Tío, ¿puedo quedármelo?

15.8K 1.3K 1K
                                    

Zhan-ge.

Ante la partida del revoltoso discípulo principal de la secta Jiang, Lan Qiren creyó torpemente que su amada paz y armonía retornarían al Receso de las Nubes. Nunca estuvo en sus planes encontrarse con un evento aún más catastrófico que amenazaba con romper los acuerdos amistosos entre Gusu y Yunmeng. Aunque si se detenía a observar a su alrededor, el gran maestro Lan parecía ser el único consternado por la presencia de esa criatura tímida de aproximadamente cuatro años que se aferraba con fuerza a la pierna del Primer Jade mientras un enorme grupo de discípulos lo observaban con corazones en vez de ojos.

Luego de la visita exprés del líder de secta Jiang, su hijo menor, Jiang Wanyin, sucumbió a la frustración de observar por milésima vez a a su padre consentir las payasadas de su hermano marcial. Comprender que Jiang Fengmian si poseía instintos paternales, pero nunca dirigidos hacia él lo llevó a beberse las jarras de Sonrisa del Emperador que Wei Wuxian escondió antes de ser expulsado y luego, dominado por la borrachera, irrumpir en el salón de reliquias donde tropezó con un objeto en particular que lo maldijo convirtiéndolo en su yo de cuatro años. Cuando Lan Xichen fue informado del intruso, acudió de inmediato para manejar la situación con su característica calma y amabilidad, jamás imaginó que hallaría un montón de túnicas esparramadas sobre el cuerpecito de un bebé que lo observaba con ojos llenos de lágrimas. Apenas puso un pie en el interior del salón, la criatura más adorable que vio en su vida comenzó a llorar completamente asustado por el desconocido que se acercaba para alzarlo con sus poderosos brazos.

Pero la gracia y sonrisa cálida de Zewu-jun consiguieron conquistar la confianza del pequeño que balbuceó a duras penas su nombre de nacimiento. Jiang Cheng, dijo que se llamaba y Lan Huan estuvo a punto de tropezar en la escalera a causa del asombro e incredulidad. El plan inicial era sencillo, esconder al joven maestro Jiang en el Hanshi mientras buscaba la cura para devolverlo a la normalidad, sin embargo, no contaba con el sinnúmero de discípulos que se paseaba a esa hora de la mañana ni tampoco con la forma en que Jiang Cheng agitaba su pequeña manito para saludarlos a todos. El encantamiento fue inmediato y antes de poder huir por el camino adyacente, los jóvenes se reunieron a su alrededor para mimar al pequeño de ojos amatistas y mejillas regordetas.

Así fue como esa multitud de fans persiguieron sus pasos hasta la habitación de su tío. El pobre anciano acordó enviar una carta urgente a Muelle de Loto para informar los recientes eventos, es evidente que la sola idea de tener a Madame Yu a su alrededor le provoca escalofríos pero la situación lo amerita. Solo espera que Zidian permanezca en su sitio por el bien de su salud física y mental. Entre tanto Lan Huan y Lan Qiren discuten acerca de la recepción para la comitiva de Yunmeng, Lan Wangji hace acto de presencia para entregar el reporte de sus labores encontrándose con un niño en brazos de su hermano mayor que le mira con interés. La explicación del maestro Lan fue vaga, pero Lan Zhan comprendió que ese pequeño era Jiang Wanyin de la secta Yunmeng.

—Gege, gege, ¿tus ojos son de oro? —Lan Wangji parpadea confundido, su mirada cae sobre aquel par de dedos diminutos que tiran de su túnica para llamar su atención. Lan Zhan no puede considerarse diestro en el trato con los niños puesto que jamás ha tenido que lidiar con uno, no obstante, esta criatura cuyo rostro le es vagamente familiar insiste en obtener la respuesta que busca.

—No —Lan Zhan contesta estoicamente. Pero la respuesta tosca y carente de amabilidad no consiguen perturbar la ternura del pequeño que asiente y luego dirige su atención a Lan Xichen.

—Xichen-ge, ¿verdad que los ojos de ese gege parecen ser de oro? —Lan Huan inclinó su cabeza para atender la interrogante del pequeño con una cariñosa sonrisa. Lan Wangji se sintió aún más sorprendido por el amor que desbordaba su hermano mayor sobre esa criatura que reía por las cosquillas en sus costillas mostrando un montón de dientes de leche.

Se venden lotos en miniaturaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora