Solté esa roca pesada.
La que durante mucho tiempo he estado cargando a mis espaldas.
La solté porque no podía más, el cansancio y el dolor me mataban.
Por un momento se sintió bien, me sentí liberada.
Pero eso duró poco, hasta que llegó el dolor.
Mi cuerpo estaba acostumbrado al cansancio, al dolor y al peso de la roca.
Y al soltarla se generó el vacío.
Ese que no se por qué, pero duele, cansa y pesa más que la misma roca.
No se cuanto va a durar esto.
Pero creo que me estoy arrepintiéndome de soltar la maldita roca.
Al fin y al cabo ya estaba acostumbrada a ella.