Capítulo 11

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Junio 19;

Masachussets


Iris estacionó su coche frente a la correccional, sintiendo un nudo en el estómago mientras observaba el sombrío edificio de ladrillos grises. A pesar de sus frecuentes visitas, la ansiedad siempre la invadía antes de entrar. Esta vez, sin embargo, la situación era diferente. La llamada de Andrew durante el almuerzo había desatado una tormenta de pensamientos en su mente, y un dolor de cabeza palpitaba en su sien. Necesito una aspirina.

Después de pasar por el registro de seguridad, caminó por los pasillos sombríos hacia la sala de visitas. Sus pensamientos revoloteaban como cuervos negros en su mente. Al llegar, vio a Ransom esperándola con su habitual sonrisa traviesa y mirada sugerente. Ganas de golpearlo para hacerlo reaccionar, no le faltaba a Iris.

—Vaya, extrañaba verte —dijo Ransom con una sonrisa que no se completaba en su rostro como de costumbre. Quizás ya le estaba afectando estar encerrado.

Iris negó con la cabeza, terminando de guardar sus lentes oscuros, buscando las palabras correctas para empezar—. Ransom, en serio, no es el momento para eso. Tenemos asuntos importantes que tratar.

—Oh, vamos, no seas tan fría. Suficiente con estas jodidas paredes que terminaran de congelarme, por cierto, la próxima vez trae contigo una manta más gruesa —insistió él.

—Hug, por favor, no estoy aquí para jugar.

Ransom se apartó, su mirada aún intensa, pero ahora mezclada con curiosidad. Incluso lo escuchó balbucear sobre lo malvada que era ella por ignorar su pequeña solicitud. Dios, paciencia y no fuerza. Recitó como un mantra.

—Te van a someter a un polígrafo pronto —soltó—. Necesitas estar preparado. No puedes permitirte cometer errores en tus respuestas. Seguridad y no juegues con las palabras, no en ese momento.

Ransom frunció el ceño, pasándose una mano por el cabello desordenado—. Creo que me subestimas, cariño. Soy consciente del lugar en el que estoy, y que tan bajo puedo caer... una prueba como eso, no terminará mal.

—¿Y si pasa? Andrew tendrá el trabajo más difícil si la defensa termina hacerte caer por ello. Ni siquiera el dinero te salvaría.

Una risa llenó el cuarto de visita, algo que desencajó la expresión de la mujer al ver como incluso echaba su cabeza hacia atrás

—El trabajo de él, es ese, Iris... —respondió Ramson regresando la mirada hacia ella, mucho más oscurecida—. Para eso le pagamos, para salvar mi trasero de ser condenado por la idiotez de alguien más. Sea cual sea el resultado de polígrafo.

Iris quiso rodar los ojos, pero se contuvo, realmente lo hizo. Ella creyó que lo recordaría, todas las veces que le habló sobre su trabajo, esas largas noches en el que le tocaba a ella mentir reescribiendo en los documentos de cualquier caso para que la sentencia no fuera tan pesada. ¡Ella era la que se encargaba de eliminar la gran idiotez que cometía el acusado cuando sus nervios lo traicionaba! ¿Y ahora era él tan confiado de sí mismo? Ese mismo al que grabaron dando una confesión.

—Ransom, hemos sido amigos durante años. He estado aquí para ti en cada apuro. Pero esto es diferente...

—¿Y qué esperas que haga? —preguntó él, inclinándose hacia ella, desafiante.

Iris sintió que su paciencia llegaba al límite—. No estoy diciendo que confieses algo que no has hecho —aunque estoy segura de que hiciste más de lo que admites, se dijo a sí misma—, pero necesitas ser serio en tus respuestas. No puedes darte el lujo de ser imprudente.

Pasional discordia; Andy BarberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora