CAPÍTULO 6

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Si. Sabía perfectamente que tenía que soltarme, y encima sabiendo que era él quien me sostenía, pero ese abrazo era tan cálido, tan... reconfortante, que no quería. Sus brazos me envolvían por la cintura y mi cabeza estaba apoyada en su pecho. Como estaba nerviosa intenté seguir los consejos del psicólogo y concentrar mi atención en un sentido repetitivo y constante, en este caso, los latidos del corazón de Owen. Eran calmados, para la situación en la que estábamos ¿Como no podía ponerse nervioso?. Parece ser que eso funcionó y poco a poco empecé a relajarme y a poder mantenerme en pie. El problema ahora era: ¿Cómo podía separarme sin que fuese demasiado violento? y ¿Qué diría entonces?. No tuve que pensar mucho más, ya que Owen se separó, y aún con sus manos en mi cintura me miró. Yo sentí como me empezaba a derretir poco a poco al hacer contacto visual con sus ojos, y él dijo con tono calmado:

- ¿Estás algo mejor?

No pude hacer más que asentir. Él llevó sus manos a mi cara, empezó a limpiarme los restos de lágrimas que tenía pasando los pulgares por debajo de mis ojos y continuó diciendo:

- Refréscate un poco la cara. Te espero fuera.

- No tranquilo, ya puedo yo...

Me callé cuando posó su dedo índice en mi boca para hacerme callar. Noté como empezaba el rubor a subirme a las mejillas:

- Te espero fuera.

Dicho esto cerró la puerta y se fue.

En los siguientes minutos me lavé la cara y me mentalicé en lo que acababa de pasar. Salí del baño y aunque aún notara los ojos rojos e hinchados, me importó un comino. Como había dicho, Owen estaba fuera apoyado en la pared y con los brazos cruzados mirando al frente. Lo ignoré y salí hacia el otro lado, dirección a clase. De repente noté que me agarraba del brazo, me giré mirando hacia el suelo:

- Maya mírame - Me pidió con tono suave, como si fuera una súplica y lo hice, estaba muy cansada de discutir - ¿A dónde vas? - Seguía hablándome con el mismo tono en su voz.

- A clase.

- ¿Estás bien?

¿El chico era tonto o acababa de nacer? Me había visto llorar desconsoladamente por unos comentarios de mierda y ¿Aun así me preguntaba si estaba bien? Enfadada le dije con sarcasmo:

- Si, perfectamente.

Él me miró con una mueca y yo volteé los ojos mientras me zafaba de su brazo y volvía de camino a clases.

- Creo que me mientes...

Me giré y clavé mis ojos en los suyos:

- ¿Eso crees?

No dijo nada. Yo me volví a girar y emprendí mi camino por tercera vez. No se muy bien porqué, pero me decepcionó un poco que no me respondiera y se hubiera quedado callado, ese no era el Owen que yo conocía ¿Le había dejado sin palabras?¿Era eso posible?

Owen no había aparecido en todo lo que había quedado de clases. Así que me junté con mis amigos a la salida del instituto. Obviamente no les dije nada de lo que había pasado, pero yo sé que Jane sospechaba algo.

Nada más llegar Logan me preguntó:

- Maya, esta tarde son las pruebas para mi equipo ¿lo vendrás a ver?

Logan hace baloncesto en un polideportivo cerca de mi casa, al ser tan alto se le da bastante bien:

- Si, claro. No tengo nada que hacer esta tarde.

- Vale, ¿quieres que te pase a buscar?

Me quedo un momento pensando y luego respondo:

No tranquilo, iré yo sola.

A las 18 salgo de casa y, como no, llego tarde. Tardo 7 minutos exactos en llegar al pabellón así que intento correr para llegar antes. Llego y saludo al de recepción, ya me conoce de cada año, así que entro y me siento en las gradas (que están totalmente vacías). Miro abajo y ya están todos en el centro de la pista. El primero en el que me fijo, claramente, es en Logan. Está vestido con unos pantalones de básquet negros y una camiseta blanca. Como es el capitán del equipo les está explicando a todos los que han venido a hacer la prueba lo que harán. Supongo que hará un partido, Logan no es de complicarse mucho la vida. El entrenador está al lado de Logan con los brazos cruzados observando a los futuros nuevos fichajes. Me fijo en el resto de jugadores, que son 12. En el equipo solo se necesitan 10, así que, contando a Logan, 3 quedarán fuera.

Tenía la vista puesta en la pista, hasta que alguien me susurra en la oreja:

- ¿Qué haces aquí?¿Has venido a verme?

Me aparto bruscamente debido al susto, y ¿A que no adivináis quién era?

Si, era Owen.

De verdad, me encuentro a este chico hasta en la sopa. ¿No puedo vivir tranquila ni un momento? No, tengo que encontrarme a este pesado por todas partes.

Owen se sienta a mi lado, y a mí únicamente me sale decir:

- Ay no, tú otra vez no.

- ¿Tanto me odias, abejita? - <<Ni te lo imaginas>>

- Déjame en paz. Y no me llames abejita - Me giro mirando otra vez a la pista e ignorando su presencia, cosa que debería haber hecho mucho antes. Pero como estoy hablando con el chico más insistente que he conocido en mi vida no lo deja ahí:

- Sigo esperando tu respuesta... - Deja un breve silencio, y luego añade - Abejita.

Ignoro su "ingenioso" mote y enfadada respondo:

- ¿Por qué eres tan egocéntrico? Claro que no te he venido a ver. Además ¿Qué haces tú aquí?¿Me acosas o algo?

Se queda parado y me mira con una cara de sorpresa, como si hubiera visto un fantasma, y de la nada se empieza a reír a carcajadas. Tiene una risa grave pero bonita. Yo lo miro con una cara extraña y él no para de reír. Su risa inunda el pabellón y por el eco se escucha el doble.

- Bueno, ¿ya o que? - le digo, porque ya empieza a irritarme.

El se relaja y entre risillas me dice:

- No puede ser, ¿tu piensas que yo te acoso?

- Y yo que sé. Ay, déjame en paz, ¿quieres?

- Vale, vale. Me voy a entrenar. - Se pone de pie y empieza a caminar. Y de repente caigo.

- ¿Has venido a hacer la prueba?

El para en seco, se gira, me mira y lo miro a los ojos:

- ¿No es evidente? - Me pregunta señalándome su ropa y con su típica sonrisilla que tanto odio.

Lleva unas zapatillas "Jordan" negras, unos pantalones cortos blancos de baloncesto y una camiseta azul cielo que combina con sus ojos.

- Llegas un poco tarde, ¿no? - Le digo con un punto de ironía.

- Llegaré más tarde si me sigues entreteniendo - Se vuelve a girar para volver a emprender su camino.

Como odio que haga eso, que se vaya sin terminar la conversación. Cuando se está alejando le grito:

- ¡Pero si has venido tú a hab...!

- ¡Nos vemos luego abejita! - Me corta gritando, sin dejar de caminar y de espaldas.

Enfadada le chillo:

¡¡¡QUE NO ME LLAMES ABEJITA!!! - Y en ese momento empieza a bajar las escaleras para entrar a pista.

Vuelvo a mirar a la pista para calmarme y me encuentro con 28 ojos mirándome fijamente, y un silencio sepulcral.

<<Mierda>>

Todo el equipo, hasta el entrenador, me está mirando con gesto serio. Noto que me pongo roja como un tomate, así que me levanto y me voy al baño.

Estoy pensando que el baño es mi lugar de salvamento, siempre que tengo algún problema vengo aquí.

Me quedo dentro unos 5 minutos, hasta que oigo gritos de celebración procedentes de la pista. El partido acaba de empezar

El chico de mis sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora