Treize

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Al llegar a la mini-oficina de Sana, la cual estaba de paso para llegar a mi oficina, vi como aquella mujer, la cual yo pensaba que era una persona sincera y buena, tenía una sonrisa extraña en su rostro.

No sabía que estaba sucediendo con ella, y quería que dejara de importarme. No sólo por Sunghoon, me dolía que yo pensaba que éramos amigos y ella no hace más que quejarse del tiempo de cuando Sunghoon y yo fuimos unidos.

Intenté alejar esos pensamientos de mi cabeza e intentar idear algo para buscar a Benjamín.

Encontré una página de internet que tenía la dirección y número telefónico de cada individuo en los Estados Unidos, algo así como los viejos libros de páginas amarillas.

Benjamín Cromwell
+X (XXX) XXX-XXXX
Broadway, New York.

Benjamín Cromwell
+X (XXX) XXX-XXXX
Huntsville, Tennessee.

Benjamín Cromwell
+X (XXX) XXX-XXXX
Nashville, Tennessee

Benjamín Cromwell
+X (XXX) XXX-XXXX
Louisville, Kentucky

Benjamín Cromwell
+X (XXX) XXX-XXXX
Boone, Iowa.

Benjamín Cramwell
+X (XXX) XXX-XXXX
Fresno, California.

Benjamín Cramwell
+X (XXX) XXX-XXXX
Reno, Nevada.

No imaginaba que hubieran tantos Benjamines y Cromwells (o derivados) en el país.

Aún quedaba tiempo para que saliera del trabajo, y como no tenía nada mejor que hacer anoté todos los números y direcciones en una pequeña libreta que tenía en mi escritorio. Luego, me dispuse a llamar al último número, para ir subiendo y descalificando a los menos probables.

—¿Sí? —se escuchó al otro lado de la línea. Claramente era una mujer y en el momento en el que me di cuenta de eso terminé la llamada.

Suspiré.

Esto agota mis ganas de vivir.

Llamé al siguiente número.

—¿Hola? —respondió un hombre al otro lado de la línea. Me emocioné, y mucho.

—Soy Kim Sunoo, ¿usted es Benjamín Cromwell?

—Soy Benjamín pero no Cromwell, soy Benjamín Cramwell.

—Oh, lamento molestarlo, gracias.

Esta vez él terminó la llamada.

Suspiré, de nuevo.

Aún tenía 5 personas más a las cuales llamar, pero el miedo de que ninguna de ellas sea él me estaba invadiendo.

Llamé al siguiente número.

—¿Oui? —preguntó.

Colgué, no podía ser él.

Estaba a punto de llamar al siguiente número, cuando Sana entró a mi oficina enojada.

—¡Deja de estar llamando! ¡Tú línea es mi línea y no me estás dejando hacer mi trabajo! —gritó.

Rodé los ojos y musité un "perdón".

Supongo que continuaré desde casa.

Excepto tú || SunSun Donde viven las historias. Descúbrelo ahora