Capitulo 3: El coche

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Jodida alarma. Son las 4 de la mañana, yo jamás me había levantado tan temprano en mi vida. Sin embargo lo tengo que hacer para ir a la residencia y alistarme para mis clases. Así que ahora me estoy levantando de la cama, sintiendo mis piases tocar el frio suelo, por lo que me vuelvo a a subir a la cama. 

-- Vamos Camille, ármate de valor. -- Me digo a mi misma. 

Lo vuelvo hacer, esta vez con la diferencia de que mis pies tocan mis zapatillas que estaban a unos pocos centímetros de la cama. 

Una vez me paro, camino hasta el espejo que hay en unas de las paredes, dándome cuenta que luzco igual que en cada mañana; despeinada, con ojeras, un poco de baba y con lagaña. Hago una mueca de horror al verme, sin embargo ya estoy acostumbrada a levantarme así. 

Aunque viéndome mejor, la ropa de Lucas es bastante cómoda y chic como para quedármela. Un sudadera menos o un pantalón menos no le va afectar. 

Abro con delicadeza la puerta para no despertar a nadie y camino de puntillas al baño. Una vez llego me lavo la cara y me cepillo mis dientes, gracias a Dios que traje mi cepillo, solo utilice la pasta dental que ya estaba ahí. Miro mi reflejo y sonrió, verificando que mis dientes estén limpios. 

Un momento, ¿Cómo es que planeo ir a la residencia si ni siquiera a amanecido y no tengo como llegar? Creo que se me olvido ese pequeño detalle. Tengo dos opciones.

1. Pedirme un taxi y amanecer tirada y talvez violada. 

2. Pedirle a Lucas que me lleve. 

Opción uno descartada, no quisiera que eso me pase. Pero si me voy por la opción dos, pueda perder mi orgullo, pero me importa mas perder mi orgullo a perder mi virginidad.

Decidida camino unos pasos hasta que tengo la puerta de la habitación de lucas frente mío, cojo la perilla y la giro lentamente, asomo mi cabeza y luego la abro para poder entrar por completo. Se ve tan tierno durmiendo que hasta me da pena levantarlo, pero tengo que hacerlo. Pero antes le doy una observada. Tiene la sabana hasta un poco mas abajo de su cadera, por lo que apreciar su ancha espalda y su tatuaje. Su cabeza la tiene girada, así que solo veo su perfil cubierto por unos mechones de cabello.

Suficiente, tienes que levantarlo.

Hago caso a lo que mi conciencia me dice y me acerco un poco mas. 

-- Lucas. -- Digo en un susurro. -- Lucas. -- Nada. -- Lucas. -- Esta ves lo digo mas fuerte, pero aun así no se inmuta. Así que opto por levantarlo de otra manera. 

Me preparo tomando impulso, y luego me tiro como un saco, cayendo justo sobre su espalda que no es para nada suave. Pero por lo menos sirvió para que se levantara, porque al instante me tumbo al otro lado de el. 

-- ¡¿Que demonios te pasa?! -- Voy a tragarme mi orgullo y decirles que me intimido el tono que uso. Pero no se lo voy a demostrar. 

-- Te me calmas, primero que todo buenos días, segundo; te estuve llamando de manera delicada, y tercero; necesito que me lleves a mi residencia. -- Vale creo lo enfurecí mas. Pero aun así permanecí con mi serenidad mientras me levantaba de la cama, al igual que el lo hizo segundos atrás.

-- Deberían darme un premio por mantener la calma con gente totalmente insoportables. -- Dice aun con su mirada de odios hacia mi.

-- ¿Yo insoportable? Tu fuiste el que me llamo gata primero. -- Okey creo que la situación se va empeorar, será mejor cortarlo de una. -- Solo quiero saber si me puedes llevar a la residencia ¿Si o no? 

Se tomo unos segundos para responder, a la vez que me daba un repaso no tan disimulado. 

-- Me las pagaras. -- Y basto con eso para que en mi rostro apareciera una gran sonrisa. -- Solo me coloco una sudadera y te acompaño. 

Por siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora