Capitulo 4

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𝐌𝐚𝐫𝐚𝐭𝐨𝐧 𝟏/?

Por la tarde llevaron mis cosas y empecé a desempacar.
Cuando terminé recibí un mensaje a mi celular, de James, donde me decía que sí me acompañaba a París y entonces, recordé su famoso club o sociedad secreta y dadas las circunstancias de la noche anterior, viendo bailar a despampanantes mujeres desnudas y sin poder tocarlas me sentía bastante inquieta, así que busqué el número que me había dado mi amigo y lo marqué, una hermosa y sensual voz me respondió.

Luz: ¿Estás libre esta noche? – pregunté también en tono sensual.

– Sí, ¿en dónde te veo?

Luz: ¿Te queda cerca el hotel Saint Regis?

– Sí, te veo en media hora en el bar, traigo un vestido negro, con una abertura de lado.

Luz: Entendido, en media hora te veo.

Metí la mano en la caja y tomé varios condones que después metí en la bolsa de mi pantalón, agarré las llaves de mi carro Volvo y bajé corriendo las escaleras. Mi familia veía televisión, les dije que volvía más tarde y salí a toda prisa.
A la velocidad que yo manejaba llegué en menos de veinte minutos al lugar de la cita, pagué una noche de hospedaje y me entregaron la tarjeta de la habitación. Entré al bar y no vi a ninguna chica con un vestido como el que me habían descrito, así que pedí un vodka mientras esperaba.
Diez minutos después, una impresionante chica se sentó a mi lado en la barra, cruzó la pierna y en seguida supe que se trataba de ella, así que le guiñé el ojo y ella me sonrió de vuelta. Pagué mi trago y me levanté al mismo tiempo que ella.

Nos dirigimos al séptimo piso. El verle el cortísimo vestido y el profundo escote que lucía me encendió más de lo que ya estaba, así que cuando estuvimos dentro de la habitación la besé ansiosamente mientras me quitaba la chamarra y caminábamos al centro donde alcancé a ver una mesa, la doble ahí, con su cara sobre la superficie, subí desesperada el vestido y sonreí al ver que traía tanga, me ahorraría unos preciados segundos, con la misma desesperación abrí mi pantalón y liberé mi ya erecto miembro, me coloqué el condón y debo reconocer que me porté bastante egoísta porque no me importó saber que tan excitada estaba ella, lo único que quería era saciar las ganas.

Le hice a un lado la tanga y entré en ella con fuerza, emitió un grito y pude percibir que no estaba muy mojada, pero seguí impulsándome mientras jadeaba y poco a poco ella fue mojándose más y más hasta que empecé a escuchar sus gemidos de placer, entonces, incrementé el ritmo de mis movimientos al tiempo que le apretaba las nalgas que se pusieron rojas de inmediato debido a su blanca piel. No tardé mucho más en llegar al orgasmo y mi grito fue casi bestial, después de terminar completamente me salí de ella y me quité el condón.

– ¿Así que te gusta jugar rudo? – exclamo seria.

Luz: Lo siento, no suelo ser así – dije y ella se largo a reír.

– Me gusta la rudeza, ¿sabes?, eres justo lo que necesitaba para divertirme esta noche.

Luz: ¿Con qué te gusta la rudeza?, ¿y qué piensas hacerme ahora?

Me dedicó una maquiavélica sonrisa y se acercó a las cortinas, les quitó los cordones con los que estaban amarradas y después se acercó a mí, mirándome malévolamente y yo le sonreí divertida. Me empujó con todas sus fuerzas sobre la cama, se subió en mí y me besó, después tomó una de mis manos y la ató al borde de la cama, volvió a besarme y luego ató la otra mano.

Se hincó sobre mí, con sus piernas a los costados, sujetó fuertemente mi polera y me la desgarró, terminó de rompérmela mientras besaba y lamía mi cuello, mordió sin piedad mis pezones y yo grité, siguió bajando por mi abdomen y después devoró de una manera impresionante mi miembro hasta que casi me hizo llegar y entonces, se detuvo.

Se bajó de la cama y se desnudó, después regresó a su posición, inspeccionó los bolsillos del pantalón y sacó otro condón, terminó retirándome el pantalón y el bóxer y me puso el condón lentamente.
Yo estaba que explotaba, jamás había estado en una situación así, en la que no podía interactuar con mi pareja, ella volvió a sonreírme malévola y se sentó sobre mí, absorbiendo todo mi miembro en su interior y comenzó a moverse a su ritmo, empeñada ahora ella en gozar, se pellizcaba los senos, se mordía los labios en tanto subía y bajaba, después se tumbo en mí, lamió mis labios y me impidió besarla, de pronto sentí que estallaba y se lo hice saber.

– Yo aún no termino "amor", así que más te vale que aguantes – amenazó y comenzó a moverse salvajemente sobre mí hasta que instantes después terminó, dejándome el pene adolorido.

Y así comenzaron mis aventuras en aquel club, que yo preferí llamarle sociedad secreta, incluso secta por eso de las reglas, las cuales fui dominando hasta volverme una experta, y sí, me llegué a topar con alguna modelo famosa, hasta una artista de televisión me toco en una ocasión. Entonces, poco a poco fui volviéndome más fría en los encuentros, probé varias y muy variadas mujeres, con fantasías diferentes, aprendí y mejoré varias técnicas en el arte del sexo.

En cuanto a mi vida familiar, mi madre Eda me pidió que me asociara con ella en su fundación y acepté de inmediato.
Visité a Viney tres veces mientras estudiaba en Paris, dos de ellas haciéndole compañía a Emira y asegurándome bien que durmiera en su cuarto del hotel, aunque se me llegaron a escapar juntas algunas veces, por supuesto, eso yo se los hacía creer a ellas, sabía bien que necesitaban privacidad y que estaban completamente enamoradas, además, Emira era una chica bien portada que estudiaba música y que moría por mi hermana, estaba segura que jamás haría algo para dañarla.

También acompañé a Angie cuando se mudó a Nueva Jersey, donde por cierto, me enteré que estaban rematando un viejo hotel de la ciudad porque el dueño había hecho un mal negocio que lo había dejado en bancarrota, así que solicité un préstamo y lo adquirí para remodelarlo, fue mi primera gran inversión y con el tiempo me compré un departamento en esa ciudad, lo cual hizo inmensamente feliz a Angie, porque ya no estaría tan sola, aunque al poco tiempo de mudarse empezó a andar con un chico que conoció en el metro y no tardaron en vivir juntos.

Seguí con mis inversiones, rescatando viejos hoteles para remodelarlos, adquirí un departamento cercano a la casa de mis madres en Seattle y con el tiempo una pequeña casa en Las Vegas, ya que me gustaba ir a apostar de vez en cuando. Y el tiempo siguió su curso, hasta que un día algo inesperado sucedió que le dio un giro a mi vida de 180°.

La verdad de Luz...  (Lumity)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora