Capítulo 6

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Me estabas volviendo loco y me pregunto si lo sabías.

Tras el pasar de unos días, volviste a estar siempre revoloteando a mi alrededor con tu usual brillo y llevando el desastre contigo. No es que fuera malo pero siempre parecías revolverlo todo aunque no te estuvieras moviendo.

O al menos así era en mi cabeza. Todo había estado en perfecto orden antes de tu llegada.

Estaba confundido completamente. Todo se debía a tus bonitas sonrisas y palabras que lograban enredar mis pensamientos. A veces creía que estabas coqueteando conmigo, otras veces me decía que simplemente era tu forma de ser. Tú no parecías cambiar en lo absoluto cuando hacías aquellos comentarios que revolvían mi existencia, así que comencé a creer que estaba pensando demasiado las cosas.

Sobretodo porque la primera vez que nos vimos me invitaste a bailar contigo.

Ese momento tan único era del cual me aferraba para decir que simplemente eras así de extrovertido por naturaleza propia, que tu forma de actuar a mi alrededor era la misma que con cualquier otro.

Aunque deseara que no fuera de esa manera.

Aún recuerdo cuando llegué a la maldita realización de que me gustabas más de lo que llegué a pensar y en como Yang yang se burló de mi por darme cuenta demasiado tarde de lo que era obvio.

Supongo que siempre fui demasiado lento en cuanto entender cualquier cosa que tuviera que ver contigo.

Estaba nervioso y creía que era un poco ridículo. Su pierna estaba casi saltando en su lugar mientras que el segundo cigarrillo de la noche se consumía entre sus dedos. Se repetía una y otra vez en su cabeza que no podía estar siendo tan patético en ese momento. Jaemin estaba a su lado, ambos sentados en un bar al aire libre esperando por los amigos del menor. El pelinegro hablaba enérgicamente sobre la última película que había visto y estaba enojado. Demasiado.

Se quejaba de cómo era evidente que la actriz principal apenas había recibido entrenamiento básico de danza clásica y los mil errores técnicos que tuvo en sus escenas. Realmente trataba de seguir sus palabras pero se perdía a medio camino y volvía a sentirse nervioso.

Aunque eso no le evitaba observar cómo es que el menor mantenía su entrecejo ligeramente fruncido, la nariz arrugada y como es que sus labios se movían rápidamente al despotricar con los creadores de aquella película.

Su cerebro, en algún punto de aquella charla unilateral, se había desconectado y únicamente sus ojos parecían estar funcionando, totalmente sumidos en la idea de contemplar al otro. Al menos eso hizo que el constante movimiento de su pierna se detuviera pero no le ahorró el bochorno cuando sintió como era sacudido por uno de sus hombros.

— Jeno ¿Me estas escuchando? — Jaemin seguía luciendo molesto pero ahora su molestia parecía estar dirigida directamente hacia él al darse cuenta de que estuvo hablándole a la nada todo ese maldito tiempo. —

— Perdón, estaba pensando en unos proyectos de la universidad. — Esperaba que su voz sonara convincente o iba a irle mucho peor. — ¿Qué me estabas diciendo?

— Te preguntaba si podrías no fumar hasta que nos marchemos de aquí. — Parecía estar apenado de tener que estarle pidiendo aquello. — Johnny es... quisquilloso con el tema de la salud y así. Realmente no quieres estar en una de sus charlas sobre el daño que el tabaco hace.

— Claro, porque ir a un bar y beber alcohol es mucho más sano. — Los hombros de Jaemin bajaron casi dramáticamente al escuchar su respuesta y Jeno no pudo hacer más que suspirar resignado. — Bien, fingiré que mis pulmones me importan por una noche pero honestamente creo que apesto a tabaco así que no creo que funcione mucho.

Carta a una tormenta || NominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora