Capitulo 1

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Abril 15,
Massachusets

Con la seguridad de un artefacto preciado, Iris sostenía la botella de vidrio marrón con su etiqueta exótica, mientras escuchaba las quejas de su fiel compañero de cerveza con una calma imperturbable. Era una escena que se había repetido incontables veces, y no sabía si era porque había desarrollado una paciencia infinita o simplemente se había acostumbrado a los lamentos interminables de Ransom. Escucharlo era como escuchar a un niño en medio de un berrinche.

—Ni siquiera entiendo por qué quieren que me arregle por mi cuenta, cuando todos son unos parásitos. Vaya porquería de política —escupió Ransom con furia, sus palabras cargadas de resentimiento. Pero Iris sabía que eso iba más allá de simples quejas políticas. Ransom era un ser movido por su codicia y egoísmo, criado en un mundo donde le enseñaron que merecía todo lo mejor, y ahora que todo eso le estaba siendo arrebatado, especialmente su lujoso estilo de vida, su frustración era palpable.

—Ignora un poco eso. Me has hablado de tu abuelo y sé que en el fondo te tiene un afecto genuino. Además, podrías dejar de dar vueltas como un león enjaulado, estás empezando a estresarme —comentó Iris, observando su marcha pesada de un lado a otro. Ransom dejó escapar una risa amarga.

—Oh, cariño, tú no conoces a Harlan como lo conozco yo. Él es capaz de muchas cosas, incluso de llevarnos a todos a la bancarrota —continuó Ransom, agitado, sus ojos chispeantes revelando una mezcla de inquietud y rabia.

—¿Y qué te hace pensar así?

—Simplemente lo sé. Siento que está ocultando algo.

Iris arqueó una ceja ante su afirmación. Las corazonadas de Ransom eran a menudo poco más que el resultado de su imaginación exagerada y su paranoia. Sin embargo, ella sabía que la relación entre Ransom y su abuelo era más complicada de lo que dejaban ver.

—Vamos, no te pongas en plan de adivino. ¿Y qué piensas hacer si eso llega a pasar?

—Haría lo que sea necesario, sin importar las consecuencias —respondió Ransom sin vacilar, su voz impregnada de determinación.

Las palabras de Ransom no sorprendieron a Iris. El hecho de que él no considerara que sus propias acciones pudieran desencadenar su desgracia era un recordatorio de que seguía siendo un niño malcriado en muchos aspectos.

Evitando un gesto de exasperación, Iris pasó sus manos por la ancha espalda de Ransom, guiándolo de manera decidida al lugar que ella acababa de dejar, forzándolo a sentarse. A pesar de sus esfuerzos por relajarse, la tensión persistía en los hombros de Ransom. Iris aplicó una presión firme en esa zona, arrancándole un leve quejido como respuesta.

—Dejemos de lado los problemas familiares y busquemos algo de diversión —respondió Ransom, agarrando el antebrazo de Iris y atrayéndola hacia él con una sonrisa traviesa—. Ah, eso me recuerda, pronto te marcharás.

—Sí... sabes que no me gusta cómo trabajan los demás. Siempre es mejor hacerlo uno mismo. No como tú —subrayó Iris con énfasis—. Pero eso no importa ahora, tengo suficiente en mi mente.

—Y ¿qué sugieres para distraernos un rato?

—Todavía nos queda cerveza, y no es tan tarde —respondió Iris con una sonrisa. La idea de dormir en ese momento parecía superflua, con el tiempo que estarían separados, era mejor gastar energías mientras pudieran.
















El viaje estaba resultando ser un agotador desafío, sin duda uno de los más desgastantes que Iris recordaba. Había momentos en que amaba tener compañeros, pero también momentos en que deseaba sinceramente estrangularlos a todos. Ransom, sin embargo, era una excepción, un compañero de bebida para aplacar los nervios previos a abordar el avión.

A duras penas se levantó de la cama, luchando contra la pesadez que parecía haberse apoderado de cada músculo de su cuerpo. Una corta ducha le ayudó a recobrar algo de energía. Había preparado sus maletas semanas atrás, lo que le aliviaba una preocupación de encima. El boleto reposaba en su bolso de mano, una seguridad en medio del caos.

El chirrido de la puerta cerrándose la sacó de sus pensamientos mientras aún estaba en el baño. Una punzada de sorpresa la invadió, ya que, en aquel apartamento, ella era la única ocupante. Aseguró la toalla alrededor de su cuerpo antes de salir, pasos silenciosos la llevaron al límite entre la sala y la cocina. Y allí estaba él, un visitante inesperado que parecía absorto en las fotografías familiares. Una espalda que conocía demasiado bien.

—Buenos días, Ransom —saludó, cruzando los brazos sobre su pecho. El sonido de su voz hizo que Ransom se volteara hacia ella, listo para responder. Sin embargo, sus palabras se quedaron suspendidas cuando sus ojos se encontraron con los de ella. Levantó una ceja, avanzando hacia Iris.

—Espera, ¿desde cuándo tienes esa marca ahí? —señaló con su dedo índice, rastreando una marca cerca de su clavícula—. No recuerdo haberla visto antes —agregó, una sonrisa coqueta curvando sus labios. Iris rodó los ojos ante su comentario.

—Ransom, no tenemos tiempo para esto, aunque me encantaría. Pero si no me doy prisa, llegaré tarde.

—Claro, claro, te llevaré, pero no así. Anda, exhibicionista —dijo, girando en dirección a la habitación de Iris para buscar ropa adecuada. La voz de Iris lo siguió, pero él ya estaba sumido en su búsqueda. En poco tiempo, emergió con un par de jeans, una camiseta holgada y unas botas oscuras. No había tiempo para maquillaje, eso podría esperar hasta llegar al auto. Juntos, sacaron las maletas del departamento, un bostezo se escapó de los labios de Iris mientras se detenían junto al ascensor.

El trayecto al aeropuerto fue largo, lleno de las insinuaciones peculiares de Ransom y la lucha de Iris contra el sueño. El pensamiento del dinero que esperaba ganar la mantuvo relativamente despierta. Una vez estacionaron el auto, entraron al lugar, aun a altas horas de la madrugada. Dos horas se interponían entre ellos y el anuncio de su vuelo. Tomaron asiento, apenas prestando atención a las pocas personas que transitaban por los pasillos amplios.

—Cuando regreses, te cortaré el cabello. Dos semanas son suficientes para que crezca —susurró Ransom, sus dedos acariciando la nuca de Iris. Un escalofrío la recorrió y no pudo evitar estremecerse, lo que pareció satisfacerlo. Iris asintió, adormilada, apoyando la cabeza en su hombro—. Está bien, descansa.

Iris no respondió, su mente ya estaba flotando hacia un sueño ligero cuando un golpe en su nariz la sacudió, arrancándola del umbral del sueño. La figura responsable del golpe la hizo maldecir en voz alta, sin importarle mucho el aspecto que pudiera estar mostrando. Ransom intervino, su mano deteniendo sus quejas mientras señalaba al aire y negaba con la cabeza, fingiendo estar decepcionado.

—Hay un Dios que todo lo ve, Iris.

—No me fastidies, Ransom. Ni siquiera crees en Dios. Además, no puedes despertar a alguien sin ser un completo idiota.

—Gracias por el cumplido, es mi especialidad —dijo, orgulloso, antes de tocar su frente con el dedo índice—. Ahora, es mejor que te dirijas a la puerta seis. Están haciendo el segundo llamado.

Sus palabras fueron seguidas por una serie de murmullos malhumorados mientras Iris luchaba por recoger sus pertenencias y organizarse—. Prométeme que no te meterás en problemas aquí, Ransom. Por favor, al menos esta vez —dijo Iris, su voz suave pero cargada de un tono de súplica. Lo miró con seriedad, sus ojos castaños buscando los suyos con una intensidad inusual.

Ransom se acercó, su expresión se suavizó. Su mano se posó suavemente sobre la mejilla de Iris, y sus ojos encontraron los de ella con una sinceridad que pocas veces mostraba.

—No te preocupes, Iris. No tengo planes de armar un escándalo aquí. No hasta que regreses —susurró, su voz cálida y reconfortante. Un momento de tranquilidad llenó la habitación mientras sus miradas se mantenían conectadas, como si compartieran secretos que solo ellos entendían.

Ransom la observó con una sonrisa, incluso cuando ella le lanzó una mirada llena de resentimiento antes de alejarse. Iris esperaba que Ransom cumpliera con su promesa, pero solo el tiempo diría si esas palabras tenían algún peso real detrás de ellas. Con un adiós cansado, se alejó, deseando un viaje tranquilo de regreso.

Pasional discordia; Andy BarberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora