Capítulo 3

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Intercambiamos números aquel día de nuestro segundo encuentro. Recuerdo haber estado la noche siguiente mirando la pantalla de mi celular con el ceño fruncido. Allí estaba tu contacto agendado y había decidido enviarte un mensaje... pero no tenía idea de cómo es que podía iniciar una conversación. No era bueno en ello, de hecho nunca solía ser quien entablara alguna charla con personas por mi cuenta. Por lo general, eran los otros quien se acercaban a mí.

Pero por suerte, tú no eras como yo.

Dos días después me había llegado un mensaje tuyo con aquella imagen de un mal chiste sobre mi carrera. Me dijiste que lo habías encontrado por allí y solía gustarme pensar en que realmente lo habías buscado específicamente para poder encontrar una forma de iniciar una conversación.

Aunque eso no quitara que la estúpida imagen fuera todo menos graciosa...

...Pero como un idiota igual terminé riéndome.

Y a pesar de que fuera un mal chiste, dio inicio a una conversación que realmente no se detuvo así que debería de haberle agradecido un poco más.

Su cuello estaba doliéndole terriblemente y apenas podía moverlo correctamente. De verdad que estaba cuestionándose ese día si salir o no con sus amigos. Era el cumpleaños de Jaehyun y había prometido asistir para conocer a su nuevo novio, del cual había estado hablando hasta el cansancio por mensajes. Admitía que estaba curioso del ser que había logrado encantar tanto al imbécil de su amigo. Era algo bastante nuevo.

Pero eso no quitaba que preferiría quedarse en casa.

Había pasado horas haciendo planos, encorvado sobre su escritorio tratando de ser preciso y no equivocarse porque los jodidos profesores podrían reprobarle si se equivocaba por apenas unos cuantos milímetros.

Todos sus músculos estaban pagando ahora las consecuencias de ello.

Quizás podría fingir que estaba mal del estómago y que realmente no podía asistir pero el idiota de Yangyang siempre parecía saber cuándo estaba mintiendo. Él solía decir que luego de tantos años de amistad, había aprendido a leerle como un libro abierto... Jeno por su parte creía que únicamente era terrible en el arte de la mentira.

Se había duchado con agua sumamente caliente, esperando a que el chorro de la ducha golpeando directamente en su nuca aliviara un poco la tensión. Fue realmente decepcionante que no resultara pero no le sorprendió en lo absoluto.

Se colocó unos boxers negros y miró su reflejo en el espejo. Su cabello rubio estaba quizás un poco demasiado largo a ese punto. Algunos mechones caían por su frente y en la nuca ya comenzaban a hacerle pequeñas cosquillas. Debería de ir a que se lo cortaran pronto y no seguir pidiéndole a su madre que lo tiñera en casa. Iba a quedarse calvo a ese paso.

El timbre de la puerta le llamó la atención, seguramente era Yang yang quien venía a buscarle debido a que iban a ir juntos a aquella reunión. Tomó unos pantalones cortos que vio por allí y fue a atender rápidamente, sabiendo que el otro comenzaría a azotar su puerta si no se apuraba.

Claro que no se esperó encontrarse a Jaemin del otro lado, quien le vio un poco avergonzado por un instante debido a su falta de ropa. No negaría que encontraba aquella vergüenza como algo un poco adorable pero no iba a decírselo pues podría adivinar que sería golpeado por lo mismo.

—  Hola Jaemin. No estaba esperándote.

El pelinegro sonrió levemente mientras pasaba su peso de una pierna a otra un poco inquieto.

Carta a una tormenta || NominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora