Capítulo ocho.

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Malas treguas.

Había dicho que no sucedería. Que no se involucraría con las actividades Gryffindorescas de Potter y que por esta línea del tiempo, no se arrastraría por su atención, y por ninguna otra razón, arriesgaría su vida por algo tan banal como satisfacer su curiosidad y ego.

Entonces ¿cómo es que terminó rodeado de gryffindors, en el bosque prohibido nuevamente? Ah, si... Potter.

Para explicarlo debía hacer una memoria retrospectiva.

Todo comenzó luego de haber escuchado a Weasley hablar sobre dragones en la biblioteca. Blaise se había emocionado, diciendo que quería ver un dragón, y le hubiese encantado decirle que aguantará hasta su cuarto año, pero el chico estaba que daba saltos llenos de emoción que no le dió importancia a calmar su curiosidad. Así que no espero que su amigo se colara a la cabaña del gigante solo par comprobar si había o no un dragón.

Draco no recordaba la fecha exacta de la vez que lo habían atrapado espiando al trío de gryffindors antes de que lo castigaran, pero sabía que había sido una noche. Así que por decisión propia se aisló en su sala común lejos de los horarios de la cena, porque no quería verse involucrado -otra vez- con dragones, fuego, gryffindors o bosques prohibidos. Sin embargo, era bastante fácil de suponer que sus planes siempre terminaban en total fracaso.

Dias antes de la tragedia, Blaise le había comentado a Draco que que se encontró con un dragón en la cabaña del gigante, y Theo -su dulce y racional Theo- lo había regañado por espiar lejos del castillo tan tarde. Sin embargo, mientras más intentaba evitar relacionarse con el dichoso dragón, Blaise seguía hablando de lo mismo, una y otra vez, a cada segundo. Y el estaba apunto de lanzarle un hechizo de burbuja silenciosa pero se contuvo, sólo por consideración.

Ahora se arrepentía de no haberlo hecho.

Fue un sábado a la medianoche que Blaise lo sacó de la cama a rastras, y lo llevó a la torre más alta. Él estaba agotado, llevaba una semana entera durmiendo sólo 4 horas y ya su cuerpo se sentía pesado, como si cargase 200 libros de tres mil páginas cada una.

Pero recién cuando llegaron a la torre y escuchó el sonido de voces, recordó ¡el maldito dragón!. Volteó enojado hacia su amigo, pero este sólo veía con emoción al animal enjaulado. Quería golpearlo o tal vez empujarlo por las escaleras. Sin embargo la mirada de Potter junto a otras tres personas más, le impidieron cometer un homicidio.

ᅳ¡Draco! ᅳ sonrió Harry al verlo, sin embargo él no dijo nada por un largo rato.

ᅳ¡te lo dije Draco, era un dragón! ᅳ Blaise emocionado se acercó a las otra personas allí, dejándolo de lado, y presentándose a ellos.

ᅳno iba a venir, me arrastró fuera de la cama.

ᅳlinda excusa, la usaré para más tarde. ᅳse burló Harry dándole un empujoncito con su hombro, y se acercó a los otros.

Los chicos que llevarían al dragón se mostraron muy amables, le enseñaron a Potter, a Granger y a Blaise los arneses que habían preparado para poder suspender al dragón entre ellos. Todos ayudaron a colocar a animal para que estuviera muy seguro, y luego los tres estrecharon las manos de los hombres y les dieron las gracias.

Y por fin se fue el dragón.

ᅳ¿qué hacen aquí? ᅳpreguntó Granger, mirándolos con sospecha.

ᅳ Blaise quería ver al dragón.

Los cuatro se quedaron en silencio un largo rato, antes de bajar por la escalera de caracol, como en esa línea de tiempo no había llamado a Mcgonagall, ella no los esperaba al final de las escaleras. Pero, contrario a sus expectativas de salir ileso de cualquier castigo, Filch los esperaba el final de las escaleras.

Reparando el daño. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora