EPÍLOGO

17 4 0
                                    

Dos meses más tarde...

-Mamá, corre que perderé el avión.

-Hija, ¿por qué no te vas mañana?

-Sabes que no puedo...

Mi madre me mira con tristeza. Se me han pasado tan rápido estas navidades... Han sido un poco extrañas. No supe más noticias de Noah desde el último día que lo ví en la cafetería. Al siguiente día me despedí de mis amigos y cogí el avión con mi madre. Decidimos pasar la nochevieja con mis tíos y mis primos. No he conseguido olvidar a Noah, todavía no puedo... Tengo curiosidad por saber qué es de él, pero no me he atrevido a escribirle, no después de que fuera capaz de irse así sin más. Aunque a día de hoy lo comprendo. Necesitaba tiempo y yo también. No hubiese funcionado después de todo lo que hemos vivido, nos hubiésemos hecho daño mutuamente.

-Llamame cuando llegues a Madrid. ¿Quién te viene a buscar?

-Alan.

-¿Con la moto?

-No, se ha sacado el carnet de conducir.

Mi madre asiente más tranquila al escuchar la palabra "coche". No le gustan nada las motos. Me da un beso de despedida, bueno más de uno.

-Iré a verte en dos semanas.

-Vale mamá. Estaré bien.

Me despido por última vez y voy rumbo al aeropuerto. Tengo muchas ganas de verlos a todos. Estar dos meses sin poder abrazar a Paula ha sido un tanto extraño.

En un corto instante, ya me encuentro sentada en la butaca del avión. Al lado de una chica más o menos de mi edad leyendo un libro de Agatha Christie. Una de mis escritoras favoritas. Yo también saco mi libro de Carlos Ruiz Zafón, otro de mis escritores favoritos, y me meto en su historia.

Al cabo de un rato, cuando miro por la ventana, me doy cuenta de que ya estoy sobre Madrid. Leyendo se me pasa el tiempo volando.

Guardo todo en el bolso y bajo del avión. Cojo mi maleta y me dirijo hacia salidas. Ya he avisado a Alan de que he aterrizado.

Miro de un lado a otro, pero no lo veo. Espero que no se haya quedado dormido o algo por el estilo. Cojo el móvil para enviarle un mensaje. Pego un brinco al notar que unas manos frías se posan suavemente en mis ojos, pero no son las manos de Alan. Ese tacto lo reconozco al instante, pero no me lo llego a creer.

-Bienvenida de nuevo.

Al oír su voz no puedo impedir que me salga una sonrisa. Me giro lentamente y veo delante de mí, a menos de un metro de distancia, al chico de ojos azules.

-Noah...

-Estoy preparado para vivir una vida contigo Sarah, ahora sí.

Todo vuelveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora