Capítulo tres.

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Severus Snape.

Algo que siempre iba a odiar era definitivamente el camino hacia las canoas, ese lugar era un peligro para cualquier alumno de primer año. Se preguntaba desde hace cuánto estaba ese maldito camino y por que todavía no construían un camino seguro por el cual pasar.

Pansy y Blaise se aferraban a él, ya que parecía ser el único que no se estaba resbalando en el lodo.

—En un segundo, podrán ver la primera visión de Hogwarts —exclamó el guardabosques por encima del hombro—justo al doblar esta curva.

El sendero estrecho se abría repentinamente al borde de un gran lago negro. En la punta de una alta montaña, al otro lado, con sus ventanas brillando bajo el cielo estrellado, había un impresionante castillo con muchas torres y torrecillas.

—¡No más de cuatro por bote! —gritó el gigante, señalando a una flota de botecitos alineados en el agua, al lado de la orilla.

Él se sentó junto a Pansy, Theo y Blaise, que mantenía la vista en el agua, temerosos.

—¿Todos han subido ya? —continuó Hagrid, que tenía un bote para él solo—¡Venga! ¡ADELANTE!

Y la pequeña flota de botes se movió al mismo tiempo, deslizándose por el lago, que era tan liso como el cristal. Todos estaban en silencio, contemplando el gran castillo que se elevaba sobre sus cabezas mientras se acercaban cada vez más al peñasco donde se erigía.

—¡bajen las cabezas! —exclamó el hombre, mientras los primeros botes alcanzaban el peñasco. Todos agacharon la cabeza y los botecitos los llevaron a través de una cortina de hiedra, que escondía una ancha abertura en la parte delantera del peñasco.

Fueron por un túnel oscuro que parecía conducirlos justo por debajo del castillo, hasta que llegaron a una especie de muelle subterráneo, donde treparon por entre las rocas y los guijarros.

Ellos bajaron del bote como muchos otros y se quedaron parados allí, esperando más indicaciones. Poco despues de que todos bajarán de los botes, comenzó una nueva marcha, subieron por un pasadizo en la roca, detrás de la lámpara del semi-gigante, saliendo finalmente a un césped suave y húmedo, a la sombra del castillo. Subieron por unos escalones de piedra y se reunieron ante la una gran puerta de roble.

El hombre levantó su puño y llamó tres veces a la puerta del castillo, allí fueron recibidos por McGonagall, viéndose como siempre, formal y estricta.

°●°

El castillo por dentro lo llenó de nostalgia. El lugar se sentía seguro, como sin ningún mal pudiera pisar esos pasillos, algo que a él le hubiese encantado que se mantuviera así. No había dejado de admirarlo desde que los habían dejado pasar.

Siguieron a la profesora McGonagall a través de un camino señalado en el suelo de piedra. Se podía oír el ruido de cientos de voces mientras caminaban detrás de la profesora, pero justo como recordaba, la profesora McGonagall los llevó a una pequeña habitación vacía, fuera del vestíbulo. Se reunieron allí, más cerca unos de otros de lo que estaban acostumbrados, mirando con nerviosismo y espectacion a su alrededor.

—Bienvenidos a Hogwarts. —dijo la profesora McGonagall en el mismo tono imponente que poseia en el futuro —el banquete de comienzo de año se celebrará dentro de poco, pero antes de que ocupen sus lugares en el Gran Comedor, tendrán que ser seleccionados en sus espectivas casas...

Draco podría decir que desconectó su mente unos minutos mientras la bruja les explicaba lo que algún día a él también le explicaron pero que ahora le era aburrido y estresante, sólo cuando McGonagall finalizó su gran discurso, salió de su mente y presto atención nuevamente a sus alrededores.

Reparando el daño. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora