A Love You Will Die For [Vol. 1] ⋆ Kookv & Vmin

Capítulo 9

*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y los capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

Capítulo 9. La trampa del amor

1870, Shadowfell

El vapor condensado se pegaba a los vidriosos cristales por sus jadeos. Jimin arqueó el cuello hacia atrás, emitiendo un gemido ahogado. Pudo rozar lo que creía que era el cielo con las yemas de los dedos, y, sin embargo, prefirió seguir sujetando a Sui. Si no iba a tener alas, se uniría a él en el infierno. Se sentiría uno, desplazando al dueño de todo su mundo a un grado terrenal tan sublime como el de su clímax.

Sui se dejó caer sobre él, con la respiración entrecortada. Sus pieles estaban sudorosas, sus cuerpos todavía unidos, revelando el maravilloso contraste de sus tonos, como el suave café amargo mezclándose con leche de macadamia. Las ropas, arrugadas, desprovistas de sus cuerpos y arremolinadas alrededor de ellos, como sus piernas.

Jimin pasó los dedos por la piel de su cintura, luego por la suave forma del pómulo. Los mechones de cabello negro de Sui se derramaban sobre su propio rostro. Observó sus ojos azules profundamente, sintiendo la respiración contra la propia, los labios irritados por las mordidas y las marcas de las uñas en su cremosa piel. Notó algo punzante en la cabeza, un golpeteo, parecido al de una puerta. Unos nudillos repiqueteando contra aquel oscuro, polvoriento y mohoso cuarto de almacenamiento. Giró la cabeza hacia la puerta deteniendo su aliento, y entonces Sui posó un dedo sobre sus labios.

—Ssshhh...

Los dos contuvieron el aliento, se miraron en la íntima oscuridad, observando la distante rejilla de la pesada puerta. Los pasos del desconocido eran pesados, pasaron de largo tras unos momentos de crispante silencio.

—Ahora sólo somos tú y yo, Jiminnie —susurró Sui, reorientando el rostro del otro hacia el suyo —. Tú y yo, nada más.

Jimin pudo sentir perfectamente cómo sus dedos se entrelazaban, como si encontrasen el camino para hacerlo. Como si siempre hubieran estado esperándolo. Era la mejor noche de su vida, con el corazón pletórico y el amor de su vida en sus brazos.

—No hay miedo —susurraba Sui sobre su rostro.

—No tengo miedo —afirmó Jimin.

—Guardarás mi secreto —agregó Sui.

—Hasta la muerte —repitió él, con una fascinación.

La boca de Sui se abrió con dientes punzantes, y su mordisco en el cuello le quemó la carne. Él quería retorcerse, pero no pudo. No existía el miedo a pesar de sentirse aterrado. La voz de su conciencia se distorsionó y sus ojos se llenaron de lágrimas con el repiqueteo de su rápido corazón. Sus siluetas, se desvanecieron en las sombras, y en unas décimas de segundo, percibió que ya ni siquiera podía seguir resistiéndose. Una vez pensó que Sui era suyo, pero lo cierto es que él siempre fue el que le perteneció a su depredador.

Jimin abrió los ojos bruscamente, estaba tumbado en la cama, bocarriba. ¿Por qué había tenido ese sueño? Llevaba años sin recordar la primera vez que lo hizo con él. Se levantó de la cama con un suspiro, sin camiseta, pasándose la mano por el cabello negro.

Con el torso esculpido, caminó por la habitación en busca de algo que beber. Eligió una botella que sacó de una pequeña vitrina. Se sirvió un vaso que dejó sobre la pesada mesa de escritorio que se encontraba en el centro de la habitación. Luego se puso una sudadera negra.