Dix-sept

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Me sentía muy culpable, pero no es como si pudiera hacer algo al respecto, después de hacer un trato con Soobin era peligroso intentar deshacerlo.

Bueno, no es como si haya planeado algo malo, sólo una pequeña investigación.

Di un respingo al escuchar que alguien llamaba a mi puerta.

—¿Estás bien, hijo? —preguntó mi madre.

Me levanté y abrí la puerta.

—Sí, ¿sucede algo, madre?

—No, solo... No respondiste cuando te llamé a cenar.

—Oh, claro, en un minuto bajo —dije y volví a cerrar la puerta.

Suspiré pesadamente, guardé todas mis cosas de nuevo en el maletín y salí de la habitación para bajar a cenar.

—¿Recuerdas que te di el álbum de fotografías y el diario, hijo? —soltó mi madre.

—Sí, ¿por qué?

—Porque encontré otro diario, uno del que yo ni siquiera sabía de su existencia.

Le di un trago a la bebida que hace un momento me habían servido, sin saber qué decir.

—En todo el diario sólo hablas de Benjamín Cromwell.

Me ahogué a medio bocado.

—¿Qué? —le cuestioné.

—Sí, dedicaste un diario únicamente para los momentos que viviste con él —dijo sonriendo—, eres tan tierno, cariño.

—¿Lo... ¿Lo leíste?

—Sólo lo ojeé un poco, no parecía un diario cuando lo encontramos —dijo para después dar un bocado—. ¿Quieres que te lo dé?

Asentí avergonzado.

—Está en la mesa de la sala de estar, cuando termines de comer puedes tomarlo.

—Gracias, madre.

La cena prosiguió sin más interrupciones, todo silencioso y tranquilo, como siempre.

Ella terminó primero, se levantó y se fue a su habitación. Unos cuantos minutos después yo me levanté y fui a buscar el diario a la sala.

Encima de la mesita se encontraba una pequeña libreta de cuero blanco con detalles metálicos dorados.

La tomé y lo abrí en la primera hoja.

"31 de Agosto de 1999.

Desperté temprano y bajé al comedor para ir a desayunar (claro, con cuidado de no tocar a nadie).
Cuando llegué pude divisar a Benjamín sentado en una de las mesas, estaba solo y eso me alegró. Lo tendría sólo para mí.
Me acerqué a él y me senté a su lado. Lo saludé y comenzamos a hablar, me gustaba mucho tener un amigo.
Poco después de que ambos termináramos de desayunar el me tendió una bonita libreta de cuero blanco con detalles metálicos (así es, justamente en la que estoy escribiendo) se lo agradecí mucho, era el primer regalo que me hacía un amigo y me puse muy feliz.
Pasamos todo el día juntos y él me preguntó si, por el día de hoy, podía dormir con él, ya que como era nuevo en el hospital no estaba del todo acostumbrado. Accedí felizmente y esa noche dormimos juntos.
No puedo esperar a vivir más aventuras con él."

Subí las escaleras con el diario en la mano, entré a mi habitación y continué leyendo página por página.

No recuerdo nada de esto.

¿Cómo alguien iba a olvidar a ese pequeño y dulce pelinegro con ojos color avellana?

Se supone que ya lo encontré, pero... No siento que sea él.

Tal vez es sólo mi imaginación.

Excepto tú || SunSun Donde viven las historias. Descúbrelo ahora