Capítulo 4

35 5 0
                                    

—Sí, mucho tiempo —murmuró la chica, sin levantar la mirada. Iris suspiró al notar el bajo animo que esta presentaba. Las ojeras bajo sus ojos, y su piel mucho más pálida de la que podía recordar, sosteniendo la casi vacía taza de café frente a ella.

Iris asintió y sonrió para calmar ese melancólico estado que traía consigo, combinado con la intranquilidad con la ella cargaba, no llegarían a ningún lado. No así, suficiente había tenido con las palabras de Mark.

—Entonces... ¿Cómo va todo? —preguntó, queriendo aligerar el ambiente—. Espero que no te moleste que pida otro café. ¿Algo dulce? Eso siempre ayuda.

Megan negó sin mucha importancia, mientras veía como se acercaba una mesera y asentía al pedido de la mayor—. ¿Realmente quieres saber como esta todo en casa?

—Sí, aun no comprendo lo que sucede, cuando me fui todo estaba en orden. Ya sabes cómo es tu primo, un poco de alcohol, grandes historias y gran despedida. Y al llegar la ciudad parece querer explotar con lo que esta ocurriendo. ¿No te sorprendería a ti si eso ocurriera?

—Sí, estaría asustada —murmuró Megan, casi achicándose en el asiento.

—Es por eso por lo que yo necesito que seas especifica y me digas ¿Qué ocurrió con Ransom? —Iris agradeció a la joven mesera, y bebió de la taza, mientras observó cada una de las expresiones cambiantes en Megan.

—No sé como te preocupas tanto por él, Iris... —comenzó a decir, sin levantar la mirada, había cierto tono de molestia que no pasó desapercibido—. No sabes el daño que ha causado... no sabes cómo destruyó a la familia...

—Espera, Megan, no puedo entender lo que sucedió, si no me explicas. Tómalo con calma ¿Sí? No estuve cuando todo ocurrió, y no puedo hacerme una idea de lo que dicen en las noticias, cuando pueden ser mentiras.

Megan levantó la mirada, con su entrecejo arrugado, la taza en sus manos parecía que pronto terminaría rota—. No es una mentira que Ransom es un asesino. Iris... el terminó de arruinar a nuestra familia. Tú- tú lo conoces mejor, le gusta el dinero como a mamá, pero aun así... llegar hasta ese punto —dijo maldiciendo Megan, alzando la voz, algo que empezó a llamar la atención de las mesas continuas a las de ellas, las cuales pronto llegarían a su mesa a escuchar lo que pasaba.

Iris suspiró y negó suavemente, no era a lo que quería llegar, no cuando la situación se estaba volviendo incomoda, y todas las miradas se centraban en ella, cuando el plan era pasar desapercibido, y prácticamente Megan se estaba dejando llevar por sus emociones siendo impulsiva.

—¡Ey! Tranquila solucionaré todo, si es por dinero no debes preocuparte, puedo ayudar —trató de calmarla, mientras colocaba su mano sobre la suya, dejando caricias sutiles para aliviar lo que estuviera pasando por su cabeza. Iris sonrió—. Prometo hacerlo, y sabes que siempre cumpló mis promesas. Te apoyaré económicamente en lo que necesites, de eso no tienes que preocuparte.

Megan solo asintió y dejo escapar una disculpa por su reacción, pero Iris solo negó. Levantó la mano y con un ademan llamó la atención del mesero para que se acercara a ellas, tomando otra orden, unas malteadas para ambas. Iris siguió su amada tradición de calmar la amargura con dulzura, una que ella sí necesitaba.

—Pero, Megan, debes entender algo, Ransom al igual que tú, es humano, y se equivoca con sus tontas decisiones, puede que ya no tenga solución la actitud que tomó mientras crecía, pero... no somos nadie para juzgarlo, no ahora.

Era cierto, nadie de esa familia era tan correcto como se hacían ver a la sociedad, siempre tenían algo turbio que ocultaban bajo el apellido con el que habían sido nombrado, y utilizaban a su antojo. No eran perfectos, y no podían solo querer atravesarlo cuando la situación empeoraba. El hecho de que Ransom fuera descubierto, se convertía en lo más molesto. Cuando las malteadas llegaron, Iris volvió a preguntar sobre esa familia.

—Aun no pueden creer que el abuelo haya dejado la herencia a Martha, cada una de sus posiciones quedaron a nombre de ella —explicó Megan—. Ya no tenemos el apoyo económico que siempre nos daba, eso fue suficiente para volverlos locos, como unas cabras.

—¿Toda lo que le pertenecía a Martha? —Megan asintió lentamente, y para Iris eso explicó todo.

Podía imaginar las palabras correctas que habían pasado por la cabeza de Ransom, y el querer actuar rápido quizás no fue la mejor opción. ¡Pudiste esperarme, idiota!, pensó Iris, dos cabezas piensan mejor cuando se trataba de algo de vida o muerte, siempre fue así con el trabajo, y él ahora, se pasaba la ética por su trasero.

—¿Iris? —la escuchó decir, regresándola de sus pensamientos. Su joven mirada parecía querer saber lo que ocurría por su cabeza.

—Tranquila, hay que pensar siempre positivo, eso quizás ayude a que no lo mate —sonrió, algo que Megan también hizo. Iris bebió de su malteada. Realmente esperaba que el abogado Barber fuera tan bueno como le había aclarado Mark.

....

Mayo 16,
Massachusets


Una semana. Una semana tan larga y frustrante había pasado, y no había obtenido la respuesta del abogado, mientras que Mark aun quería buscar un poco de conversación cada que tenía oportunidad, algo que empezaba a molestarla. Todo empeoraba cuando las cosas en el trabajo empezaban a llevar otro rumbo luego de salir sin avisar, complicando cada uno de sus planes.

—¡¿Quieres solo detenerte?! ¡Por Favor! —gritó Iris, casi como un gruñido, a su compañero, quien no dejaba de clicar su bolígrafo. Un sonido demasiado irritable para ella.

—Lo- lo siento.

—Deberías tomar un descanso Iris —dijo una mujer, mientras dejaba un poco de café sobre su escritorio. ¿Quién eres? En ese momento poco le importaba—. ¿Quieres que hable con el gerente?

—¿Lograras algo que ni yo pude?

Iris levantó la mirada de la taza notando como la mujer de mediana edad, sonrió en su dirección. Parecía muy convencida de sus palabras. Vaya confianza, pensó. Por lo que suavizó su tono, había sido amable al traerle cafeína—. Esta bien, si crees poder, te lo agradecería.

—Joven Burke, debe cuidarse. No se preocupe por lo demás.

Que fácil suena eso.

Iris bajó la mirada hacia su ahora vibrante móvil. Rodó los ojos antes de ver la pantalla de bloqueo. No quería hablar con Mark, o con Marta, casi como si ella fuera la salvadora del mundo. No, ni siquiera quería verla, menos volver a escuchar su voz. El móvil dejó de vibrar, por lo que Iris se relajó sobre su asiento.

Un poco de paz, no viene mal.

Pero solo puede volver a fruncir el ceño cuando la móvil vuelve a vibrar. Sin pensarlo se colocó su auricular y contestó molesta.

—¡Diga!

¿Señorita Burke? Escuchó del otro lado de la línea, era una mujer. Iris frunció el ceño. No recordaba compartir su número a una desconocida.

—¿Sí? Es con ella.

La llamo de la oficina del abogado Barber para agendar una reunión sobre el joven Hugh Drysdale. ¿Estará disponible el miércoles a los once?

Iris rebuscó en el calendario sobre su escritorio, notando como la semana entrante estaba más despejada de su trabajo. Suspiró aliviada, aunque igual se escaparía si tuviera oportunidad.

¿Señorita?

—Sí, sí, estoy disponible. Una pregunta señorita, ¿Esta muy ocupado el Señor Barber?

Lo está, Señorita Burke, por lo que lamento la tardanza. Por otra parte, a su correo deberá estar llegando la dirección del lugar. Una disculpa y buenas tardes.

—Sí... buenas tardes.

Con la llamada cortada. Iris solo suspiró, quizás lo habían invocado de tanto maldecir su nombre. Aunque ahora estaba un poco más cerca para ser de ayuda. Solo faltaba estar en ese lugar.

Pasional discordia; Andy BarberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora