Lucas
Llegamos de ese mini-paseo hace como una hora, hora donde cada uno estuvo en un lugar diferente; Camille estaba en la cocina preparando la cena, luego de haber terminado sus tareas de la universidad, mientras que yo seguía aun haciendo las mías, aunque por ratos le daba una mirada rápida de su cuerpo. Aunque al instante me reprochaba y dejaba de mirarla.
No podía romper la promesa que le hice a mis papás. Me repetía a cada rato.
Pero la tentación me ganaba, así que le di la ultima ojeada mientras picaba algunas verduras, como se mordía su labio para tener mas concentración, o como achicaba sus ojos al momento que picaba las cebollas. Cada detalle de su rostro era observado por mi.
Se ve tan hermosa con ese simple polo de negro y esos jeans que resaltan su cintura, tambien lo hermosa que luce sin maquillaje, y me atrevo a decir que con o sin maquillaje es igual de hermosa. Las pecas le dan una apariencia de niña, o sus ojos azules iguales a que los de algun gato de mascota. Si me digieran que describa a Camille en una palabra, sería, tranquilidad. Eso es lo que yo siento cuando estoy con ella, aunque demuestre lo contrario, para mi ella me da calma.
-- ¿Me has escuchado? -- Pregunta de repente Camille, haciendo que casi me hinque con mi lapicero que tenia en mi mano.
-- ¿Ah? Este si. -- Digo volviendo mi vista en mi cuaderno, donde me doy cuenta que me faltan como unos 10 ejercicios, que aun no los he resuelto.
-- A ver dime lo que te acabo de decir. -- Levanto mi cabeza y la veo con un cucharon en la mano, mientras que su otra mano la tiene en su cadera.
-- De acuerdo, no te escuche. -- No tiene caso mentir, de igual manera lo repetirá. Suelta un suspiro antes de volver a hablar.
-- Te digo si puedes pasarme ese tarro. -- Señala uno que esta en los gabinetes altos. Ya entendí.
Me levanto de la silla y camino hacia la cocina. Llego a donde ella, quien se encuentra revolviendo algo que se hace en la olla.
-- ¿Como se pide? -- Digo justo detrás de ella, con mi pecho pegado al de ella.
¿Y la promesa, o mejor aun, el autocontrol?
Al demonio.
-- Por favor, y si no fuera mas molestia apártate que te puedo quemar por descuido. -- Lo dice tan tranquila, como si no le afectara nuestra cercanía, porque a mi, me dejara un problema.
Aunque me lo haya pedido no lo hago, al contrario me apego un poco mas, donde disimulo que quiero probar esa salsa roja que prepara. Saco un poco de ella con mi dedo corazón, y me la llevo a mi boca, por cierto sabe muy bien.
-- ¿O te apartas o te pego en tus preciadas bolas? -- Esta vez lo dice volteada, dándome a ver que no le gusto lo que hice.
-- Solo estaba probando un poco de tus delicias. -- Jamás quise meterle doble sentido, que quede claro.
-- Te lo ganaste. -- Y de repente siento un golpe en mi entrepierna.
¡Madre mía! Si que lo decía enserio. Llevo mis manos al lugar afectada a la vez que me retuerzo del dolor, y es que ni siquiera lo hizo con una patada, me golpeo con el cucharon de fiero.
Cosa aprendida; siempre has caso a Camille.
Luego de ese ¨incidente¨, tuve que ser esclavo de Camille durante le tiempo que esta cocinando, aunque la mayoría del tiempo me la pase observándola disimuladamente, no quería recibir otro golpe. Y después de acabar con la cena tuve que ir por los mellizos, así que tranquilidad duro muy poco.
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Por siempre
RomanceUna joven universitaria, Camille Jones, trabajara de niñera para una familia millonaria, los Martyns. Su trabajo de niñera no será fácil, ya que no solo cuidara de los mellizos Relee y Luke, sino que también de un adolescente problemático de su edad...