación, y convertirme en un informante, o dicho de otra manera, en un «cooperante» fiel a los intereses de la OCVN.
En ese momento me preguntaba, ¿Valdría la pena el trato que estaba a punto de firmar?, tal vez sí, ¿Quién podría saberlo?
Tras firmar el documento, lo devolví a los hombres.

—  Aquí está lo que querían, Caballeros. —  Solo espero que realmente puedan atrapar a los tipos que pusieron la bomba, y no que el desenlace de este “enlace de cooperación” sea que en unas semanas mi hijo este leyendo un obituario real redactado a la memoria de su padre muerto. —  Sentencié.

Mientras entregaba el acta firmada, sentí náuseas y terminé por arrojar un poco de vomito dentro de mi boca.
Estuve varios minutos en el baño, mientras estuve en el baño, escuché los susurros de los agentes.
Aquel dúo me llenaba de dudas, no me imaginaba lo que preguntarían o mucho menos imaginaba lo que pasaba por sus mentes después de que firmé el acta, en cuanto salí del baño, vi que los agentes tomaron asiento junto enfrente a mi cama, verlos en ese lugar me generaba una incertidumbre terrible, una que no podía controlar. 

Yo observé a aquellos tipos y rascando mi bigote susurré en voz baja:

—  ¿Y bien? Señores.



Después de escuchar mi pregunta, el agente Gabriel Marín cruzó sus brazos y contestó:
—  Voy a ser honesto con usted, Fiscal Cardozo. —  Nosotros tenemos informes detallados sobre las pruebas que Antiexplosivos le hizo a su Century Serie A2, este ataque que usted sufrió no ha sido algo aleatorio o puesto en marcha para alguien más, estos sujetos conocían y conocen muchos aspectos de su vida íntima, laboral y personal, incluso estudiaron su rutina diaria. —  Según supongo, usted siempre tomaba el mismo camino diariamente para dirigirse a su trabajo. ¿O me equivoco?, por esa razón, asumo que debemos conocer todos los detalles para poder investigar las causas de lo sucedido.  —  No deseo hacer esto tedioso para usted, Fiscal Cardozo. Entonces en ese orden de ideas, quiero hacerle solo una pregunta.

Al escuchar sus palabras, mi ritmo cardiaco se aceleró, y con un poco de nervios, repliqué:

—  Estoy esperando, Agente Marín. —  Hágala.

El agente Marín miró su costoso reloj «Atlantis», y cuestionó:

—  Quiero que usted nos narre los seis meses previos al incidente del atentado del 25 Marzo de 2015, lo anterior refiriéndome a su cargo como «Fiscal Asignado a la Unidad Antimafia del Distrito de Nueva Paz», debe hacerlo sin omitir sucesos extraordinarios que hayan ocurrido durante ese lapso de tiempo, advierto puede omitir cualquier detalle intimo o personal sobre su vida o familia. —  Por último y no menos importante, también esperamos conocer si usted investigaba de manera extraoficial algún incidente delictivo.

Tras escuchar la pregunta del agente Marín,  quedé tan asombrado que no podía creerlo, pude haber esperado cualquier cosa, pero jamás esperé una pregunta como esa.
El tipo habló de «sucesos extraordinarios» y de «investigaciones extraoficiales», lo dijo con tanta seguridad que fue casi como si supieran todo lo que yo respondería.
Fue un cuestionamiento muy poco ortodoxo y de gran manera hasta extraño, nunca antes  tuve conocimiento acerca de que un investigador manejara un sistema interrogativo como ese, era casi como si supieran hacia donde querían ir.
Pero por otro lado, allí estaba yo, intentando procesar todo lo que ocurría de la manera más rápida posible, entretanto movía mi cabeza en señal de que respondería a lo que ellos preguntaban aunque internamente estaba a punto de colapsar.
Estaba confuso y desconcentrado.
Mi silencio se hacía notorio, tanto hasta el punto en que Marco Antonio guerra, me preguntó:

—  Fiscal, fiscal.  ¿Está todo bien? —  Le pregunto, pues… luce desconcentrado. —  Siento que perdimos su atención por unos segundos.

—  Tranquilo, Guerra. —  Estoy bien. —  Respondí.

Aunque yo respondí con mucha seguridad y aseveré que estaba bien, era completamente falso, pues no lo estaba y obviamente tenía la certeza de que ellos percibían mi preocupación e intranquilidad.

Finalmente, el agente Marín me observó con un gesto de mucha seriedad y cuestionó: 

—  Bien, fiscal Cardozo. —  Estamos listos para empezar a escuchar su declaración. —  ¿Puede empezar ahora?


El Fiscal -  Parte IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora