Nueve

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Jisoo nunca había estado tan contenta de que el centro de asesoramiento, donde se celebraba la fiesta de Chaerin, estuviera a solo seis minutos en coche desde su casa. Incluso esos pocos minutos parecían extenderse para siempre.


El silencio reinó entre ellas desde que salieron de la casa. No habían intercambiado más que unas pocas palabras en todo el día.


Echó un vistazo a Jennie, que no hizo contacto visual, sino que miró al frente a través del parabrisas.


Jisoo suspiró. Sus posibilidades de lograr parecer una pareja enamorada eran prácticamente nulas.


−La persona más importante para convencer es Chaerin, mi mentora y jefa−, dijo Jisoo, para llenar el silencio tenso. −Así que trata de impresionarla, ¿de acuerdo?− Jennie gruñó una respuesta. −Recuerda presentarte como mi novia, no como mi prometida. Y hagas lo que hagas, trata de no dejar que Jiyeon te arrincone sola−. Otro gruñido vino de Jennie. Jisoo la miró. −No me vas a tener con la ley de hielo durante la fiesta, ¿verdad?


−No te preocupes. Soy profesional y sé cómo actuar. No te avergonzaré −dijo Jennie sin mirarla. −Después de todo, me estás pagando.


Jisoo contuvo una respuesta brusca. Otra ida y vuelta hiriente como la de ayer no ayudaría. Entró en el estacionamiento que estaba junto al edificio de oficinas de tres pisos que albergaba el centro de asesoramiento.


Con el silencio entre ellas, el ruido de sus tacones sonó demasiado fuerte cuando salieron del auto y se dirigieron a la entrada. En el último momento antes de entrar, Jisoo recordó lo que había olvidado ayer también. −Uh, manos.


−¿Qué?


−Se supone que debemos estar tomadas de la mano−, dijo Jisoo.


Jennie frunció el ceño pero luego le ofreció la mano. Como siempre, sus dedos eran cálidos, tan diferentes de su actitud hacia Jisoo en este momento que la sorprendió.


Aferrada a la mano de Jennie como si fuera un salvavidas, la arrastró hacia el edificio y pasó junto a las plantas exóticas y el estanque de kois en el patio sin darle la oportunidad de maravillarse de su entorno. Las cortinas en las ventanas del piso al techo a ambos lados del camino estaban abiertas, lo que le permitió vislumbrar a sus colegas mezclados en el área de recepción.


−Genial−, murmuró Jisoo. −Jiyeon ya está allí, desfilando alrededor de su esposo y probablemente de su libro.


−¿Cuál es ella?− Preguntó Jennie.

−La rubia con la sonrisa de pasta de dientes y el parecido de James Bond pegado a su lado.

Jennie estiró el cuello. −Ella se ve linda.

Jisoo arqueó las cejas hacia ella. ¿Jennie acababa de decir eso para enfadarla? −Oh, ella es agradable. Al menos a la cara. Pero si sirve para sus propósitos, ella te maltratará a tus espaldas.

−Tal vez eres solo paranoica−, dijo Jennie.


Antes de que Jisoo pudiera responder, Jiyeon las vio a través de la ventana y saludó exageradamente.

Mi prometida » JensooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora